'Curas de presencia' con tus hijos, qué son y todo lo que te aportan
Ares González, autor de «Educar sin GPS», recomeinda que los progenitores tengan una presencia continua y de calidad

¿Sientes que no llegas a todo o eres de las personas que disfrutas de la crianza? En una época donde las prisas y las dificultades para la conciliación son una máxima generalizada a todas las familias, Ares González, autor de «Educar sin GPS» (Editorial Planeta), ... invita a los padres a cambiar el foco y mirar con gafas de un niño «que nos necesita y que lleva otros tiempos». «¿Quién no ha tenido que hacer algo importantísimo a última hora, ha buscado un hueco en casa para estar tranquilo, con un pequeño pegado a su pierna, y ha terminado perdiendo la concentración y la paciencia? Es normal acabar enfadados, porque no hacemos ni una cosa ni la otra bien. Por eso para mi, el mensaje está claro: tenemos que aprender a poner límites y ponérselos a nuestras circunstancias ».
La presencia de los padres determina el desarrollo infantil, pero hoy en día somos padres que no estamos presentes. ¿Qué podemos hacer? Hoy es algo muy difícil de poner en marcha.
Más que nunca la presencia está en peligro. De hecho, la gran dificultad de hoy en día es que los padres tengan una presencia continua y de calidad. Muchos de los problemas de hoy en día vienen de esta circunstancia actual, tenemos unas agendas laborales terribles, muchos compromisos.. al final ponemos a los hijos en un segundo plano sin querer. El mejor regalo que le puedes hacer es estar presente. Es cierto que supone para muchos una encrucijada pero como padre tienes que saber que él o ella te necesitan como referente estable para poder tener seguridad. Tu presencia determina su desarrollo : solo estando disponibles y prestándoles atención podemos acompañarles en sus dificultades y ayudarles a regularse.
Antes se decía eso de que tiempo de calidad en lugar de cantidad. ¿Sigue vigente o es un consuelo?
No solo es tiempo de calidad (que también), sino de continuidad en el tiempo . Tus hijos necesitan saber que estás ahí para responder a sus necesidades cuando ellos lo necesitan. Está claro que no vamos a satisfacer todas, pero es ahí donde entra en juego la batería de la seguridad. Cuando está por encima del 50 por ciento, se relajan porque están seguros y sostenidos por su figura de apego. Necesitan una continuidad de nuestra presencia a lo largo de la semana, para poder confirmar una y otra vez que tendrán una dedicación y un amor incondicionales. Este sentimiento de confianza es la base para desarrollar posteriormente su autonomía y descubrir el mundo. Es más, incluso en la distancia, ellos necesitan saber que estamos disponibles.
¿Cómo podemos actuar?
Propongo a los padres hacer curas de presencia con sus hijos . O estás o no estás, pero para estar a medias es mejor no estar porque en realidad, es como si no estuvieras. Muchas veces de 40 minutos que compartimos estamos a todo, a medias con el trabajo y con ellos. Nuestros hijos son muy sensibles y saben cuándo estamos a medias o pretendemos estar sin hacerlo. Es mejor estar dividir el tiempo y estar 20-20 enfocados en cada cosa por separado.
Tenemos un horario que suele estar marcado por las comidas, el trabajo o el colegio. Busca una franja en la que deberías estar presente con tus hijos: dos o tres horas después de la escuela, los sábados por la mañana... y bloquea o restringe el uso del móvil, por ejemplo. Se puede hacer con aplicaciones específicas o simplemente poniendo el teléfono en «modo no molestar» o «modo avión». También desactiva las notificaciones que tengas, será mucho más fácil.
Uno de los mayores disruptivos de esta relación son los móviles.
En mi libro propongo una serie de ejercicios para el desenganche del móvil dentro de la familia. El ejemplo que estamos dando con respecto a las pantallas es terrible, y es un trabajo que tenemos que hacer porque a veces les exigimos a los adolescentes que no abusen de las tecnologías pero como adultos lo hacemos de una forma inconsciente. Funciona el ejercicio. Existen aplicaciones que bloquean el teléfono cuando estás con tus hijos. También se pueden utilizar para trabajar en bloques de 90 minutos para evitar distracciones.
El enfoque del libro es disfrutar de la crianza.
Es que estamos siguiendo un guión muy fuerte, hay una exigencia altísima por parte de los trabajos, llevamos una vida que va a mucha velocidad y se nos olvida que los niños tienen otro “tempo” . Si nosotros vamos a 120 revoluciones ellos van a cuarenta. Y para poder disfrutar tenemos que bajar a su tempo. A veces tenemos que parar y observar para poder disfrutar. Hazte esta pregunta: ¿tienes la oportunidad de ir tranquilamente, andando a su velocidad, observando lo que ocurre y disfrutando de un pájaro o de una hoja en el camino? Con niños de uno a tres años es toda una experiencia, y una forma maravillosa de poder detectar qué es lo que necesita cada uno. Considero necesario invitar a reflexionar sobre el tempo de la infancia.
¿Cómo haces esto con la vida que llevamos?
Es cierto que vivimos en el peor momento para criar, en la pareja y con los hijos. Como te decía, tenemos una vida con muchas exigencias pero podemos establecer algunos momentos a lo largo de la semana donde rebajemos ese tempo y disfrutemos de nuestros hijos. Una propuesta puede ser hacer algo cada cierto tiempo por cada persona que compone la familia.
En su libro habla de apego seguro, inseguro… ¿Qué tal lo hacen las familias españolas?
Creo firmemente que las familias que generan un apego inseguro en sus hijos son pocas, por lo general saben lo que necesitan sus hijos, aunque en algunos momentos se desajustan un poco y es ahí cuando hay que reajustar. Las herramientas son la presencia, el bienestar familiar, los cuidados, alimentación, sueño, autonomía y límites claros y, sobre todo, permitirles ser y expresarse. Al final todo eso genera que el vínculo de apego esté mejor.
Todavía hay confusión a la hora de poner límites.
Pero es más importante que los límites, es el marco de acción, que es lo que se puede hacer y no en nuestra casa. La infancia requiere un marco claro de acción para poder desarrollarse con libertad, respeto y responsabilidad. Hay cinco factores que determinan el marco de acción:
Lo que se puede hacer y lo que no.
El rol que tienen las figuras de referencia.
Las posibilidades que ofrecen el espacio y el entorno.
La “danza” entre la autonomía y los límites.
Los hábitos y las rutinas que organizan la vida.
¿Dónde fallamos principalmente?
Hay dos cosas que necesitan los niños. Una es el amor y otra la estructura. El amor se da por descontado pero la estructura es lo que a veces nos falla y eso produce mucho estrés a los menores. La estructura tiene que ver con las rutinas, las normas de casa… con muchas cosas que hacen que los niños y las niñas estén bien.
Usted le da mucha importancia al sueño en su libro.
Nuestra infancia no duerme lo suficiente, y con el sueño no se juega . Muchas veces los padres me cuentan: mi hijo tiene un problema de sueño, pero no, es de límites. Vamos a arreglar primero los límites y ya vendrá el sueño.
La parte positiva es que tu actitud puede cambiarlo todo.
Paso a paso se puede revertir una situación con la que no estamos a gusto como familia . Lo que nos falta normalmente es la constancia. Empezamos a aplicar una estructura en la que creemos y no lo hacemos el tiempo suficiente. Es una carrera de fondo que dura muchos años, invierte ahora y disfruta por el camino.
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