Parrillada Mixta

Marisa Paredes en el 'reality' del muro

Su grito de guerra y trinchera fue revelador de la corrupción cívica de un gremio utilizado como tropa norcoreana por los estrategas de la exclusión

El novio de Ayuso y el fango de enfrente

Crisis constituyente y humor inteligente

Al final iban a tener razón. «La vida en directo», anunciaba Telecinco, hace ya un cuarto de siglo. «Un experimento sociológico», apostillaba Mercedes Milá. El que dice la casa de 'Gran Hermano' dice el recinto amurallado por una izquierda hija de Caín. Dentro, los buenos; ... fuera, los malos. La mecánica de aquel primer 'reality show' era idéntica a la de la España de Pedro Sánchez y su compañía estable de actores: nominar y expulsar.

Rebobinamos.

Dos años después de su muerte, Conchita Velasco sigue figurando en el libro Guiness como la celebridad que acudió a más velatorios y dio más pésames. No fallaba. Era creyente y consecuente, practicaba el amor y la misericordia y se llevaba bien con todo el mundo. Cuando escribías de ella en el periódico –criticarla era difícil– te mandaba un tarjetón de agradecimiento. Como lo cortés no quita lo valiente, su militancia política –izquierdista del encuentro, gente de otra época– nunca le impidió, al contrario, llevarse bien con tirios y troyanos. Era, en definitiva, la perfecta nemésis de Marisa Paredes, que en gloria esté, y fue precisamente en la capilla ardiente de Concha Velasco donde Paredes mostró la herida provocada en su carne y su alma por quienes le hicieron creer, como a tantos otros actores de método, que su papel en el mundo era, como profesional de la 'cultura', guiar a la mitad del pueblo elegido, el que quedaba dentro del muro que divide a los buenos de los malos. «¿Ayuso? Pero, por Dios, ¿qué hace aquí? ¡Fuera!», gritó ante las cámaras de televisión y a las puertas del velorio de Concha Velasco. La vida en directo. El experimento sociológico. Nominar y expulsar.

Si su grito de guerra y trinchera fue revelador de la corrupción cívica de un gremio utilizado como tropa norcoreana por los estrategas del muro, aún peor fue la explicación que días después dio para tratar de normalizar su reacción. «Estábamos en La Latina. Concha Velasco estaba de cuerpo presente. Ayuso se acercó y yo dije: 'Pero, ¿qué hace esta aquí?' Porque realmente no tenía mucho sentido. Concha era de izquierdas, claramente, y Ayuso, que yo sepa, no». Como actriz que trabajaba de memoria, nadie como ella supo interpretar el papel -heroína o villana, según de qué parte del muro se mirase la función- que le habían encomendado. Descanse en paz.

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