La fórmula infalible de Gabriela para llegar a los 108 años con una memoria envidiable

Esta mujer es la más longeva de la Comunidad de Madrid y una de las personas de más edad de España sin deterioro cognitivo

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«Nunca ha manifestado estar mal, ni siquiera en los peores momentos de la pandemia», aseguran en la residencia donde está ingresada ISABEL PERMUY

Hay una anécdota que define muy bien la actitud de Gabriela, de 108 años, ante la vida. Es la única que no llama al despacho médico de la residencia que tiene Amavir en Pozuelo de Alarcón (Madrid) para quejarse de que algo le duele ... o le molesta. «Nunca ha manifestado estar mal, ni siquiera en los peores momentos de la pandemia», apunta Ana Belén, la directora del centro. «Cuando me ha pasado algo, he sido de arreglar las cosas. No de llorar. Y lo que no me convenía, fuera», reconoce ella. Toda fortaleza y pragmatismo.

También deja claro desde joven ha seguido, probablemente sin ser consciente de ello, las distintas recomendaciones de salud que hacen los profesionales de hoy en día: «He comido de todo, pero poco. Nunca me quedo llena después de la comidas. Y no he bebido, ni fumado, ni trasnochado nunca. Vamos, que he tenido una vida normal, de tranquilidad».

Algo relativo porque, gracias a que César, su marido, era militar, Gabriela vivió en Marruecos y en el País Vasco, donde él estuvo destinado como comandante de artillería. «De Franco para abajo eran todos nuestros amigos. Hemos tenido amistades muy buenas y de mucha categoría», asevera. Mujer fuerte en su juventud, llegó a ser una gran deportista. Patinó y llegó a montar a caballo en el Hipódromo de La Zarzuela de Madrid, «cuando las mujeres no hacían nada de eso», presume.

Nacida en 1914 es la persona más longeva de la Comunidad de Madrid y una de las mayores de España. Pero no solo eso; a su edad, mientras el resto de compañeros presenta deterioro cognitivo leve o severo, ella conserva una mente ágil y una memoria prodigiosa, que trata de ejercitar de continuo. Eso le ayuda a desgranar capítulos de su historia personal con humor e inteligencia: «Todavía me acuerdo del bautizo de mi hermana pequeña, que falleció con 102 años. La otra con 103. Yo era la mayor. Como nos quedamos sin padres muy jóvenes, fui yo quien cuidó de ellas».

Arriba, Gabriela de joven. Abajo a la izquierda, con su marido, Cesar Sánchez, comandante de artillería, y abajo a la derecha, con parte de su familia durante la celebración de su centenario Cedidas por la familia

Esa determinación la demuestra al recibir a las visitas con un potente y simpático: «¿Cómo estáis?» que todavía denota su garra. «Es que yo solo quiero estar con los jóvenes, no quiero nada con los viejos, que solo piensan en sí mismos. ¡Las personas nos volvemos muy egoístas con la edad!».

Aprovecha un momento para sacar del bolso una foto familiar de su último cumpleaños con sus hijas, cinco nietos y siete bisnietos, de los que señala el nombre, la filiación y hasta su profesión sin problemas. «Este es ingeniero, este cirujano maxilofacial… Y todos me llaman por mi nombre y me piden consejo, incluso amoroso. Algunos me quieren más que a su madre», advierte.

Genes, buenos hábitos y actitud. Gabriela reúne, sin duda, las tres claves demostradas científicamente para llegar a ser una persona centenaria en las mejores condiciones posibles.

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