el burladero
La pértiga de Olona
Cuarenta encapuchados más un rector cobardón contra una mujer
Feijóo es culpable y Bildu en palacio
El sexador de catalanes
Macarena sabía que el debate al que iba a asistir en la Universidad de Granada plantearía algunas dificultades operativas, por así decirlo, como algunas veces ha ocurrido en diversas facultades cuando miembros de su formación política o, simplemente, no de izquierda más o menos radical, ... comparece para intervenir en diversos actos. No obstante, decidió seguir adelante y no achantarse ante un grupo de facinerosos encapuchados. Facinerosos encapuchados, insisto, en número de cuarenta que pretendían impedirle el paso con técnicas de guerrilla urbana, con la complicidad del «rector magnífico», que impidió la entrada de la Policía a fin de garantizar el libre paso de las personas. En lugar de achantarse, Olona se lanzó sobre ellos como una profesional del rugby en el acto de entrar en la melé o como una saltadora de pértiga. Pelea cuerpo a cuerpo. Finalmente la Policía intervino al observar la comisión de un delito flagrante y, tras atusarse el traje, la abogada del Estado pasó la barrera e intervino en el debate. Acudirá a los tribunales para denunciar la violencia a la que fue sometida. Hubo un par de detenciones. Hasta aquí los hechos, de forma muy sucinta.
Imaginen que la víctima hubiera sido no una mujer de derechas –que ya sabemos que no gozan de consideración– sino una cualquiera de izquierdas. ¿Qué estarían hoy diciendo los cretinos de la Opinión Sincronizada? Me asombró escuchar a una miembro de ese selecto Equipo Nacional que, en realidad, Olona había ido a provocar, ya que, sabiendo quienes le esperaban, no debiera haber intentado entrar. ¡Canastos!, pensé, ese argumento me suena: es el mismo que se utilizaba contra las mujeres agredidas sexualmente, vulgo violadas, si en ese momento vestían una llamativa minifalda. Es que van provocando y así pasa lo que pasa. Y lo decía una mujer supuestamente «progresista» y naturalmente imbécil. Ninguna de las profesionales del colectivo «hermana, yo sí te creo» elevó el más mínimo lamento; incluso la también débil mental Irene Montero felicitó a los encapuchados por «defender la dignidad de la Universidad» o una parida semejante. No he leído muestras de solidaridad alguna por parte del feminismo patrio con una mujer que sufrió violencia variada considerable por mantener la dignidad y defender la libertad individual de acudir donde ha sido invitada para exponer sus criterios. Ni una. Todas calladas como puertas. Reitero: cuarenta encapuchados más un rector cobardón contra una mujer –bueno, creo que eran dos– abusando de su característica violencia fascistoide, no solo sin que haya muestras de solidaridad –aunque fuera de carácter hipócrita– sino acusando a esa mujer de provocar por pretender ejercer su libertad en territorio que se le supone «vetado».
Una mujer de derechas puede ser agredida por el hecho de ser de derechas. Es menos mujer y tiene menos derechos, a lo que se ve, como no los tenía Cristina Cifuentes o Begoña Villacís o Soraya Sáenz de Santamaría cuando fueron escrachadas. Los de Granada, no obstante, no contaban con el valor de la pértiga de Olona, digna de un Mundial.
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