Tobruk saborea la libertad

El amanecer saluda la ciudad libia de Tobruk, a unos 130 kilómetros de la frontera egipcia, cubriéndola con una tormenta de arena. Nada comparado con la coraza que la ha cubierto durante las más de cuatro décadas del régimen de Muamar Gadafi.

Tobruk, de unos 150.000 habitantes, es una de las ciudades del este de Libia que grita a los cuatro vientos que ya está liberada del yugo del sistema. Cualquier conversación de las que los reporteros mantenemos con los vecinos hubiera sido complicada antes en esta ciudad, hasta hace pocos días bajo el férreo control al que sometían las autoridades a locales y a foráneos.

Los muertos en Tobruk, apenas tres desde el primer día del levantamiento la semana pasada, son pocos comparado con los cientos que se están contando en Bangasi, de más de un millón de habitantes y convertida no solo en bastión opositor sino también en capital de este nuevo especie de estado semiindependiente que representa la Libia liberada.

"Nadie gobierna Tobruk en estos momentos. Estamos en una anarquía positiva", explica el doctor Aly, del Hospital central Al Betnam, insistiendo en que ya no queda resquicio de la autoridad del régimen.

Eso sí, lo que él califica de "tsunami" en el mundo árabe, incidiendo en la esperanza de que no solo sean Libia, Túnez o Egipto los que se levanten contra el sistema, necesitará de dosis de ayuda importante desde el exterior para la reconstrucción. "Esto es lo que pasa por hacer negocios con dictadores" recuerda a Europa.

A lo largo de la mañana se siguen escuchando disparos en Tobruk, pero nadie duda de que no se trata de ningún foco de resistencia. La ciudad recupera poco a poco la normalidad, pero casi 42 años de dictadura, los que lleva Gadafi en el poder, pesan mucho.