Acotaciones de un oyente
El silencio de los corderos
En esta ocasión, la importancia ha descansado en los detalles, en los gestos, en lo que no se ha dicho
Sánchez y Feijóo se enzarzan por sus pactos sin tender ningún puente en común
Lee aquí todas las acotaciones de un oyente, por José F. Peláez

A simple vista puede parecer una sesión de control más, sin una refriega especialmente intensa ni grandes titulares que devuelvan la conversación como un eco. Sin embargo, en esta ocasión la importancia ha descansado en los detalles, en los gestos, en lo que ... no se ha dicho y, más en concreto, en lo que se ha querido dar a entender.
El primer detalle es el silencio de Junts, que no solo retiraron la proposición no de ley por la que se instaba al presidente del Gobierno a presentar una cuestión de confianza, sino que, como consecuencia, retiraron también la pregunta a Bolaños acerca de la situación política actual. Quiero entender que la pregunta tenía sentido ante la aprobación de dicha PNL, pero que dejaba de tenerlo al haber decaído. Es decir, que Junts iba a votar sí y que hoy tocaba preguntar: «Puesto que el Congreso le ha instado a presentar una moción de confianza, ¿va a despreciar a esta Cámara?». Pero, como ustedes saben, en el momento oportuno alguien despertó al mediador salvadoreño, que debía estar con una piña colada, y apareció de la nada en un 'Deus Ex Machina' antológico. Aunque el único 'Deus' salvadoreño que conozco es Mágico González. En cualquier caso, en vez de reformular la pregunta con otra orientación, prefirieron no entrar en el cuerpo a cuerpo. Significativo.
También significativo que Esquerra siguiera el mismo camino, cancelando su pregunta a Montero sobre la financiación de Cataluña. Quizá porque no era el día de meter el dedo en la llaga del Gobierno o quizá porque, con la mutualización de la deuda anunciada por Junqueras, dan el asunto por resuelto y están vacíos de contenido y estrategia. Por una cosa o por otra, 'pax catalana' en la sesión.
También silencio parcial por parte de Vox. No sé si 'San Diego Obescal' sigue en Washington con los 'Seis Siniestros' o está curándose el esguince cervical tras tanta genuflexión, pero las dos únicas preguntas que salieron de su grupo versaron sobre temáticas alejadas de lo que realmente interesa, que es su deriva internacional y su sumisión a los tres tenores: Orban-Putin-Trump. Si tan clara tienen su postura, podrían haberla explicado. Y quizá haber cantado en la sede de la soberanía nacional el himno de Hungría, el de Rusia o, por qué no, 'YMCA'. En lugar de eso, pregunta a Marslaska -aun no sé muy bien sobre qué- y después a Alegría sobre la situación del español en Cataluña, tema que siempre es bienvenido porque tienen razón. En cualquier caso, por encima de sus escaños sobrevolaba una nubecilla gris, cierta sensación de incomodidad y un evidente deseo de quitarse del medio cuanto antes.
El tercer detalle, la agresividad de Belarra encareciendo su postura para negociar los Presupuestos, ninguneando a Sumar y echando en cara al Gobierno que se parapete detrás de Junts y del PNV, no solo para no apostar por las políticas sociales sino para aumentar el gasto en defensa. Aconsejó a Sánchez que tomara nota de lo que les ha pasado a los socialdemócratas alemanes y le advirtió que, de seguir así, el responsable de que «los fascistas entren en La Moncloa» será solamente él.
Y lo más importante: leve cambio de actitud en Feijóo, que parece haber tomado nota de los errores de Vox y no solo afeó a Sánchez su política internacional sino también a los de Abascal, a los que acusó -tímidamente y sin referirse a ellos más que a través de la mirada- de no tener tampoco sentido de Estado ni altura para defender a España. Aprovechó para recordar a Sánchez que o pacta con ellos la política exterior y de defensa o está solo, ya que sus socios de gobierno no le apoyan. En la misma línea Sémper, que puso de manifiesto la debilidad del Gobierno para sacar adelante las medidas que desde Bruselas nos van a exigir en materia de defensa. En ambos casos se sugiere que Sánchez necesita el apoyo del PP. Pero, de momento, no se atreven a ofrecerlo.
Por su parte, Sánchez exigió a Feijóo romper con la ultraderecha, a germánicas maneras. Y reflexionó sobre cómo estaríamos ahora si esta situación nos llega a pillar con Abascal de vicepresidente. Y, sin más, se fue, uniéndose a ese silencio de los corderos que solo beneficia al lobo. Que, por supuesto, también es él.
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