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'Binge drinking', el formato de bebida en atracón que arrasa en los botellones adolescentes

La campaña de DUAL pone el foco en el aumento de menores que beben en atracón y del riesgo que supone

Reto para padres: Que tu hijo no se inicie en el alcohol este verano

Beber en la calle es algo común en España, y más en verano y durante las fiestas de los pueblos ABC
Carlota Fominaya

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Beben grandes cantidades de alcohol en muy poco tiempo, en el marco de botellones, donde los jóvenes «tienden a integrar la ingesta de cinco o más copas, en el espacio de dos horas, aproximadamente, como un juego más de naturaleza competitiva. Es lo que se denomina 'Binge Drinking'», alerta Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de la Asociación DUAL.

Este fenómeno es, también, el hilo conductual de la última campaña de prevención lanzada por DUAL y financiada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre drogas. 'Vive en atracón' es el título del spot, que se inicia con imágenes de un botellón en las que los jóvenes optan por vivir borroso, seguida de otra secuencia cuya propuesta es vivir a tope, donde se les puede ver disfrutando de alternativas de ocio para las que en absoluto necesitan consumir alcohol.

Este tipo de ingestas son más habituales en la época estival, y se intensifican con la llegada de las vacaciones y las consiguientes fiestas de barrios y pueblos. Unas circunstancias que tal y como denuncian desde DUAL, «propician el debut en el alcohol de muchos menores que el verano anterior estaban jugando al baloncesto y eran los que más canastas metían y que de pronto se encuentran en una situación de descubrimiento, de avance, de rito de paso de la infancia a la edad adulta y que suele ir de la mano de algún miembro de la pandilla de más edad que provee de alcohol al grupo».

Es, además, una forma de iniciarse en el consumo «muy peligrosa para la salud», advierte Izquierdo. En este sentido, el mayor peligro para el experto es que la ingesta compulsiva se centra en el juego o en el afrontamiento de retos y desafíos más que en la bebida como fin en sí mismo. «Esto incrementa el riesgo de desencadenar situaciones críticas como comas etílicos u otros episodios de emergencia sanitaria», denuncia.

No hay que olvidar, explica Joan Ramón Villalbí, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), «que el alcohol en menores es mucho más peligroso que en adultos, porque el cerebro humano se desarrolla hasta los 21 años aproximadamente, lo que le hace mucho más sensible a esta sustancia», explica. Para el delegado de Gobierno del PNSD, uno de los principales factores que explican el 'binge drinking' «son los amplios horarios de los establecimientos de comercio de alcohol, donde se compra y no se bebe, como tiendas de alimentación y supermercados, que venden alcohol al por menor a un precio relativamente barato».

En esta línea, Villalbí recuerda que todas las comunidades autónomas tienen prohibida la venta de alcohol a menores y muchas de ellas también la adquisición en comercios alimentarios a partir de ciertas horas. «Es verdad que en unas el horario es más amplio, en otras más restrictivo, y que a veces los controles de la venta de alcohol en menores no se cumplen, por lo que las administraciones pueden actuar».

Por ello, un año más, desde DUAL proponen hacer «un esfuerzo colectivo» como sociedad para marginar la práctica del botellón, «un fenómeno que no ocurre en ningún otro país del mundo, ya que en la mayoría, curiosamente igual que aquí, está prohibido beber en la calle, fuera de las terrazas de los establecimientos de restauración».

Sin embargo en España, prosigue Izquierdo, «nos hemos relajado y familiarizado con la escena de ver gente en la calle bebiendo durante las fiestas patronales o de distrito, donde lo único que se hace es perimetrar la zona y la única preocupación es que las botellas no sean de cristal. Pero debemos hacer un esfuerzo colectivo por erradicarlo, consiguiendo que sea negativo y repudiable. Entendemos que las autoridades sanitarias y la administración deben liderar un movimiento que ya obtuvo un éxito rotundo con el hábito de fumar: ese es el ejemplo a seguir», sugiere. La cuestión es que, «mientras el botellón siga normalizado y los padres crean que el alcohol anima las fiestas… No habremos avanzado nada», advierte.

Cambiar los patrones

Es precisamente en las familias, remarca Izquierdo, «donde es necesario hacer una labor previa y anticipatoria con los hijos y tener charlas del tipo:'no tengas prisa, es probable que bebas, pero de otra forma, y puedes elegir con quién y cuándo beber'». Recomienda, además, establecer medidas de control y supervisión razonables y estar alerta de posibles signos de consumo en los jóvenes, ya que los progenitores suelen pensar que sus hijos beben menos de lo que realmente lo hacen. «Tendemos a ver a nuestros hijos como más pequeños de lo que en realidad son y sobreestimar el efecto de nuestra capacidad regulatoria. De hecho, solemos pensar que los nuestros no beben».

Este psicólogo aboga por último por favorecer la comunicación de un modo abierto y comprensivo, y ser flexibles sin olvidar establecer un marco normativo bien definido. «Caemos en la trampa de pensar que controlar es incompatible con confiar, pero dentro de la labor natural de los padres está el hecho de que hay que supervisar», recuerda.

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