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pincho de tortilla y caña

El huevazo

Nadie tiene –milagros aparte– la experiencia de ver resucitar a los muertos. Celebramos algo que repugna a la razón

Tinta entre los dedos

Nostalgia

Luis Herrero

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Creo que nunca he sabido de dónde viene la tradición, tan arraigada en mi tierra, de esclafar por sorpresa un huevo duro en la frente de un amigo durante los tres primeros días de Pascua. Puede ser que me lo explicara mi abuela, que es ... quien me adiestró en la técnica del huevazo, pero lo único que recuerdo de sus enseñanzas es que procurara que el huevo no impactara de punta para no hacerle un chichón a la víctima de la broma. Con el tiempo he tratado de averiguar el porqué de esa costumbre. Ha sido en vano. Lo único que he llegado a descubrir es que los huevos de Pascua son símbolos de fertilidad que sirven, desde hace siglos, para festejar el tránsito a la primavera. En esa época del año es cuando resucita la naturaleza. No es casual que el fin de la Semana Santa se celebre el primer domingo después del primer plenilunio tras el 21 de marzo. De lo que se trata, durante estos días, es de festejar la resurrección de Jesucristo. El hecho de que algunos lo hagan a huevazo limpio no deja de ser una peculiaridad extraña, pero si lo miramos bien, el motivo de la celebración también lo es.

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