La muerte de Yahya Sinwar: una ventana para la paz en la región

Los asesinatos del líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, el pasado mes de julio, y del movimiento libanés Hizbolá, Hasán Nasralá, a finales de setiembre, fueron éxitos de la Inteligencia militar israelí, pero no abrieron el camino a la paz. Al contrario, exacerbaron los ánimos de los islamistas palestinos y libaneses, y su sed de venganza y 'martirio', según las enseñanzas de la tradición yihadista. La muerte de Sinwar, en un aparente choque ocasional con el Ejército israelí en el norte de Gaza, abre en cambio la posibilidad de que Netanyahu considere la posibilidad de una tregua, preámbulo de la paz.

Sinwar estaba considerado como el cerebro del ataque por sorpresa a Israel el 7 de octubre de 2023, que dejó en pocas horas un saldo de 1.200 muertos y 250 rehenes. Era el líder militar y el más carismático de Hamás. Los políticos, con Haniyeh a la cabeza, habían huido al exilio, pero Sinwar se atrevió a permanecer en los túneles de la franja de Gaza para insuflar moral a sus militantes islamistas. Nadie como él odiaba tanto a los judíos, después de haber permanecido 23 años en sus cárceles.

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Su desaparición colma, o debería hacerlo, el afán de venganza de las autoridades israelíes. Ha transcurrido más de un año de guerra sin cuartel en la pequeña franja de Gaza, la pequeña urbe palestina y todas sus aldeas aledañas han sido laminadas por la aviación y la artillería, y se calculan en más de 42.000 las víctimas árabes, un alto porcentaje de ellos civiles inocentes.

Negociar con las autoridades moderadas palestinas -que preside en Cisjordania Mahmud Abás- una tregua en Gaza permitiría a Netanyahu no solo confirmar su victoria definitiva, sino también tratar de salvar la vida de los rehenes israelíes que aún permanecen en túneles de la Franja. Se desconoce cuántos, quizá menos de un centenar, aunque recuperar sus restos es una de las tareas que la opinión pública israelí también espera de su Gobierno.