Análisis
Lo que Tándem se llevó
Pocos desprecian la carga simbólica en el hecho de que el auténtico tándem de la causa bautizada con ese mismo nombre vaya a desaparecer del todo de la ecuación
El fiscal que investigó a Villarejo: «Mi compañero me dijo que lo peor sería el fuego amigo»
Contaba en una reciente entrevista el fiscal Ignacio Stampa que su compañero en la investigación del caso Villarejo, el fiscal Miguel Serrano, antes de subirse al carro le avisó de que no llegarían juntos «a la otra orilla». Aquello, que ahora suena a profecía ... cumplida habida cuenta del destino de Stampa, que acabó fuera del asunto y de la Fiscalía Anticorrupción, cobra relevancia cuando se da ya por hecho que Serrano tampoco verá el caso terminar. Lo deja.
Es un secreto a voces. Y nadie parece darle demasiada importancia en el palacete que ocupa la Fiscalía Especial en la calle Manuel Silvela, tiene relevo. Pero fuera de allí pocos desprecian la carga simbólica en el hecho de que el auténtico tándem de la causa bautizada con ese mismo nombre vaya a desaparecer del todo de la ecuación.
Según las fuentes consultadas por ABC, la salida se espera antes de verano y la percha, que la fiscal de Anticorrupción Inmaculada Violán, pareja de Serrano, ha pedido la plaza de teniente de la Fiscalía de Tenerife. Se da por hecho que la conseguirá porque se valora la trayectoria en el Ministerio Público y Violán poco rival tiene en ese aspecto.
Hace roto su marcha, dicen en Silvela. Está al frente, entre otras causas, de Soule, un asunto de corruptelas futbolísticas que vuelve a estar efervescente. Serrano prevé irse con ella a otra plaza que abrirá la misma Fiscalía.
Incorporado a Tándem de mano de Stampa, el fiscal había llegado a Madrid precisamente desde las islas. Es así un regreso al punto de partida, aunque con la muesca de casi seis años de investigación en una de esas causas en las que es complicado otear el final. Se han incoado ya 36 piezas separadas de las que una decena siguen vivas y esta semana se prevé la apertura de once más.
Por el camino, tres han sido ya juzgadas y la sentencia no va a tardar mucho en llegar. La letra pequeña del fallo será la que defina el éxito o el fracaso de la investigación y así, su devenir en el juzgado que dirige Manuel García Castellón. Pero esa batalla ya no la dará Serrano.
De carácter taciturno -dicen que afronta las diligencias como una larga partida de ajedrez-, padeció mucho el escándalo que rodeó la salida de Stampa de Anticorrupción, acentuando la percepción que ambos compartían -y el propio Stampa lo cuenta estos días en un pódcast- de estar sólos frente al mundo, cruzando un campo de minas y temiendo un balazo de «fuego amigo».
«En la trinchera se pasa mucho frío», se le oyó decir una vez. Al fin y al cabo, en el sumario han aflorado nombres de muchos de sus conocidos, ya fuese porque alternaron con Villarejo, como Dolores Delgado, que llegó a ser fiscal General, ya fuese porque el comisario les puso en la diana.
Sin obviar que el caso ha llegado a tocar a primeras espadas del Ibex, aunque buena parte de esas piezas hayan quedado reducidas a un supuesto chanchullo entre policías. De fondo y casi desde el inicio, el ruido de los audios en la prensa y las acusaciones de filtrar información que les llovían dentro y fuera del juzgado.
Relaciones difíciles en el Juzgado
Ahí, además, la relación no ha sido fácil. El primer juez que tuvo Tándem, Diego de Egea, acabó cambiando la Audiencia Nacional por la Provincial de Madrid. Y con Manuel García Castellón, Serrano ya sólo se habla lo justo, tras sonoros encontronazos por discrepancias de fondo. Desde la exoneración de los presidentes de las grandes empresas salpicadas, hasta la negativa a que Kitchen diese de lleno en el PP. Por no hablar del follón con las sospechas sobre Pablo Iglesias que la propia Fiscalía sirvió en bandeja y de las que luego renegó.
Pero tampoco es fácil la relación con los fiscales a quienes el jefe Alejandro Luzón incorporó como refuerzo al caso: César de Rivas, que en la práctica sustituyó a Stampa; Alejandro Cabaleiro, a cargo de la pieza sobre el BBVA; y Jorge Andújar, que lleva el asunto de los Pérez Maura. Más centrados en lo práctico que en lo teórico, sus tiempos no son los de Serrano. Sus conclusiones, a menudo, tampoco. La ausencia de su firma revela la discrepancia.
Todo eso cambiará por Tenerife el fiscal, apuntan, con sensación de fin de ciclo. Sentó a Villarejo un año en el banquillo y defendió el pabellón con vehemencia. La sentencia dirá con qué suerte, pero se espera como un punto de inflexión. Su marcha, mientras, es vista como un salto de capítulo en Tándem, esa historia de final tan alejado como incierto, que ya no firmará el fiscal Serrano.
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