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La Reina Isabel I se reencarna

Los gustos de esta monarca han vuelto a la moda de la mano de Alexander McQueen

La Reina Isabel I se reencarna abc

maria luisa funes

Esta reina, nacida en 1533 en Greenwich, rara como ella sola, pelirroja y mandona, puso en jaque a países enemigos como Francia y España. La casa McQueen, le rinde un claro homenaje este otoño en clave de humor.

Cuando Alexander McQueen pasó del grupo Vuitton al grupo Gucci para crear su propia marca, tuve la ocasión de conocerle brevemente, ya que yo me encontraba realizando también el triple salto mortal de ir de Vuitton a Gucci en el momento de mayor conflicto entre ambas marcas. Una vez creada su propia marca, Lee Alexander McQueen comenzó a conjugar mil elementos de la cultura británica de todos los tiempos, aportando frescura, creatividad y conocimientos técnicos adquiridos durante sus años en las sastrerías de Saville Row. Transgresor, anarquista y antimonárquico, Lee –como le llamaban en la intimidad– recibió encantado de manos de Isabel II el título de Comandante de la Orden del Imperio Británico. Su estilo gótico, onírico y fetichista sedujo de inmediato. Desde su muerte en 2010, Sarah Burton –su mano derecha– lleva las riendas de la casa. La colección de este otoño, es una oda a la Reina más icónica de todos los tiempos.

Isabel I tuvo una vida complicada, ya que Enrique VIII decidió ordenar la muerte de mamá Ana Bolena para casarse con la siguiente cuando ella tenía solo dos años. El Papa la excomulgó, algo que le traía al fresco: ella era la cabeza de la iglesia anglicana. Nos venció en la famosa derrota de la Armada Invencible. Rechazó pretendientes, incluso a un Felipe II dispuesto a casarse con semejante cardo borriquero con tal de conquistar Inglaterra para la causa católica. A ella quien le gustaba era un chico de su corte, Robert Dudley, que aparentemente no le convenía, lo de siempre. Elizabeth se encargó de que la mujer de Dudley pasara a mejor vida. Los ingleses lo solucionan todo de raíz y rapidito, ya se sabe.

Elizabeth I, presumida ella, se maquillaba con una mezcla de polvos blancos y vinagre que espanta imaginar. Le encantaban los vestidos recargados, las joyas, las telas de oro y plata, los aderezos de rubíes y diamantes, coronando todo con un fuerte cabello rojizo muy característico suyo. Supo crearse una imagen de marca, un santo y seña por el cual su pueblo la reconociese y recordase: ella, versión Evita del siglo XVI, le dio al pueblo lo que el pueblo quería: un ídolo, una defensora, un icono.

Encaje inglés

La colección de McQueen que esta ahora en la calle, refleja los gustos personales de esta famosa Reina: profusión de encaje inglés -para mayor gloria del Imperio británico-, cuellos extravagantes, corsés metálicos, tutús enormes bordados con hilo de oro y perlas por doquier. El colmo del deleite es la sandalia en terciopelo negro cargada de apliques de espejos, decorada con perlas al más puro estilo medieval, más digna de un museo del traje que de una tienda moderna. Isabel I de Inglaterra, de haber vivido en estas fechas, hubiera caído en la tentación.

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