tiempo recobrado
El no lugar de Babi Yar
La historia está llena de sitios como Babi Yar, de millones de cadáveres anonimos, víctimas de la ignominia y la crueldad
¿Intereses o principios?
Espejismos
El 29 y el 30 de septiembre de 1941 el Ejército alemán y las SS ejecutaron a 33.000 judíos en el barranco de Babi Yar, a las afueras de Kiev. Los fusiles y las pistolas se encasquillaban y los soldados empleaban las bayonetas para rematar a sus víctimas ... . Durante los dos años de ocupación, decenas de miles de combatientes soviéticos, civiles, intelectuales y sacerdotes ucranianos fueron fusilados en este sitio.
Nada queda del barranco de Babi Yar, que fue terraplenado y cubierto por un parque y edificaciones que se alzan donde yacen los esqueletos de las víctimas de los nazis. Basta con coger el metro de Kiev para visitar este no lugar, como lo denomina Jonathan Littell en su último libro. Littell apunta que en 1950 una comisión municipal decidió nivelar por completo el paraje, vertiendo las aguas residuales de varias fábricas de ladrillo.
Cuando visité Kiev en 1990 no encontré ninguna referencia al barranco en los mapas de la ciudad. Lo que sí pude ver fue la gigantesca estatua a la Madre Patria que, con una espada y un escudo en sus brazos, conmemora la victoria soviética sobre Hitler a orillas del Dniéper.
La lectura de 'Un lugar inconveniente', el libro de Littell, me ha recordado aquel viaje en el que la guía nos decía que Ucrania seguiría siendo un país comunista hasta que murieran sus nietos. Ya había caído el Muro de Berlín y se veían algunas banderas nacionalistas en el centro de Kiev. Un año después, Gorbachov sufrió una intentona de golpe de Estado que propició la disolución de la Unión Soviética.
Hoy sólo los amantes de la historia conocen lo que pasó hace más de 80 años en aquel barranco. A diferencia de lo sucedido con los campos de exterminio nazis y algunos enclaves donde se libraron las grandes batallas de la II Guerra Mundial, el olvido ha ido tejiendo una espesa telaraña sobre Babi Yar. Ni los rusos ni los ucranianos quisieron mantener vivo el recuerdo de la masacre.
Lo que llama la atención es precisamente la voluntad de Stalin y de las generaciones posteriores, incluyendo al nacionalismo ucraniano, de borrar todas las huellas de este genocidio. Seguramente tiene que ver con la identidad judía de las víctimas, pero lo ignoro.
Lo esencial es que Babi Yar no existe. Ni el nombre, ni la topografía, ni el recuerdo de las víctimas. Es un no lugar, un vacío, la nada. Es como si las almas de quienes fueron ejecutados en este barranco estuvieran errando en el éter a la espera de una tumba digna.
La historia está llena de sitios como Babi Yar, de millones de cadáveres anonimos, víctimas de la ignominia y la crueldad. Hoy, cuando el Gobierno de Israel masacra Gaza y está a punto de invadir Líbano, los judíos deberían recordar aquel no lugar y el espíritu de los muertos sepultados bajo el lodo.
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