El fin (o casi) de las pandillas que ha elevado a Bukele al poder absoluto en El Salvador
La victoria histórica el pasado domingo del reelecto presidente salvadoreño se cimenta en su éxito en la guerra contra las maras, que ha llevado a la detención de casi 80.000 personas en el marco del régimen de excepción, impuesto hace casi dos años
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Días después de que el presidente Nayib Bukele lograra un triunfo histórico en las elecciones del pasado domingo en El Salvador, su Administración mostraba al mundo la piedra angular sobre la que descansa esa victoria: el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), inaugurado ... hace un año para albergar a las decenas de miles de pandilleros detenidos en el marco del régimen de excepción impuesto a finales de marzo de 2022. Cerca de cumplirse dos años de su aplicación, el número de detenciones supera ya las 77.000. Es por ello que hay voces que han afirmado que las maras (pandillas) de El Salvador están desarticuladas. Un hito en la historia de un país que ha vivido bajo el terror de la violencia durante décadas: primero con la guerra civil, y más tarde con la implantación en el país de las pandillas, nacidas en los años 80 del siglo XX en California, y que fueron deportadas al país centroamericano tras el fin del conflicto civil.
«Las maras en El Salvador están completamente desarticuladas», asevera a ABC Juan José Martínez D'aubuisson, antropólogo salvadoreño que ha estudiado en profundidad el fenómeno de las pandillas desde el año 2008, y es autor de libros como 'Ver, oír y callar' (Pepitas de calabaza), que recoge su experiencia durante casi un año conviviendo con la Mara Salvatrucha.
Antes de explicar cómo se ha llevado a cabo esta desarticulación, Martínez D'aubuisson hace un inciso para recordar cuál ha sido la evolución de las pandillas en su país antes de llegar al momento actual. «Las maras empezaron a transformarse seriamente en 2012, con el Gobierno de Mauricio Funes, cuando hicieron un acuerdo con el Estado. Entonces, los conflictos que las definían –los enfrentamientos entre la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18– pasaron a un segundo plano». Más adelante, al romperse la tregua, «las maras, que pensaban que eran estructuras muy peligrosas que iban a masacrar a policías y militares, vieron cómo el Estado les dio una verdadera paliza, con matanzas que empezaron con los grupos de exterminio de la policía, en 2015, y terminaron en 2021. Mataron a muchos líderes y encarcelaron a otros muchos», recuerda el antropólogo.
Pactar con los líderes
Las pandillas venían de «perder una guerra» cuando llegó a la presidencia de El Salvador, en junio de 2019, Nayib Bukele, quien, en opinión de D'aubuisson, fue «más inteligente» que los gobiernos anteriores «pactando con los líderes» de las pandillas, pero haciendo acuerdos diferentes a los realizados anteriormente. Bukele había aprendido de sus errores. «Los líderes hicieron acuerdos que les convenía a las cúpulas del poder, que ya habían dicho que estaban dispuestas a desarticular a las maras».
Como contrapartida buscaron beneficios propios, como salir en libertad: «Le puedo mencionar varios casos muy bien documentados de pandilleros que han sido liberados, ya sea por mecanismos pseudo-legales, como Jorge Vega Knight; u otros mecanismos más expeditos, como el caso de Elmer Canales Rivera, alias el 'Crook' (el número dos de la Mara Salvatrucha que el pasado mes de noviembre fue extraditado a EE.UU. desde México, donde se encontraba). Al 'Crook' lo sacaron de prisión los funcionarios y lo llevaron directamente a Guatemala», asevera D'aubuisson. «La fórmula consistía en pactar beneficios con los líderes a cambio de que ellos entregaran a sus miembros y deshabilitaran sus capacidades bélicas, que ya eran bastante reducidas, y que así el Gobierno pudiera arrasar con ellas».

«La fórmula consistía en pactar beneficios con los líderes a cambio de que ellos entregaran a sus miembros y deshabilitaran sus capacidades bélicas«
Juan José Martínez D'aubuisson
Antropólogo salvadoreño, especializado en pandillas
Uno de los aspectos que llama la atención de esta guerra frente a otras emprendidas por gobiernos anteriores es la ausencia de enfrentamientos entre la policía y los pandilleros. «Los sacaban de sus casas en ropa interior y se los llevaban». Una de las razones de esa falta de respuesta es la ruptura de comunicaciones –provocada también por las medidas implantadas por Bukele– entre el interior de las prisiones y las calles. «Las pandillas son estructuras que siempre dependieron de la cárcel. En los barrios no se movía una hoja si el jefe de barrio no lo hablaba con el encargado de clica, y este le mandaba la orden de que matara a alguien». La única comunicación –«tutelada por Bukele»–, que les ha llegado, afirma el antropólogo, es la de que «no peleen en las calles».
La suma de medidas implantadas por el 'bukelismo', elogiado y seguido en algunos países de su entorno, es la que ha logrado que esta Administración «pisotee» estas estructuras criminales, cuyos miembros están considerados legalmente como terroristas.
Medidas eficaces
Mientras muchos de los líderes de la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 no se encuentran actualmente en prisión, miles de sus mandos intermedios y colaboradores sí han sido detenidos durante el régimen de excepción, aprobado y renovado más de 20 veces por un Congreso dominado por el partido oficialista. «Bukele los ha perseguido de una manera bastante eficiente, pero ya la estructura estaba bastante quebrada», insiste D'aubuisson. Esa manera eficiente de perseguir a los pandilleros se basa en tres pilares fundamentales: el uso de medidas legales extremas, el empleo de una interpretación laxa de las leyes de mano dura en lo que respecta a la afiliación a las pandillas (un mero tatuaje ya es motivo de detención, o cualquier sospecha sembrada por una llamada anónima); y la concentración del poder político en torno a la Administración de Bukele, según apunta un informe publicado el pasado mes de diciembre por InSight Crime, en el que ha colaborado el antropólogo, quien matiza que con esas medidas el Gobierno también se llevó por delante «a miles de salvadoreños que no tenían nada que ver con las maras».

Sin embargo, esa rotundidad sobre la desarticulación de las pandillas está lejos de convencer a todos. Según la inteligencia policial del país, más de 42.000 pandilleros o colaboradores de las pandillas –las principales son la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, que se divide en dos facciones: Sureños y Revolucionarios– seguirían en libertad a finales de septiembre de 2023, según recoge el informe de InSight Crime.
Pero lo cierto es que la vida de los salvadoreños ha cambiado de manera extraordinaria –para bien y para mal– en estos dos últimos años. Lo que antes era impensable, como pasear o jugar en las calles sin miedo, o no ser víctima de algún tipo de extorsión, parece haberse convertido en una realidad. «A día de hoy en buena parte de las comunidades del país los pandilleros son elementos que no inciden, al menos de manera tan brutal, en la vida cotidiana«, reconoce al otro lado del teléfono Roberto Valencia, periodista español que lleva 22 años afincado en El Salvador. Especializado en información sobre las maras –es autorde 'Cartas desde Zacatraz' (Libros del K.O.) y 'Made in El Salvador' (Índole Editores)– ha sido testigo de los numerosos intentos de frenar la violencia en el país por parte de diversos gobiernos, sin éxito.
La clave de Bukele para lograrlo fue, en su opinión, llevar a cabo una negociación desde una posición «más de fuerza» y «fue más hábil» que la Administración anterior. Después de que las pandillas perdieran la guerra contra el Estado tras la tregua, «el Gobierno aprovechó para hacer trabajo de inteligencia, reforzar el ejército... Por eso el golpe que han recibido las pandillas ahora es el más contundente y el más exitoso que ha habido en El Salvador, frente a otros planes de 'mano dura' que empezaron a aplicarse en 2003, y las pandillas están ahora en franco retroceso», señala Valencia.

«El golpe que han recibido las pandillas ahora es el más contundente que ha habido en El Salvador, y las pandillas están ahora en franco retroceso»
Roberto Valencia
Periodista especializado en maras y en violencia en El Salvador
Resiliencia de las maras
El periodista, que se muestra cauto, no cree, sin embargo, que las maras hayan sido desarticuladas del todo como algunos pregonan. «Estos días he estado yendo a comunidades insignia de las pandillas y realmente parece que ahí su actividad prácticamente ha cesado, pero esos son lugares a los que primero fue el Estado», matiza, al mismo tiempo que se refiere a la capacidad de «resiliencia» de estos grupos criminales. «Han sabido adaptarse a los embates del Estado, renunciando a cuestiones que en su día parecían esenciales, como los tatuajes». Una seña de identidad que han utilizado las fuerzas de seguridad para detener a miles de personas. «Por eso yo no doy por finiquitada la partida», subraya Valencia, que también ha participado en la elaboración del documento de InSight Crime».
Como periodista he tenido acceso a documentos de inteligencia según los cuales más del 30% de los pandilleros que están fichados, con nombre y apellidos, siguen en libertad», afirma. Y tira de datos para reflejar la importancia de ese porcentaje. «Si en total hay unas 200.000 personas, entre colaboradores, miembros activos, etc., en las pandillas, que haya un 30% en libertad, significan que son 60.000 dentro de un país de poco más de seis millones de habitantes, una cifra considerable».
Sí reconoce, sin embargo, que las pandillas están «más debilitadas que nunca, pero es demasiado pronto para que se hable en pasado de ese problema. No hay más que ver la cuenta oficial de la PNC (Policía Nacional de El Salvador), donde se sigue informando de la detención de pandilleros por extorsionar, manejar droga u organizar actividades de la pandilla».

Detenciones y deportaciones de miembros de maras
EE.UU.
(abr. 2023-ago. 2023)
9
San Diego
Monterrey
México
(abr. 2022-may. 2023)
36
Cuba
Ciudad de
México
Honduras
(ene. 2022-sep. 2023)
29
Rutas comunes
Nicaragua
El Salvador
Puntos de refugio
Guatemala
(mar. 2022-sep. 2023)
134
162
Costa Rica
00
Deportados
Panamá
Venezuela
Honduras
00
Colombia
Fuente: Insight Crimen, de datos gubernamentales de Guatemala, Honduras y México / ABC

Detenciones y deportaciones
de miembros de maras
Rutas comunes
Puntos de refugio
Deportados
Honduras
00
00
EE.UU.
(abr. 2023-ago. 2023)
9
San Diego
Monterrey
Honduras
(ene. 2022-sep. 2023)
29
Ciudad de
México
México
(abr. 2022-may. 2023)
36
El Salvador
Nicaragua
Guatemala
(mar. 2022-sep. 2023)
134
162
Costa
Rica
Fuente: Insight Crimen / ABC
Huir o esconderse
Desde la implantación del régimen de excepción, las opciones de los pandilleros para no ser detenidos han sido dos: esconderse –«muchos se han ido a las montañas»–, o abandonar el país hasta que cese el régimen de excepción. Los destinos elegidos han sido países cercanos, como Guatemala, Honduras o México, donde algunos han hecho una parada antes de intentar llegar a EE.UU.
Sin embargo, tanto D'aubuisson como Valencia coinciden en que esta fuga de pandilleros no ha afectado la dinámica de las organizaciones criminales de los países en los que han buscado refugio. Algunos de ellos han sido detenidos por sus gobiernos y deportados a El Salvador. «El impacto en los países vecinos es similar al que se tuvo en momentos de 'manodurismo' anteriores. No he leído nada que apoye que líderes salvadoreños estén estructurando pandillas en ellos. Deben estar esperando a que se calme la situación para volver».
«Las pandillas no son grupos transnacionales, son una marca y están muy poco vinculados con los grupos de otros países y no entienden sus estructuras», sostiene D'aubuisson. «Algunos han llegado a Guatemala, y hay bastantes en Tapachula (sur de México). No diría que el éxodo de pandilleros al exterior ha representado un fenómeno importante en el universo criminal».
El futuro de las pandillas
En cuanto a qué es lo que sucederá con estas pandillas en el futuro, mientras algunos informes oficiales hablan de una posible reagrupación de estas organizaciones criminales, D'aubuisson cree que los miles de pandilleros –muchos de ellos menores de edad– que quedan por detener «no representan un riesgo, ni un problema de seguridad pública por el momento. Creo que son números que buscan sobre todo justificar el régimen de excepción a largo plazo».
«Las cifras oficiales de pandilleros que todavía están libres creo que son números que buscan sobre todo justificar el régimen de excepción a largo plazo»
Juan José Martínez D'aubuisson
Antropólogo salvadoreño
Sobre la supervivencia de las maras, no cree que les quede mucho tiempo pues la existencia de Gobiernos autoritarios históricamente ha acabado con todo tipo de mafias y grupos criminales. «Por eso las dictaduras siempre son aplaudidas en los primeros años, porque representan cambios», afirma el antropólogo salvadoreño. Uno de esos cambios ha sido convertir a El Salvador en el país con mayor número de presos per cápita.
Un país sin paz
Pese a la extraordinaria disminución de asesinatos en el país –cerró el año 2023 con 2,3 homicidios por casi 100.000 habitantes–, Valencia no se atreve a afirmar que hoy El Salvador es un país que vive en paz. «Se puede decir que vive con la tasa más baja de homicidios de su historia. Y a fecha de hoy la proyección para todo el año 2024 es de 1,6 homicidios por 100.000 habitantes –en 2015 era de 106–», afirma. Esta disminución de las cifras no significa, sin embargo, la desaparición de la violencia en El Salvador «porque somos una sociedad violenta, una cultura violenta. Queda mucho para lograr ser una sociedad pacífica», asegura.
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D'aubuisson tampoco cree que El Salvador viva en paz, «porque esta no solo se circunscribe a que no haya tiros. Hoy por hoy, cualquier persona puede ser secuestrada por el Estado y no hay mecanismos a los que los salvadoreños podamos recurrir», sentencia.
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