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Camila Parker-Bowles, de amante repudiada a Reina en solitario

La mujer del Rey Carlos de Inglaterra siempre ha mantenido una posición discreta como segunda esposa del heredero

Preocupación por el Príncipe Guillermo tras su ausencia de última hora en el funeral de su padrino

La Reina Camila de Inglaterra gtres
Ivannia Salazar

Ivannia Salazar

Corresponsal en Londres

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En el fascinante relato de la monarquía británica, tan lleno de tramas que incluso Netflix decidió hacer con él una serie, pocos personajes han experimentado una transformación tan dramática y significativa como Camila. Su historia, marcada por la polémica, el desdén público y la enorme presencia sobre ella de la inolvidable Princesa Diana, ha dado un giro a lo largo de los años que la ha llevado de ser la amante repudiada a la líder compasiva de la corona británica. Y además, de momento, ejerciendo en solitario, como lo demostró esta misma semana cuando hizo de anfitriona de los invitados de otras casas reales europeas que llegaron a la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor para una ceremonia en recuerdo del que fuera el último rey de Grecia, Constantino II, primo segundo del Rey Carlos III y padrino del Príncipe Guillermo. Precisamente, padre e hijo se ausentaron del acto. El primero debido a que está en tratamiento por el cáncer que padece, mientras que el heredero se retiró en el último momento por «motivos personales».

Así las cosas, sin el monarca y sin el segundo en la línea de sucesión, Camila se erigió como anfitriona absoluta y cabeza oficial de la monarquía en un evento y un lugar tremendamente simbólicos, escenario de bodas y funerales reales. La imagen había sido impensable hace sólo algunos años, pero despacio y con buena letra, la que fuera la 'villana' de la película, fue escribiendo su propio destino.

La polémica que rodeó a Camila en los años noventa, cuando su relación extramatrimonial con el entonces Príncipe Carlos salió a la luz mientras este aún estaba casado con Lady Diana Spencer, generó titulares y controversias que resonaron en todo el mundo. La trágica muerte de la Princesa Diana en 1997 solo intensificó la animosidad pública hacia Camila, cuya conexión con la desaparición de la 'Princesa del Pueblo' la convirtió en un blanco constante de críticas y ataques.

Humildad

A pesar de la difícil situación en la que se encontraba, Camila perseveró después en su papel de segunda esposa del heredero, manteniendo una presencia discreta durante años, apoyaba por un dedicado trabajo de relaciones públicas dentro de la monarquía destinado a mejorar su imagen. Su perfil bajo y su saber estar labraron con el tiempo una reputación que tuvo una cada vez mejor acogida por parte de la prensa local e internacional. Con el paso de los años y a medida que la sociedad evolucionaba, el público comenzó a reconsiderar la posición de Camila en la monarquía, dejando atrás las fuertes emociones de aquellos tiempos de telenovela. Su participación activa en organizaciones benéficas, su compromiso con las causas sociales y su papel como defensora de la educación y la salud mental allanaron el camino para una imagen más positiva. El público británico, poco a poco, comenzó a apreciar la dedicación y el esfuerzo que Camila aportaba a sus deberes reales.

La consolidación de su posición se vio reflejada de manera notable cuando, antes de morir, Isabel II dejó claro que una vez que su hijo ascendiera al trono, su nuera iba a recibir el tratamiento de 'Reina', pese a que en el 2005, el Palacio de Buckingham anunció que se convertiría en Princesa Consorte. Isabel II, la reina más longeva de la historia del país y adorada por millones de británicos, le dio, pese a que no todo fue sencillo entre ellas en el pasado e incluso llegó a referirse a ella, según la experta real Katie Nicholl, como «esa mujer malvada», su bendición final.

Carlos y Camilla, durante su proclamación como Reyes de Inglaterra gtres

El día de la Coronación, millones de televidentes fueron testigos de la subida a lo más alto de la pareja real, cuya historia de amor también tocó el corazón de muchos, una vez que demostraron que aquello iba en serio y para toda la vida.

Ahora, debido a la salud delicada del Rey, Camila ha asumido un papel más destacado dentro de la realeza. La lucha contra el cáncer del monarca ha colocado a su esposa en una posición de liderazgo inesperada, no sólo con más deberes oficiales y actividades en su agenda para representar a su marido, sino además con su manejo compasivo de la situación, su apoyo constante a su marido y su presencia, delicada pero firme, en eventos oficiales. Todo ello, una vez más, ha contribuido a mejorar significativamente la percepción pública sobre ella.

La Reina Isabel II junto a su hijo Carlos y su nuera Camilla gtres

Su papel destacado, antes impensable para muchos, la ha colocado en las últimas semanas y sobre todo en el último evento, en el centro de atención de una manera que nadie hubiera anticipado en los días oscuros de las décadas pasadas. La evolución de Camila, de 76 años, de figura controversial a líder respetada, no sólo es un testimonio de su propia determinación, sino también de la capacidad, según opinan expertos reales, del público para dejar atrás y aceptar el cambio en el papel de la que ya no es sólo la esposa del Rey sino una figura integral en la monarquía británica por derecho propio.

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