Avanzan las protestas en contra del gobierno de Gustavo Petro
Según las cifras de la Policía Nacional, los colombianos se están movilizando más y sin violencia
Gustavo Petro, de la euforia a la crisis permanente un año después de su triunfo electoral

La plaza medio llena. La plaza medio vacía. Así como sucede con el dicho del vaso, las marchas en Colombia se valoran según el ojo con que se las mire y el activismo en esas variadas y agitadas plazas públicas en que se han ... convertido las redes sociales. Pero si nos atenemos a las cifras que entrega la Policía Nacional al final de cada marcha, sea a favor o en contra del gobierno de turno, lo que es evidente es que los colombianos se están movilizando más y sin violencia.
Por ejemplo, la marcha de ayer en contra del gobierno de Gustavo Petro, sus reformas (a última hora del día se hundió la reforma laboral, que supuestamente pasaría en esta legislatura ordinaria como resultado de un largo proceso de concertación), su política de paz y los términos de negociación con el ELN, convocó a 98.000 colombianos, donde Medellín, con 45.000 marchantes y Bogotá, con 32.000, fueron las ciudades de mayor movilización entre las principales capitales departamentales colombianas. No sorprende Medellín, bastión del antipetrismo. Y no deja de ser significativo el número de participantes en Bogotá, que ha sido siempre una plaza más independiente en afinidades políticas, con mayoritaria tendencia a la centroizquierda.
El pulso político en la calle ya se había dado este año. En febrero pasado, las marchas del 8 de febrero a favor del gobierno sumaron unas 28 mil personas, mientras las del 16 del mismo mes, en contra del gobierno y sus reformas, lograron la participación de 47 mil personas. Todo esto según la misma Policía Nacional. Y el pasado 7 de junio, pero convocada por las centrales obreras y el gobierno para que en la calle le dieran el respaldo a sus reformas, la asistencia no llegó a las 25 mil personas. Ese fue, precisamente, el día en que el presidente lanzó su más beligerante discurso, a la fecha, que generó rápidas reacciones de todos los sectores.
La llamada «Marcha de las mayorías», convocada por la oposición al gobierno, y las propias del gobierno, tienen varias similitudes. La más importante, que sucedieron en paz, no hubo desmadres, trascurrieron en clama. El propio mandatario, hizo énfasis en darle garantías a la jornada: «Hay unas marchas contra el gobierno. Nuestro mayor deber es cuidarlas y que no pase nada con ningún manifestante. Esa es la expresión del talante democrático: el que aquí se puedan expresar como quieran, siempre que se respeten los derechos», dijo Petro durante la ceremonia de ascenso del general William Salamanca, director de la Policía Nacional.
En general, aunque hubo toda clase de temas, algunos más cercanos a posiciones clásicas de la derecha -no al aborto, por ejemplo- que hoy no están en el centro del debate político, se puede resumir el mensaje de los ciudadanos como una clara petición al gobierno a reducir la polarización, a reflexionar y buscar avances reales en su rezagada gestión, y básicamente un llamado a la transformación consensuada. Esto significaría que la participación de esta jornada de protesta no solo fue de los partidos opositores a Petro, específicamente atendiendo la agenda del Centro Democrático, sino también la manifestación de sectores más de centro que no están satisfechos con el gobierno actual.
El senador Humberto de la Calle señaló en un trino que «las marchas son grandes. Petro debe hacer una reflexión. O abre el compás y logra objetivos transformadores menos radicales o corre el riesgo de mover el país a la derecha. ¿Una derecha moderada o una derecha radical? Esa es la pregunta», a la que se suman otras voces de centro y centro izquierda, en especial, que no quisieran verse representadas por el Centro Democrático o fuerzas de derecha más radicales, pero que tampoco se ven en la izquierda afín al gobierno. Por ejemplo, el exministro Alejandro Gaviria, el primer ministro de la coalición en ser sacado del gabinete por Petro, escribió: «El gobierno rompió con la idea de un gobierno de coalición. Prefirió insistir en la idea equivocada según la cual el programa de gobierno era un mandato popular inmodificable. Las consecuencias son evidentes. La democracia liberal necesita consensos para gestionar el cambio». Sin embargo, ese consenso requiere igualmente del centro, del cual muchos líderes brillaron por su ausencia y tal vez más interesados en cuidar las movidas para su próximo juego electoral regional.
Para Marcela Restrepo Hung, directora ejecutiva de Foro Nacional por Colombia, la ONG nacional especializada en participación ciudadana, «las marchas son una expresión ciudadana, una expresión de la ciudadanía. Las marchas, vengan de donde sea, plebiscitarias, en contra o por demandas de acciones del Estado, son totalmente válidas. Pero queda una sensación incómoda de la movilización ciudadana como parte del repertorio de los enfrentamientos entre los actores que lideran una transición democrática en el país y aquellos líderes que no están de acuerdo con esa transición. Hay un llamado permanente a estas movilizaciones de la sociedad civil, a lo cual tienen derecho las personas, pero mejor sería que estas marchas fueran iniciativas de las personas y no como parte del repertorio partidista polarizador».
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