LA SUERTE CONTRARIA
Son un peligro para la democracia
Luego nos preguntamos por el auge de la extrema derecha y el desprestigio de una causa justa como el feminismo
Cierren las redes y abran los bares
El rearme intelectual
Se equivocan los que sigan pensando que el problema no es el PSOE sino Sánchez. La realidad es que el PSOE es hoy una organización enferma, abandonada al totalitarismo y con una extraña parafilia de sumisión que les hace pedir fango como antes pidieron tierra. ... No es casual que el PSOE fuera de los últimos partidos socialdemócratas europeos en aceptar la idea de democracia –hasta Suresnes fueron marxistas–. Se les nota y solo hay que echar un ojo a la prensa de estos días para comprobar que el problema no está localizado en una persona y que el postsanchismo será peor que el sanchismo. Vemos a Alegría, a Bolaños y a Albares como si fueran Carrero, Arias Navarro o Girón de Velasco, con el mismo servilismo, el mismo peloteo y la misma risita nerviosa que une a todos los mediocres. En esa misma línea, este fin de semana hemos escuchado a Ana Redondo y María Jesús Montero, con una serie de declaraciones no solo inmorales y repulsivas, sino, sobre todo, antidemocráticas. Tanto que, en un país serio, ambas estarían ya cesadas, inhabilitadas y quién sabe si algo más.
Empezamos por Redondo, que ha dicho que «no se puede cuestionar permanentemente la veracidad de lo que expresan las mujeres en un juicio». Pues nada, si no se puede cuestionar lo que dice una mujer no entiendo para qué existen los jueces, los procesos judiciales o las propias leyes. Pónganlo al revés, a ver qué tal: «No se puede cuestionar la veracidad de lo que expresan los varones en un juicio». Y eso por no entrar en el fondo del asunto: la sentencia de Alves no cuestiona que esa mujer diga o no la verdad. Solo afirma que su versión no ha sido probada. Y no comprender esto es vivir en la marginalidad y fuera del Estado de derecho.
Pero luego llegó Montero: «Es una vergüenza que la presunción de inocencia esté por delante del testimonio de la víctima». En el fondo ambas dicen lo mismo, que la palabra de una mujer debe ser creída automáticamente y que el varón no debe contar con presunción de inocencia, aboliendo así el principio de no discriminación por razón de sexo –de la raza aún no han dicho nada–. Sostener algo así es tan grave que, mientras esta gente siga al mando, no es exagerado afirmar que el estado de derecho y la propia democracia están en peligro. Si no crees en la presunción de inocencia de un varón, no estás preparada para vivir en sociedad. Y menos para dirigirla.
Luego nos preguntamos por el auge de la extrema derecha y el desprestigio de una causa justa como el feminismo. Todo ello es responsabilidad directa de la izquierda. Es intolerable que una generación entera de varones haya crecido aterrada y se sienta incapaz de mantener relaciones afectivas sanas porque sabe que, llegado el caso, su gobierno los considerará culpables. Yo entiendo a esos chavales como entiendo a los millones de hombres cuyas vidas han sido destrozadas en procesos de divorcio fraudulentos. Las ideas de Redondo y de Montero son un peligro para la democracia. Tanto que ni siquiera caben en ella.
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