Tribuna abierta
‘Dum vivimus vivamus’
Generemos un nuevo lenguaje que invite a avanzar en nuevos conocimientos y en especial los relativos al universo en el que vivimos
Esta frase latina conviene recordarla cada mañana y comprometerse con ella. Entre el crecimiento de los insomnios y la vulgaridad de los mensajes políticos y sociales, andamos viviendo una época sin alegría, sin valor para asumir riesgo alguno y con profundas sensaciones de inseguridad.
Ya ... que vivimos, vamos a hacerlo con toda la grandeza posible, lo cual implica imponernos una mayor sensibilidad y capacidad críticas, y un alejamiento de todos los ambientes en donde se establezcan niveles de exigencia mínimos para comodidad de unas mayorías aletargadas y conformistas.
Da vergüenza tener que soportar unos liderazgos obsesionados con el mantenimiento del poder a cualquier precio y cualesquiera métodos, despreciando su capacidad transformadora y sus exigencias éticas, y aún más aquellos que lo limitan a utilizarlo para el enriquecimiento de su vanidad y de su bolsillo, porque ambas cosas acaban yendo juntas y muy revueltas.
Vamos a dejar claro de una vez por todas que el poder hay que merecerlo y ejercerlo con integridad para evitar el famoso dicho de Groucho Marx «el secreto del éxito está en la honestidad. Si logras evitarla, el éxito está asegurado».
Salgamos sobre todo de la vulgaridad y de los mensajes convencionales. Generemos un nuevo lenguaje que invite a avanzar en nuevos conocimientos y en especial los relativos al universo en el que vivimos. Demos por hecho que hay vida en otros muchos planetas y que será maravilloso conectar con ellos y extender la capacidad humana ‘ad infinitum’. No nos conformemos con esta visión etnocéntrica en la que nuestra cultura se valora como superior a cualquier otra.
Hay que incorporar a los estudios tanto escolares como universitarios esta nueva asignatura que abra nuevas perspectivas de investigación desde una actitud más humilde y realista. Pensar que esta tierra contiene toda la inteligencia posible y que fuera de ella no se pueden concebir otras formas de vida y de conocimiento, es sencillamente un error absoluto. Nuestro planeta se sitúa en un borde de la Vía Láctea, una de las infinitas galaxias en las que tienen que existir infinitos planetas similares al nuestro.
Si partimos de esta base -y no es un ejercicio difícil de hacer- los posibles análisis son todos ellos fascinantes y habrá que establecer prioridades. Es razonable que el más urgente sea el profundizar, mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora, en qué género de contacto deberíamos propiciar con otros compañeros del universo y el cómo evitar que esos contactos generen daños contaminantes y/o de otro género.
¡Pero ya que vivimos, vivamos a tope!
Antonio Garrigues es jurista
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