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Qué hacer cuando tu hijo te dice «no quiero», «no me gusta», «eso no lo como»

Implicar a los niños en la cocina puede ser clave a la hora de lograr una alimentación sana y equilibrada

«Ningún niño ni adolescente debería ponerse a dieta o llevar una alimentación restrictiva»

Nutricionistas y psicólogos coinciden en que no hay que obligar nunca a un menor a comer abc
Carlota Fominaya

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¡Cuántas veces has oído a tus niños decir «no quiero...», «no me gusta....». O cuantas veces se han puesto a llorar, o se han disgustado por tener que comer algo nuevo, a lo que no están acostumbrados.

Los padres tienen grandes responsabilidades, entre ellas, que sus hijos tengan una alimentación sana y equilibrada como base de una buena salud presente y, sobre todo, futura.

Que no se alimenten bien, en proporción y equilibrio, o que no coman determinados alimentos que tienen un gran aporte nutricional -generalmente frutas y verduras-, es un tema que preocupa a muchas familias.

Pero si un niño se niega a probar un alimento, tanto nutricionistas como psicólogos coinciden en que no hay que obligar nunca a un menor a comer. «Jamás hay que insistir y mucho menos castigar a una persona para que coma», advierte Rosa María Nieves, psicóloga y directora de las Escuelas Kitchen Academy.

Tampoco 'disfrazar' el asunto. Porque otro de los errores que cometen los padres en su afán por que los niños coman, añade, «es distraerles para que coman con el objetivo de que no sepan que están comiendo».

Tampoco es efectivo, prosigue esta experta, «ofrecerles premios (normalmente chucherías si comen), evitar que coman entre horas (pensando que luego comerán mejor)… Porque todas estas opciones llevan inevitablemente al «fracaso alimenticio».

El 'superpoder' de los padres

 Entonces, ¿qué podemos hacer para que se alimenten mejor? «Debemos entender que los primeros aprendizajes que realizan los niños, son fruto de la observación e imitación. Bandura ya demostró que las personas aprendemos sin esfuerzo imitando lo que observamos. Este hecho, nos otorga a los progenitores un indudable «superpoder». Tenemos la indudable capacidad de influir en el desarrollo físico y mental de nuestros hijos, siendo conscientes de que lo que hacemos, deja una huella más profunda que lo que decimos. Somos por tanto modelos de conducta, y en este caso concreto, 'patrones de conducta alimentaria', asegura la psicóloga y directora de las Escuelas Kitchen Academy.

En esta línea, prosigue, «una vía con resultados demostrados para que nuestros hijos tengan la tentación de probar distintos alimentos, que podamos posteriormente incorporar en la dieta familiar es que los niños participen de las actividades de cocina. La cocina, un espacio repleto de riesgos, limitado para ellos y por eso mismo, lleno de atractivos e incentivos«.

Para eso los padres, apunta Rosa María Nieves, «deberán superar algunos 'miedos' perfectamente entendibles y preguntas tales como '¿se cortará?', '¿se quemará?'... Miedos que nos acompañan a lo largo de la vida desde que comienzan a andar, como el '¿se caerá?', '¿se perderá?'... Miedos basados en riesgos reales, que si bien no podemos eliminar, si es posible minimizar. Tarde o temprano cogerán un cuchillo, querrán freír o cocer algo, y lo mejor que podemos ofrecerles, es el conocimiento sobre como hacerlo con la mayor prevención».

A su juicio, «un riesgo controlado que nos permite disfrutar de los múltiples beneficios de quelos niños cocinen con nosotros«. Lo más importante, asegura, «es que siendo una actividad que les gusta y les divierte, en ese tiempo que se les pasa volando realizan muchos aprendizajes significativos. No solo aprenden sobre alimentación y propiedades nutricionales, sino también sobre salud, matemáticas, geografía o química…».

En cualquier caso, desde su perspectiva como psicóloga, «el valor más importante que aporta a los niños cocinar con sus padres está vinculado con el tiempo que pasan juntos. Una actividad fantástica para conectar con ellos, favoreciendo la comunicación, la relajación, el entretenimiento y el conocimiento mutuo».

Tradicionalmente, rememora, «la cocina ha sido el punto de encuentro de las familias. Un lugar dónde hablar y compartir tiempo, que lleva asociados números efectos positivos a nivel físico, mental y social. Con el paso del tiempo, las prisas y la vorágine del día a día nos han ido absorbiendo, y cocinar en familia ha quedado relegado a un segundo plano«.

«Animo a las familias a que esto no se pierda y que planifiquen parte de su tiempo libre para compartir con su hijos una actividad como es cocinar en familia. Se trata de una actividad divertida y creativa que hace que los niños asocien una experiencia positiva, con una alimentación sana y equilibrada. Llevar a cabo esta práctica de forma reiterada y no solo puntual garantizará la adquisición de hábitos de nutrición y alimentación sana y equilibrada que tendrán efectos positivos en su salud física«.

Así que, concluye Rosa Mª Nieves Cuesta, busquemos herramientas que nos ayuden a incluir al niño en la actividad de cocina familiar. «Están las escuelas especializadas, pero también tenemos a un clic multitud de materiales en internet que pueden ayudarnos en esta labor. Pero recordar que lo más importante, la intención, la ponemos los padres«.

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