Bebidas energéticas: no antes de los 18 años por este importante motivo
El 68 por ciento de los adolescentes consume bebidas estimulantes, mal llamadas 'energéticas'
Bebidas estimulantes, los peligros de su «efecto rebote»

La escena se puede observar en cualquier máquina pública de 'vending', pero también en los supermercados. Un grupo de adolescentes de todas las edades simula estar haciendo la compra cuando en realidad lo que está haciendo es adquirir bebidas 'energizantes'sin ningún tipo de supervisión.
En estas edades, la cosa se agrava porque la ingesta de las mismas va acompañada, en muchas ocasiones, de alcohol, en un momento vital en el que, tal y como advierte la doctora Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), «los niños y adolescentes son organismos en crecimiento y desarrollo, tanto físico como psicológico´y social».
Es lo que en pediatría se ha convenido en llamar «ventana de oportunidad», señala Leis. «Los padres deben saber que debemos proteger este desarrollo para tener a un niño y a un adolescente sano, pero también programar la salud del adulto y posterior mayor para que este tenga mejores expectativas y calidad de vida».
«Tanto los niños como las familias tienen poca información sobre lo que supone consumir este tipo de bebidas estimulantes», apunta esta doctora, «no somos conscientes de qué contienen estas bebidas y muchos probablemente lo interpretan como un refresco y se preocupan más por el aporte de azúcar que de otra cosa pero no son refrescos. De hecho, pueden tener más o menos azúcar pero la mayoría supera los 32 miligramos de cafeína por cada 100 ml, eso son 80 miligramos por lata, la cafeína equivalente a tomarse dos cafés de golpe, algo que no daríamos nunca a un niño», e «incluso mucho más, ya que estas bebidas cada vez se venden en envases más grandes» opina. «Algunas marcas, además», como explica la pediatra, «añaden otras sustancias que también llevan cafeína, como el guaraná, y que no se tiene en cuenta en el cálculo de la cafeína que aportan», lamenta.
Perfil del consumidor
Hay factores que parecen favorecer el consumo de este tipo de bebidas, apunta esta pediatra, «las consumen más los chicos que salen de noche, hasta más tarde y tienen disponibilidad para comprarlas». Aunque también hay factores, admite, que parece que pueden proteger frente al consumo de este tipo de bebidas, según datos publicados en el reciente informe de la Encuesta sobre alcohol y drogas en enseñanzas secundarias (ESTUDES) de 2023.
«Los niños que leen o que practican actividades lúdicas como tocar un instrumento tienen un menor consumo de estas bebidas estimulantes al igual que, una vez más- reconoce esta pediatra-, hay grupos más vulnerables que nos indican una determinada línea de prevención y lo que nos señalan es el camino para promocionar estilos de vida saludables».
Cambio de nombre
En esta batalla contra el consumo de bebidas energéticas habría varios campos que la doctora considera importantes pero el primero sería cambiar el nombre que se da a estas bebidas, que deberían pasar de ser llamadas 'energizantes' a 'estimulantes'. «El título actual puede llevar a la confusión porque muchas veces se consumen como hidratación en eventos deportivos buscando un mayor rendimiento, la consecución de mejores marcas físicas…».
Pero la hidratación, remarca Leis, «tiene que provenir del agua. Cuando una persona quiere tener buen rendimiento físico lo que tiene que hacer es entrenar bien y seguir todas las indicaciones de los entrenadores y especialistas en actividad física».
Desde 2023 la AEP, recuerda Leis, recomienda el consumo cero de este tipo de bebidas en menores de 18 años. Las consecuencias para la salud de este exceso de cafeína en el organismo, especialmente en la población infanto-juvenil, son todas deletéreas: afecta negativamente a la microbiota intestinal, fomenta las alteraciones del sueño y la excitabilidad, puede causar caries, náuseas, vómitos y problemas en el sistema cardiovascular como arritmias, taquicardias o hipertensión arterial. Desde aquí, insiste, «solicitamos su regulación, como ya sucede en otros países como Polonia, Lituania o Letonia, o en comunidades autónomas como Galicia, donde ya existe un anteproyecto de ley para prohibir su venta a menores de edad».
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Su consumo coincide además con que en la etapa de la adolescencia la práctica de ejercicio físico se reduce drásticamente. Concretamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifró, en un reciente estudio, en un 76% el sedentarismo en esta franja de edad. Paradigmáticamente, los adolescentes son también los mayores consumidores de estas bebidas estimulantes, mal llamadas «energéticas». El 68% de los adolescentes europeos de 10 a 18 años las consume, según el informe de 2013 de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés). En España, según datos publicados en el reciente informe de la Encuesta sobre alcohol y drogas en enseñanzas secundarias (ESTUDES) de 2023, el 37,7% de los adolescentes de 12-13 años y el 47,7% de 14 a 18 consumen estas bebidas.
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