El viejo molino que se convirtió en hotel de lujo
El Molino de Alcuneza, situado a las afueras de Sigüenza, es el único establecimiento español que ha entrado en la prestigiosa guía Relais & Chateaux

El concepto del lujo de lo sencillo . Este es el máximo que se pregona en el hotel spa El Molino de Alcuneza , un pequeño molino restaurado a las afueras de de Sigüenza que desde este año se codea en la prestigiosa guía con nombres como el de Arzak, Martín Berasategui o Akelarre . La única incorporación española a la cadena hotelera de lujo en la que solo entran los establecimientos más exclusivos.
El encanto de este edificio reside, entre otras cosas, en su historia. Según cuenta Blanca Moreno , la directora del hotel e hija del primer dueño que lo convirtió en un establecimiento rural — cuando en Castilla-La Mancha aún no estaban tan de moda estos alojamientos, allá por el año 1994 — , el molino sobre el que se aposenta el edificio son las ruinas de otro anterior construido en el siglo XII. «El archivero de la catedral nos facilitó un contrato en el que se reflejaba que el cabildo arrendaba el molino a un paisano, y eso fue en el siglo XVI, pero hemos hecho estudios que apuntan a que es anterior», explica. El molino de la pedanía de Alcuneza estuvo trabajando sin descanso durante siglos, hasta que a principios de los años 70 su función dejó de ser necesaria.
Entonces empieza a pasar de unas manos a otras, hasta llegar a los padres de Blanca y Samuel , sus actuales propietarios. «Se lo compramos a unos anticuarios que habían hecho aquí su casa de campo. El río se había perdido, la maquinaria del molino estaba estropeada, los engranajes rotos... así que en 1994 empezamos la reconstrucción y en 1996 lo abrimos al público».
Consiguieron que el río Henares volviese a pasar por debajo del molino, y tras años ahorrando y buscando al personal adecuado, Juan consiguió completar su sueño: arreglar los engranajes del molino para volver a hacerlo operativo. De hecho, todos los días antes de la cena ponen en marcha este viejo artefacto, que ahora está integrado dentro del restaurante del hotel.
La historia reciente
Juan y Toñi , dos empresarios de Sigüenza, llegan a casa el 28 de diciembre, con las caras iluminadas. Blanca y Samuel no se esperan lo que les van a decir: «¿Y si compramos un molino?». Sus hijos piensan que es una inocentada de su padre. Esa vieja casona solo es una ruina, y no ven por ningún lado el alojamiento rural que sus padres vislumbran con los ojos brillantes. Al final contagiaron la ilusión a sus hijos y cinco años después de aquella descabellada idea abrían sus puertas. «En aquel momento decidí cursar la carrera de Turismo y Samuel, en cuanto terminó el instituto, estudió cocina. Siempre hemos pensado que nuestros caminos se cruzarían en algún momento», dice Blanca.
Así que aquella locura se convirtió en el futuro de la familia Moreno Gordo. Una vez después de formarse, Blanca y Samuel, los propietarios actuales, deciden ir un paso más allá y especializarse en el turismo de lujo. «Se produjo el relevo generacional. Nos han dejado que tomemos nuestras propias decisiones y nosotros queríamos parecernos a los mejores».
Así Samuel, tras viajar por diferentes ciudades, adopta el concepto « Slow Food » (comida lenta, en inglés) para su cocina, aunque al final la idea acaba convirtiéndose en un todo, el « slow life » (vida pausada). «Nosotros nos quitamos los relojes cuando llegamos aquí, y eso mismo queremos trasladar a nuestros clientes. Disfrutar pausadamente de un buen vino, una buena comida, el contacto con la naturaleza...», explica Blanca. Y en su búsqueda por ir un paso mas allá, en 2012 tomaron la decisión de postularse como candidatos a formar parte de la guía de lujo Relais & Chateaux -de la que solo forma parte otro establecimiento castellano-manchego- .
«Necesitábamos llegar al cliente extranjero, a ese que no es tanto de fin de semana, sino que se recorre la península y hace una parada en el centro». Británicos, franceses y alemanes son los que más visitan el Molino de Alcuneza, aunque se empieza a notar la pujanza de los países emergentes. «Como anécdota, cada vez notamos más la presencia de españoles que viven en países árabes y que vienen a pasar unos días aquí».
A pesar de estar en Sigüenza, la ambición es igual o mayor que si los hermanos hubiesen abierto un hotel en la mismísima Nueva York. «Son nuestros orígenes , y decidimos volver aquí después de que nuestros padres nos consiguieran una buena educación. Estar en un pueblo no significa quedarte de brazos cruzados y ver la vida pasar. Aquí se pueden hacer las cosas igual o mejor que en otros lugares del mundo con más nombre», dice convencida Blanca. Quién le diría a este viejo molino en el siglo XVI que acabaría convirtiéndose en una referencia del lujo en el mundo.
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