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la tercera

Actualidad de la Edad Media

«Nos preguntamos qué frutos hubiera dado en nuestra maltrecha conciencia social el conocimiento exacto de la Edad Media, y no esa sucesión de vulgares patrañas que solo han servido para asentar una noción errónea del curso de la historia humana»

España, sin fondos y sin autonomía (16/5/23)

Todas somos Ise Gropius (15/5/23)

José Enrique Ruiz-Domènec

En esta primavera del 2023 vuelve a suscitarse el interés por la Edad Media, como un eco de las polémicas entre apocalípticos e integrados de las que hablaba hace ya más de medio siglo Umberto Eco. La emoción que suscitan algunos recientes libros de ... jóvenes medievalistas que cuestionan la sesgada visión sobre ella es una emoción de carácter cultural, y, por lo tanto, política, ya que la mejora del conocimiento del pasado es una invitación a diseñar un futuro ajeno a los dislates del darwinismo social que tanto daño han hecho a la hora de valorar este periodo de la historia de Europa. Salgo al encuentro de estas novedades con la misma pasión de los años setenta y ochenta del siglo pasado cuando, en el seminario de Georges Duby en el Collège de France, con la inestimable ayuda de Jacques Le Goff, aprendí una Edad Media diferente a la de los manuales escolares, atenta al papel de las mujeres en la construcción del orden social, al amor cortés de los trovadores como un fenómeno de civilización, al nacimiento de la novela europea con Chrétien de Troyes como la narrativa adecuada a un mundo de horizontes abiertos forjado en el uso racional del dinero, a la primera modernidad surgida en las escuelas catedralicias con Pedro Abelardo como referente de una duda metódica como camino para el saber según se comprueba en la correspondencia con Eloísa, al efecto de los círculos de traductores de Toledo o Murcia que permitió situar el sufismo de Ibn Arabi en el germen de la Comedia de Dante, a lo maravilloso como razón de la poética de Wolfram von Eschenbach, Boccaccio, Ruiz, Arcipreste de Hita, o Chaucer, ya la gobernanza universal sostenida en la tecnología del saber promovida en la corte palermitana de Federico II, en la inglesa de Eduardo III, en la sevillana de Alfonso X o en la plaza publica de Milán en medio de los debates sobre la manera de terminar la catedral. Es difícil ver el mundo actual sin todo eso.

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