El barrio de la 'Conce', vírgenes y colmenas

BAJO CIELO

Estos bloques de pisos tienen alma comunista y ejecución fascista, demostrando que los extremos se tocan porque son casi el mismo

Que sigamos callados

Imagen de la década de los sesenta del tranvía 5 por la avenida Donostiarra MANUEL SANZ BERMEJO

Uno pasea por la Concepción y no sabe si atraviesa Sebastopol. Bloque a bloque, colmena a colmena, Madrid tiene en esta zona prisa por volverse a acostar. Los edificios que marcan este barrio, levantado a partir de los años cuarenta, son austeros, altos ... y flacos. No pretenden que el hogar sea un salón con chimenea porque no hay espacio para tanto. Al revés, estos bloques de pisos tienen alma comunista y ejecución fascista, demostrando, una vez más, que los extremos se tocan porque son casi el mismo. De hecho, si no fuera porque en estas calles habitan más vírgenes que en el Vaticano, estaría convencido de andar por cualquiera de las ciudades que se levantaron en la antesala de la Guerra Fría. Qué razón tiene Zabala de la Serna al afirmar que el frío no se ha ido de Madrid.

De Virgen del Portillo hasta la Novena, todas las calles de 'Conce' son marianas y lejanas. Es un Madrid que vino a trabajarse la ciudad huyendo de un campo seco que miraba en blanco y negro. Esos constructores que se hicieron de oro a la sombra del régimen, no levantaron aquí un puerto deportivo, 'Banúses' de Marbella, pero sí unos cruceros sin proas ni popas divididos en apartamentos de cincuenta metros por escritura. Madrid creciendo al oeste con demasiada prisa como para hacerlo un poco mejor. Pero qué bueno, qué negocio hicimos, Pepe.

Más abajo, llegando a la M30, se levantan esas velas que parecen el barrio de Scampia en este Nápoles que es Madrid al atardecer. El reflejo del sol desde la otra punta del cielo brilla en las fachadas coloreando de blancos y amarillos la balconada de esas cajas de cerillas. 5.000 apartamentos albergan esos buques plantados encima de la radial. Es el lugar favorito de raperos y fotógrafos para ser menos castizos y más alternativos; entendiendo la alternancia como una canción de Eminem que frasea con acento español y padre con chapela de Elósegui.

El curso del arroyo Abroñigal fue la marca para levantar estos edificios que fueron una ciudad en sí misma. Las malas conexiones con el resto de la villa, propiciaron que comercios de todo tipo se abrieran en los bajos. Del dentista al panadero, del zapatero al afilador, este barrio nuevo era autónomo y cercano, autosuficiente y no necesitaba de la ciudad salvo para ir a trabajar. Y aunque tenga ese aspecto de ciudad de Europa del este, pero de muy al este, tiene todo lo que necesita.

Andan los vecinos preocupados por eso de unir los dos flancos que separa la M30. Dicen que vendrán los «del ruedo» a enredar; ya se sabe, aquella obra social que Saénz de Oíza levantó para albergar trotamundos y chabolistas. El arquitecto nunca comprendió que, a los dos meses de estrenar el edificio, puertas, ventanas, baños y alicatados fueran arrancados para llevárselos al lugar de donde venían. Nómadas de la norma que hicieron de esa segunda plaza la sinrazón de ser de aquella manera.

Por eso los de Ventas tienen miedo de estar tan cerca y no tan lejos cuando la obra finalice. En este punto ya conviven la Concepción con Moratalaz, como también lo hacen en el centro de la ciudad Malasaña y Chamberí. De este modo, los barrios se van fundiendo en uno solo, y eso es precisamente lo que temen los taurinos y los de Fuente El Berro, que entienden la carretera como la frontera entre ser de media clase o de clase obrera.

La Mezquita se levanta también en esta Concepción de vírgenes y madrugones. En 1992, el entonces príncipe Salmán bin Abdulaziz de Arabia Saudí, inauguró este lugar de culto musulmán junto al Rey Juan Carlos I. También provocaron en su día un sinfín de protestas, miedos y recelos. Más de treinta años después, parece que no fue para tanto.

Madrid ha tenido siempre muy buena vejez, sabe tratar lo nuevo y mezclarlo con lo viejo. Y seguro que, el proyecto de ajardinar lo que hoy son tubos de escape y radares de multas, hará de la ciudad un sitio mejor. Sigue Madrid bajo este cielo creciendo por los cuatro costados. Y en esa prisa van quedando edificios como estos que han nos han traído hasta aquí. Brutalismo de viviendas, paganos mezclados con feligreses, vírgenes y pecadores… La Concepción es un Madrid dentro de otro.

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