Sin móviles hasta los 16 años: la iniciativa catalana que se extiende como la pólvora por toda España
El objetivo es retrasar en la medida de lo posible el acceso a los smartphones
Miles de familias se unen para evitar el acceso de los niños a los móviles antes de los 16 años

El grupo de Telegram de familias del barrio barcelonés del PobleNou, 'Poblenou_adolescència lliure de mòbils', cuyo objetivo es que sus hijos tengan una adolescencia libre de móviles, ha trascendido ya a todos los rincones del país.
En tan solo cuatro días, ... desde que se dio a conocer la iniciativa catalana, se ha creado un grupo general del que dependen las comunidades que se van adhiriendo, como Madrid, Álava, Navarra, Islas Baleares, Alicante, Almería, Cádiz, Málaga, Granada, Huelva, Jaén, Sevilla, Castilla-La Mancha…
Los seguidores suben por minutos, dando muestra de un malestar generalizado que ya es una realidad social. Su objetivo, tal y como declaran las familias con las que este diario ha contactado a través del canal de Madrid, es seguir creciendo porque tienen claro que «es necesario unirse para tener más fuerza y poder realizar acciones encaminadas a retrasar el uso de los smartphones a los 16 años».
De hecho, el éxito es tal que en Madrid (Telegram: MAD-Adolescencia sin móviles), por ejemplo, para ser operativos, se están creando canales para cada municipio y barrio de la ciudad. Por el momento están en Alcobendas/Sanse, Boadilla-Brunete y Pozuelo. Asimismo en la ciudad hay canales por distritos como Chamberí, Chamartín, Retiro-Moratalaz, Fuencarral-El Pardo y al cierre de estas líneas es posible que se hayan añadido más.
Es curioso porque el movimiento surgió a finales de septiembre, cuando Elisabet García Permanyer, madre de tres hijos, creó el grupo de WhatsApp 'Poblenou_adolescència lliure de mòbils'. Lo hizo, explica Serra, «muy alertada por la entrega prematura de 'smartphones' a niños y niñas» y sin mucha más pretensión que dimensionar el fenómeno en el barrio. «Sin embargo, se viralizó enseguida y el chat llegó a colapsar relativamente pronto», añade este miembro de la iniciativa.
Por este motivo se 'mudaron' a Telegram, donde los subgrupos elevan la cifra hasta la friolera de 100.000 usuarios en un solo grupo. R.S., el padre que dio el paso de abrir el grupo de Madrid, ha estado viviendo hasta el verano en Barcelona y al llegar a la capital 'no daba crédito' a la pasividad que veía: «allí había un movimiento de asociacionismo muy acusado, mientras que aquí no se movía nada. Pero se trata de unirse para poder empujar un poco. Es necesario hacer presión para que las administraciones tomen cartas en el asunto».
Objetivo alcanzcable
Por el momento, en el grupo de Madrid, al igual que se está haciendo en el resto, explica R.S., «se están compartiendo recursos, hay un foro de debate para realizar propuestas, y hay colgado un documento de adhesión a este movimiento, entre otras cosas, mientras los usuarios no paran de crecer». Para este padre, «hay un par de generaciones afectadas ya, pero es posible que la que ahora tiene menos de 12 años, no. Es un objetivo alcanzable, igual que se consiguió prohibir el tabaco en ciertos lugares y que a día de hoy todos veamos raro que un niño de 13 esté fumando, algún día veremos raro que un niño menor de 16 tenga todo el día en la mano un smartphone a tope de datos».
Él, de hecho, tiene una hija de 9 y se ha metido en este grupo «para prevenir y prepararme, porque quiero retrasar el momento en el que la niña tenga un dispositivo móvil todo lo que sea posible. «Sin entrar en alarmismos, creo que una familia que le da un móvil a un niño de 12 años se está jugando tener una adolescencia más complicada. Soy ingeniero aeronáutico. Si me hubieran dado un móvil a esa edad hubiera estado horas mirando las pantallas. Es decir, no es solo por los contenidos que consumen si no por todo lo que dejan de hacer. Sin entrar el lo nocivo que puede ser el acceso temprano a la pornografía, a páginas que no toquen, o las mismas 'fake-news'. Su cerebro no está preparado y los móviles están creados para enganchar».
«Dejan de hacer otras cosas». Así lo corrobora otro miembro del grupo madrileño llamado Joaquín, con dos niños de 6 y 10 años. «Muchos amigos de mi hijo mayor tienen móvil desde la Primera Comunión. Les estamos metiendo en un marco mental que no les corresponde». De la misma opinión es H.G., también profesor y padre de dos niñas de 7 y 9 años. «Cuando por algún motivo han tenido acceso en un viaje largo, por ejemplo, después las he notado de mal humor, enfadadas, lloraban… Desde entonces hemos pasado a las 'pantallas cero' en casa y todo ha mejorado sustancialmente. Existe una falta de conocimiento y rigor sobre los beneficios que puedan reportar las pantallas mientras que subestimamos el riesgo que supone su uso a nivel cognitivo y la pérdida en la adquisición de ciertas habilidades y competencias que tiene que adquirir un menor de manera natural o analógica».
Para R.S. todo esto forma parte de lo mismo, pero hay que tener claro que es posible luchar contra lo que él llama los 'tecno-mitos'. «Nos van a decir que si 'todos lo tienen' y contra esa presión social tengo que decir que siempre hay que remar en la dirección que uno crea y no dejarse arrastrar por un río que está muy sucio. También nos dirán lo importante que es la educación digital y que no les podemos apartar de la tecnología. Es como si estos niños, que son nativos digitales, superan programar, cuando solo saben funcionar un móvil con aplicaciones diseñadas y preinstaladas. Nadie da hoy informática como aprendimos nosotros, hace treinta años, que teníamos que aprender a programar. Eso sí que era revolucionario».
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Estos tres padres son tan solo un ejemplo del sentir de las familias, cada vez más numerosas, que se están adhiriendo a esta iniciativa y que esperan que «se coordine bien, aproveche las sinergias que puedan surgir y genere la notoriedad suficiente para que no se pierda el impacto y se involucre toda la sociedad». «El móvil o las tablets, como la sal y el azúcar, cuánto más tarde mejor», concluye H.G.
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