sin punto y pelota
Cortinas de humo correderas
Ni rearme intelectual ni tecnología sin ingenieros ni profesores de matemáticas
'Adolescence' es ficción
Una mili sin burbujas
Ann ha hablado después de 20 años sin poder hacerlo con su voz, que había estado encapsulada en un vídeo de boda, a través de un implante. El jefe de equipo que lo ha conseguido es un indio, Gopala Anumachipalli, ingeniero de Hyderabad, formado también ... en informática y con nociones de neurocirugía, que lidera a un grupo en Berkeley donde casi todos son chinos e indios. En España, mientras, enfrascados en el debate mal planteado sobre si universidades privadas o públicas, agitado por el presidente de la tesis doctoral 'fake'. Tuvimos un gran titular de logro científico hace años: un equipo del CNIO vio cómo un cardo podía curar metástasis cerebrales, pero van lentos con la silibinina. El CNIO ya luego nos ha dado titulares sobre compra de arte contemporáneo, falta de medios para los equipos y una directora dimitida un poco cardo borriquero y sibilina.
Alguna vez quisimos tener una universidad entre las primeras cien del mundo. Desde entonces, China ha conseguido meter a varias ahí y nosotros aplaudimos a las que están en las primeras mil. Hay chinos e indios que siguen formándose en EE.UU. o Gran Bretaña, pero también los hay que estudian ya el grado en sus países y luego se van a investigar a Occidente. Muchos regresan más tarde a casa. Tan es así, que el Reino Unido se planteó hace años cerrar programas de tecnología punta en defensa a los chinos. A nosotros no nos hace falta. Ni vienen, ni tenemos programas de investigación relacionados con defensa en las universidades porque pasamos de colaborar para matar. La que debería ser la cuna del pensamiento es capaz de producirlo así de simple.
La Reina Letizia estuvo el otro día en la Universidad de Granada, arropando a un centro de investigación del cerebro. Bien está. Hay ilusos que creen que, dado el rechazo de investigadores de prestigio al Gobierno Trump, podríamos atraerlos a Europa. Seguro. Imaginen, puestos a soñar, que a Anumachipalli le diera por España. Total, ya estuvo en Lisboa formándose. Que le dijeran que, sí, que muy bien, que se vaya a la ventanilla de homologaciones de títulos. Que, se siente, nos da igual que sea de Berkeley, de Harvard, o de un chiringuito privado de islas Mauricio. Que nos es indiferente que Ann haya hablado con un dispositivo en el cerebro que es capaz de leer de alguna manera sus pensamientos. Ay, si se lo pudiéramos leer a nuestro presidente cuando habla de universidades privadas. Él, justo él.
Tengo una amiga ducha en papeleo y administración digital que considera un logro subir un documento por tarde a la Aneca, ese organismo para acreditarse como profesor titular o catedrático. Para enseñar en esas universidades donde cada vez faltan más chavales con vocación de ingenieros en institutos donde escasean profesores de matemáticas.
Salto tecnológico en vez de rearme, nos dice Sánchez. Ni rearme intelectual ni tecnología sin ingenieros ni profesores de matemáticas. Pero qué malos son los chiringuitos de las universidades privadas en las que él estudió. Así vamos. De cortina de humo en cortina en cortina de humo. Correderas.
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