Perdigones de plata
Trajano y los impuestos
Sólo les interesa perforar hasta el infinito nuestros tristes bolsillos
La España extraña
Tarea de campo
Desde el máximo respeto a Rilke, lo de «la verdadera patria del hombre es la infancia» se me antoja un tanto cursilón. Supongo que por eso, al hilo de esta ñoñez, algunos afirman la mar de circunspectos que nunca debemos regresar a los lugares ... donde fuimos felices cuando críos porque nos atravesaría la desilusión. Uno retornó a todos esos terrenos y disfruté como un cosaco sin derramar lagrimitas de infantil nostalgia blandiblú.
También suelen comentar los cenizos habituales que nunca conviene coincidir con los escritores que admiras porque lo normal es que te defrauden. La prosa que valoras quizá corresponde a un auténtico bicho, a un verdadero malparido, que diría el difunto Pablo Escobar. Supongo que he tenido doble ración de suerte en este aspecto, por conocer a escritores a los que veneraba y porque encima sostuve conversaciones divertidas o incluso instructivas con ellos. A Santiago Posteguillo le encontré justo cuando publicó 'Africanus', su primera novela, en una editorial humilde que luego desapareció. Desde entonces mantenemos amistad y quedamos de vez en cuando. Gracias a él averigüé el siguiente dato: Trajano, el mejor emperador de Roma, consideraba que gravar a los ciudadanos con un mandoble superior al 10 por ciento de sus ganancias no eran impuestos, sino pura extorsión que dinamitaría la convivencia y la economía del Imperio. Entre pagar el 10 por ciento, que ya nos gustaría, y escaquearse a lo Alvise chapoteando en dinero negro, existe un término medio que el castigado contribuyente aceptaría. Cuando escucho a los zurdos salivar ante nuevos subidones impositivos, tiemblo. Sospecho que cobran de las arcas públicas y que ignoran los rigores de la irreductible tribu autónoma. Nunca hablan de optimizar los recursos o de guillotinar los múltiples despilfarros de variadas mamandurrias, sólo les interesa perforar hasta el infinito nuestros tristes bolsillos. Posteguillo, por ejemplo, cuando escribe sabe que la mitad de sus futuros sextercios desembocarán en Hacienda. Muy justo no me parece. Plata o plomo.
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