casa de fieras
El sendero de lágrimas
Los grandes cambios de la humanidad se perciben de siglo a siglo
No es país para feos
El bohemio de Alkiza
Entre 1786 y 1830, Estados Unidos expulsó de Alabama, Arkansas y Luisiana a toda la nación Choctaw, obligándoles a instalarse al oeste del río Misisipi. Aquel viaje fue descrito por uno de sus jefes como «el sendero de lágrimas». Los Choctaw formaban parte de ... las Cinco Tribus Civilizadas, término aplicado por los estadounidenses de origen europeo para referirse a las cinco naciones nativas del sureste: los Cheroqui, los Chickasaw, los Choctaw, los Creek y los Seminola. Estas cinco tribus indias habían adoptado atributos de la cultura angloamericana: se podían casar con blancos, aprendieron inglés, participaban del mercado y se les permitía adquirir esclavos afroamericanos. En 1830, el presidente de Estados Unidos, Andrew Jackson, firmó la Ley de Traslado Forzoso de los Indios. Más de 60.000 nativos fueron expulsados de sus tierras ancestrales mientras el país de las libertades se construía sobre el exterminio de la población original. Orgullosos de su historia, Hollywood creó una industria del cine para recordarnos a todos que no solo estuvo bien, sino que era motivo de orgullo. Por aquí, Mariano José de Larra escribía su «vuelva usted mañana», Fernando VII tenía los días contados y en Madrid, según Mesonero Romanos, no vivían más de 200.000 personas.
Dos siglos después, son los negros los que buscan asentarse en los territorios blancos, mientras que «el sendero de lágrimas» se atraviesa en cayuco. Si miramos el asunto con perspectiva temporal, desde que llegó el primero hace treinta años, cientos de miles de personas han arribado a las costas de Europa. No cabe reproche cuando una persona huye de la guerra, el hambre o motivado por sus ganas de prosperar, como también es obvio que algunos de ellos vienen buscando la vidorra a costa de delinquir y que no cambiarán sus costumbres por mucha ley que impere en nuestro territorio. El problema no es baladí, pero requiere de un profundo estudio que debe llevar la Unión Europea en su conjunto. Cada año serán más las personas que vengan buscando un nuevo horizonte desde África. Pero la respuesta ante esta gigantesca oleada de inmigración ha de ser consensuada. Todos los países afectados deben actuar como uno mismo. Los parches y las tiritas temporales sirven a los intereses de quienes utilizan las desgracias para rascar votos. El Estado de bienestar no permite que crezcamos a lo loco, del mismo modo que este reto no se soluciona ni con el buenismo de la barra libre, ni con la mano férrea del que defiende su territorio disparando desde la atalaya. Estados Unidos recibía a primeros del siglo XX más de un millón de inmigrantes al año. Entre 1.800 y 1.940 fueron más de 55 millones los europeos que llegaron a América. Hoy, levantan muros para que la migración del sur no les quite ni un palmo de lo conquistado. Podemos seguir pensando que todo será igual pero ya les adelanto que nada será como antes. Muchas veces hay que alejar la vista y mirar con perspectiva. El problema es que llevamos demasiado tiempo contemplando el mundo desde nuestro nuevo modelo de Iphone. Los grandes cambios de la humanidad no se perciben de año en año, sino de siglo a siglo. Y éste no ha hecho más que comenzar.
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