«Para tu hijo es más fiable preguntar una duda a Google que cuestionarte a ti»

El psicólogo clínico José R. Ubieto acaba de publicar '¿Adictos o amantes? Claves para la salud mental digital en infancias y adolescencias' (Octaedro)

«La mejor App de control parental que existe son los padres mismos con su presencia»

El psicólogo José Ramón Ubieto, autor de '¿Adicitos o amantes? (Editorial Octaedro) ABC

Para el psicólogo José Ramón Ubieto, «hay que aceptar que las redes ocupan un lugar central en la vida de los menores». Hablamos con él al hilo de la iniciativa surgida hace unos días que promueve una 'Adolescencia libre de móviles hasta los 16'.

Porque si hay alguien con una opinión formada sobre la posible gestión de los dispositivos en las familias es este experto, también psicoanalista y escritor, autor de libros como Del padre al ipad, familias y redes en la era digital y el más reciente '¿Adictos o amantes?' (Octaedro), donde da una serie de claves para la salud mental digital en infancias y adolescencias.

En este sentido, Ubieto no cree que sea realista una prohibición amplia e inmediata pero sí cree necesario el movimiento actual de madres y padres para retrasar la edad y regular los usos (tiempos y contenidos) . «La cuestión es más compleja que una prohibición o una fecha, implica desconexión, alfabetización y alternativas presenciales», afirma.

-Usted defiende que la virtualidad ocupa un lugar central en la vida de los menores. ¿No queda otra que aceptarlo?

-No solo en la vida de los menores. La idea es que lo digital empezó siendo una especie de complemento de la vida, donde los chicos adolescentes y adultos teníamos una vida física, analógica, que complementábamos con lo digital. Hacíamos nuestra vida y a ratos nos poniamos en el ordenador para ver fotos, encontrar alguna imagen… Cuando empezaban las redes, a colgar alguna cosa…

Sin embargo el mundo actual es un mundo híbrido: no es un mundo físico, que tiene un complemento u otro mundo paralelo digital al que tú vas un rato y luego vuelves, sino que tú vas a los dos al mismo tiempo. Laura Presley lo describe así: con una mano estoy cocinando croquetas y con la otra hablo con mi madre por el móvil. Esa es la vida que llevamos ahora.

Hacemos cosas en el mundo físico, cocinamos, paseamos, leemos un libro en papel.. Y al mismo tiempo que hacemos todo esto estamos consultando Google, colgando fotos en el Instagram, viendo videos de TikTok y pensando en las cosas que pasan en lo digital. No hay una línea entre estos dos mundos. Por eso hay autores que lo llaman mundo 'figital': físico y digital. Es un mundo híbrido. Quiere decir que hay cosas que antes estaban en lo físico y que ahora las hemos desplazado.

-Pero, ¿hasta qué punto?

-Hasta el punto de que la autoridad la hemos desplazado, digamos, del viejo régimen patriarcal -cura, padre, policía-, (en parte, no totalmente), hacia lo digital. Si tú de pequeña querías saber algo de Francia preguntabas a tu padre. Tu hijo ya no te lo pregunta a ti, directamente se lo pregunta a Google: «¿Dónde está Francia?» etc. Y se lo cree más que lo que le digas tú. Para el menor es más fiable preguntar a Google que su padre o su madre. Eso desde el punto de vista del conocimiento del saber hemos delegado en las máquinas. Y ahora, sobre todo, en la inteligencia digital. Nos hemos creído que la inteligencia artificial sabe más que nosotros.

La segunda parte es que hemos delegado también en las máquinas, en lo digital, las instrucciones para funcionar en la vida, las maneras de hacer, los estilos de vida, las habilidades, cómo comportarse socialmente… Un marco que antes te lo mostraban los padres, fundamentalmente. El cómo te tienes que vestir, cómo relacionarte con tu abuela, tu hijo, como ser hombre o ser mujer… Eso era algo que para saber tú mirabas al pasado, a los padres, a la sociedad, digamos que te rodeaba. Ahora eso lo encuentras en internet. O por lo menos lo buscas en internet.

Muchos adolescentes buscan videos para saber cómo se sabe si eres lesbiana, hterersexual, o cualquier otra identidad sexual. Es decir, hoy, muchos menores buscan su identidad sexual primero en lo digital. A mi consulta ha venido una muchacha que no sabía si era lesbiana. Había entrado en muchos foros de internet para preguntarlo. Ella vino a verme porque la respuesta que encontró no le calmaba la angustia.

Esta es una pregunta que hizo esta menor es relativamente importante. Pero no solo preguntan eso. Hay preguntas más dramáticas como: «¿Vale la pena vivir, con el panorama que tengo?» Padres separados discutiendo, un hermano que no para de molestar, amigos que me dejan de lado…¿Vale la pena vivir? Lo digital tiene un montón de 'tags'. Al final, esa chica va a encontrar respuestas que efectivamente le confirmen que no vale la pena vivir. Encima, Internet es como la cámara de eco de tu pregunta. Si tú quieres suicidarte, te responde cómo. Si quieres saber o hacer algo en Perú, tendrás información sobre ese país durante varios días.

Es un algoritmo, y hay cosas, matices, de los que la máquina no entiende.. Solo entiende que tú quieres suicidarte y te da ideas. Hace poco fue viral en TikTok el hashtag de 'cómo ser mujer'. En inglés era #Thatgirl. Se trataba de un conjunto de videos que se agrupaban, en el cual se daban consignas: Se tenían que levantar temprano, ordenar la habitación, desayunar saludablemente, tenían que estudiar, maquillarse… Toda una serie de cosas sobre de como comportarse que las chicas no le preguntan a su madre, porque se lo responde TikTok. Esto es lo que ha cambiado.

La autoridad epistémica, a la que le suponemos saber, no digo todo, pero está en internet y lo que se llama autoridad deontológica, quien te prescribe cómo debes comportarte también se busca en internet. Ese es el cambio fundamental. Hemos pasado de lo digital como un complemento a lo digital como un prescriptor, que te dice lo que no sabes y cómo debes comportarte… Los adolescentes ya no leen, van al TikTok, y ese es un cambio muy importante, que hace que nosotros los adultos perdamos influencia. Somos menos influencers.de lo que éramos antes.

-Que los padres pierdan su influencia en pos de la máquina no es lo óptimo, dígame que todavía hay algo que hacer en ese sentido.

-Las buenas noticias es que los adultos, los padres, los profesores, tenemos que tener claro que seguimos siendo influencers, pero nos lo tenemos que creer. Nosotros seguimos teniendo capacidad de influencia. No ya en los términos antiguos de poder, de: «tú harás esto porque te lo digo yo»; sino en el modo de: «Tú harás esto porque te conviene hacerlo, y porque yo sé que tienes problemas». Tenemos que mostrarles la autoridad, y ellos nos la darán o no. El poder lo tienes tú, pero la autoridad no, te la confiere el otro, es la otra persona la que te 'reconoce' el poder. En este caso, la autoridad te la dan los hijos si eres capaz de entender algunas cosas que les pasan y si conversas con ellos. Esa sería un poco mi receta básica.

Maneras de dimitir como padres

-Cuando llega lo digital, esa comunicación muchas veces se corta. 

-La clave está en intentar conversar con ellos no para sermonearlos, sino para acompañarlos en la búsqueda de soluciones. Ahí está un poco la clave. Si nosotros nos borramos, o dimitimos de nuestra función educativa, se romperá esa vía. Y podemos dimitir de varias formas: Una es pensar «a estos no los entiende ni su padre ni su madre» y mirar para otro lado es una forma de dimitir. La otra es ponernos muy rígidos en que «esto no puede ser» y tenemos la ilusión de prohibir los móviles antes de los 16 años. Esa propuesta solo sale de alguien que no quiere saber lo que significa lo digital. Otra forma de dimitir es alinearnos nosotros mismos en lo digital. Es decir, hacer exactamente lo mismo nosotros y pasarnos la vida en las pantallas.

En estos casos si no les ayudamos a tiempo… Pero si les ayudamos cuando somos capaces de compartir con ellos la atención.. El principal problema de lo digital no es que haya violencia, o que haya porno. Todo esto puede ser un problema pero no es el problema fundamental. El problema fundamental es que lo digital nos secuestra la atención. Leemos menos, comprendemos menos, escuchamos menos… Cada vez cuesta más. Estamos todo el día enganchados a la pantalla, no escuchamos lo que nos dice el otro. Todos los estudios de comprensión lectora dicen que leemos y comprendemos peor…

Nos roba sueño, pareja, hijos, comidas familiares… Todo. Ese es el principal problema, el secuestro de la atención.

-¿Cuál es su propuesta ante ese secuestro de la atención? 

-Mi propuesta es producir colectivamente una desconexión digital parcial: Reducir el tiempo de pantallas. Porque es una trampa eso de decir: «Hay que prohibirles, limitar». Ellos, los niños, los adolescentes, ¿son los que tienen que reducir el tiempo? Ellos solos no podrán. Tenemos que hacerlo los adultos, se tienen que poner de acuerdo las escuelas y los padres para establecer espacios libres de conectividad. También la administración y la industria tienen que regularse, porque es falso que una sola persona pueda lograrlo y más si es un menor.

Y no solo reducir el consumo. Frances Haugen, ingeniera de datos de META y autora de 'La verdad sobre Facebook' (Deusto), pasó a la prensa informes confidenciales que demostraban el daño que estaban causando las redes sociales en los adolescentes. Describió por ejemplo todos los problemas de trastornos de conducta alimentaria, derivados de lo que son las imágenes tuneadas, la manera en que se presentan las fotos, todos esos ideales de belleza que hacen que muchas chicas quieran parecerse.

«Todas las estrategias de desconexión digital se basan en lo colectivo»

-Unos pocos padres concienciados no pueden luchar contra eso, efectivamente. 

-Todas las estrategias de desconexión digital se basan en lo colectivo, como la iniciativa de los padres que quieren retrasar el móvil lo máximo posible. Antes hubo otras experiencias, como la puesta en marcha por el claustro y el equipo directivo del colegio ETON, el colegio de la élite inglesa, que decidió que entre las 20:00 y las 9:00 horas de la mañana no había móviles limitaron uso móviles para que los chicos pudieran dormir. Hubo quejas el primer día. Después todo el mundo agradeció que se les dejara dormir. la conexión permanente se había convertido en una exclavitud.

Hay otro ejemplo en España, en Tolosa, donde los padres y comerciantes se han aliado para dejar a los niños hacer llamadas desde los locales si lo necesitan. Las familias han implicado a los comerciantes y han llegado a un acuerdo para que los niños no lleven el móvil a las escuelas porque saben que las tiendas del pueblo comprometidas con la iniciativa tienen unas pegatinas en cada establecimiento que ponen: si necesitas llamar, entra. De esta forma, si el problema es que les damos el móvil por que se pueden encontrar con un problema por el camino, la solución es fácil, si tienes un problema, puedes entrar en cualquier tienda y haces la llamada a tu familia.

-Muchos padres aducen presión social. El temido: «Es que todos lo tienen».

-La cosa es que cuando los padres se plantean a qué edad les damos el móvil, si esa decisión la tienen que tomar individualmente cada familia, les será más complicado que si hay una acuerdo colectivo. Por fortuna, cada iniciativa de las anteriores va creando una cultura.

Pasó igual con los cumpleaños escolares. Hubo una época en que cada familia lo decidía. Si una traía chuches, otra bombones… Y al siguiente cumpleaños, otros padres aportaban eso o más. Todo eso generaba situaciones complicadas de gestionar. Así que muchas escuelas decidieron que solo se podía traer fruta o un pastel casero Solo una cosa y todos igual. Esto evitaba muchos problemas porque la presión que cada uno podía sentir de no estar a la altura de «no sé qué» desaparecía y no había que discutir con los niños: «Es que quiero llevar esto o lo otro» Se trae un bizcocho y listo. Este tipo de soluciones colectivas funcionan.

Las medidas que no funcionan son aquellas en las que dejamos toda la responsabilidad en el Gobierno, en la industria, que solo quiere hacer negocio, o en los padres que miran para otro lado… Toda esa falta de responsabilidad la va a tener que asumir tu hijo de 10 años y tú, que os váis a tener que autorregular..

Te pongo otro ejemplo. ¿Sabes que en Francia han intentado prohibir el uso del móvil en la escuela? Hicieron hace unos años una primera ley, que no funcionó. Un poco antes de la pandemia, hubo una segunda ley para que funcionase la primera. Y la misma semana que se promulgó la ley el primer ministro francés visitó un liceo y,todos los chicos, más los profesores, se hicieron una selfie con el primer ministro.

Resultó que los padres habían enviado un mensaje a sus hijos porque lo habían escuchado en las noticias avisándoles de que el Primer Ministro iba a les cuela que por favor se hicieran una foto con él. No se puede prohibir las ganas de ser mirados, de exhibirnos… la pulsión, el empuje, si al narcisista le gusta mirar y que le miren… Eso no se puede prohibir, se puede limitar.

Sí que sirven las estrategias de desconexión parcial colectivas. Tanto si es en el seno de la familia como en la comunidad educativa, pero socialmente tienen que ser colectivas y consensuadas, si no, no nos sirven.

-Queda claro que la unión hace la fuerza, y que un joven es imposible que se autorregule solo. 

-Porque es mentira que los adolescentes se autorregulan. Sobre todo porque a veces se dice que la tecnología es neutra y que todo depende del uso que se haga. Esto es verdad si tu hablas de un martillo, salvo que se nos haya ido la olla, el martillo todavía no te envía modificaciones, ni te habla. El martillo está quieto en la caja de herramientas y si tú no lo vas a usar este no dice ni mú. Un móvil no habla, pero te envía notificaciones y te sugiere usos posibles… La tecnología digital es colonizadora e invasiva…

En lugar de poner el énfasis en prohibir, deberíamos poner el énfasis en proponer. Es más interesante pensar en aquello de lo que tú te estás privando (lectura, encuentros familiares) Insisto, es mejor pensar en eso, tenemos que pensar en lo que estamos renunciando. Debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué me estoy perdiendo en el camino? Si reflexionamos sobre esto, entonces a lo mejor encontramos propuestas de actividades no virtuales como tiempo libre, deporte, lectura, encuentros… Hay que pensar en positivo: ¿Qué podemos proponer como alternativa a eso? No rompernos la cabeza en cómo le arrancó el móvil al chico, que es lo que al final es lo que acaba pasando. Arrancar un móvil no es arrancar una muela, pero casi.

-¿Cuáles serían las estrategias que se proponen en este libro? 

Hay varias estrategias. La primera es la desconexión digital. La segunda, proponer alternativas a lo virtual. El problema de esto requiere tiempo y atención, y a veces los padres por temas laborales, o personales, llegan a casa con mucho cansancio yno pueden dar toda la atención. Hay que ver en ese sentido el Gobierno qué propuestas hace para las familias de actividades digamos, de tiempo libre, que no sean muy costosas.

Por otra parte está la alfabetización digital, que es tomar conciencia de que esta tecnología necesita enseñarse. No es dejar simplemente que ellos aprendan, no se trata solo cuestiones técnicas. La alfabetización digital es mucho más que eso de poner controles. Es enseñarles que los valores éticos que nos sirven en la vida real, deben también ser válidos en lo digital es decir, si no admitimos el insulto en la vida real, no debemos admitirlo en la vida online, o si no mostramos nuestras fotos a cualquiera en la vida real tampoco en la vida online. Los principios son los mismos: el respeto, la privacidad, igualdad, seguridad… Todo eso tiene que servir igual en un lado que en otro. No enseñarles cómo se maneja el TikTok, sino enseñarles que esa red se rige por los mismos principios que se rige la vida.

A mi juicio esas tres propuestas, menos pantallas y más estrategias colectivas y alfabetización digital serían las claves para una salud digital.

-¿Más que poner una edad?

-Más que poner una edad, porque todo eso es muy relativo. Un niño de 12 años puede ser bastante maduro y le puedes dar las llaves de la casa, pero al colega, que es otro niño de la misma edad, no le dejarías nunca las llaves. Y un móvil son las llaves de un mundo mucho más grande que tu casa. Si no confiamos en ellos, y no le darías las llaves de tu casa, no le dejes un móvil (o no totalmente solo). ¿A qué año se deja un móvil? Con un dispositivo se pueden hacer muchas cosas, pueden ser para llamadas o WhatsApps a los 12 años, pero no para internet. Para empezar, no lo necesitan para nada. Te dicen que se mueren sin el móvil. Nadie se ha muerto por eso. Es crear necesidades inexistentes.

Siempre explico que hay estudios americanos que dicen que la variable más importante para el éxito académico es comer o cenar juntos, en familia, sin pantallas. Es la oportunidad de comunicarte. Al no tener pantallas, te ves obligado a hablar y que te cuente, que «hoy ha pasado un lío en clase, un niño que no entiende el idioma, aunque no va conmigo». Ahí tú como padre puedes apuntar: «¿Quizás deberías ayudarle? ¿O hablar con el profesor, si no te atreves a enfrentarte con el resto? Es el momento para hablar de cosas importantes.

Hay que aprovechar los momentos de convivencia, los ratos juntos, para recuperar esa autoridad y esa influencia. La autoridad viene del que da soluciones. Autoridad viene de 'autor', el que invierte, el que crea. La autoridad sólo volverá a nosotros si encontramos soluciones y para encontrar soluciones de las cosas que le pasan a tu hijo tienes que hablar con él, encontrar el momento para charlar. Si te cuenta que en su clase está habiendo un caso de acoso, puedes decirle: «¿cómo lo podemos hacer, si molestan a tu amigo?». Seguiremos siendo influyentes si encontramos soluciones con ellos. No hay otra. Si dejamos que las busquen en las redes sociales perderemos nuestra capacidad de influencia.

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Sobre el autor Carlota Fominaya

Periodista. Siempre en ABC. Primero en Economía, luego en Madrid y ahora en Familia, desde donde hablo de lo que de verdad importa: las dificultades cotidianas y las historias de quienes las superan

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