Lente de aumento
Colau y los Monty Python
Borran el nombre de Reyes Católicos de las calles de Barcelona y me acuerdo de ‘La vida de Brian’

Será la medicación para lo mío, que andaré descompensado, o el dichoso estrés posvacacional pero les confieso que últimamente cada vez que sale la Colau se me aparecen justo al lado mis idolatrados Monty Python y su imprescindible ‘La vida de Brian’.
Me volvió a ... ocurrir este lunes. La superheroína que dejó la capa para darnos la vara ha aceptado que una calle de Barcelona deje de llamarse de los Reyes Católicos porque, cáspita, fue bautizada por la oprobiosa dictadura de Primo de Rivera y eso es anatema para un puñado de parroquianos. Ahí los tienen en el casal vecinal discutiendo no de la limpieza del barrio, ni de las fiestas, el ruido o la delincuencia, no. A estos remedos sin gracia del frente de Judea lo que les quita el sueño y el raciocinio es que Isabel y Fernando titulen una rua de su ciudad. Vaya, que no me quito la guasa cinematográfica de la columna. Imagino a la camarada Dolors del frente botifler encendida porque estamos sin duda ante un rescoldo del pasado feudal. Y luego así:
-Desde la escisión de la Mercè nos sumamos a la queja de nuestra compañera y añadimos: Isabel no quería ser reina, fue una imposición del varón sobre la hembra.
-Protestamos enérgicamente.
-Perdón ¿ustedes son?
-Plataforma de propietarios en lucha.
-En lucha estamos todos.
-Ya, pero una cosa es ser vecino y otra propietario. Y no me interrumpa que se me va el hilo. Denunciamos que la víctima es Fernando. Él es el rey de Aragón, ella solo una mesetaria con ínfulas. No al colonialismo castellano, ¡que viva Ferran rei!
-Hermanos, hermanas, vecinos todos y todas, haya paz. Estamos perdiendo el foco, esto no es un problema de géneros ni territorial. Creemos que hay que superar el sistema feudal imperante y proponer que se llame Calle de Isa y Fer.
-Pido la palabra en nombre de la sección de números pares al poder. Las calles no deben tener nombre y ser sólo dígitos, ajenos a la ideología y los corsés castradores del sexo.
Y así, hasta llegar a Colau y su municipal estupidez. Pobre Barcelona.
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