El pulso PP-BNG monopoliza el ecuador de la campaña gallega
Los populares giran su discurso para desmontar la fachada moderada de los nacionalistas y Pontón mantiene su tendencia al alza gracias al voto útil
Sánchez y hasta cinco ministros desembaran en Galicia frente a un Feijóo a pie de calle
El Gobierno desembarca en Galicia para evitar el descalabro de Besteiro

La carrera electoral en Galicia se ha aclarado antes incluso de llegar a su recta final. Este 18F se ha convertido, de facto, en un duelo a cara o cruz entre la continuidad en la Xunta del Partido Popular o un cambio político que ... liderará el Bloque Nacionalista Galego (BNG), que necesitará del apoyo de otras fuerzas de izquierdas. La tendencia consolidada en la demoscopia, incluido el CIS, y las sensaciones transmitidas en el primer -y previsiblemente único- debate televisado de esta campaña resume en dos las opciones en liza. Y esta simplificación del escenario ha alterado el mensaje del partido que más se juega, un PP que defiende las cuatro mayorías de Alberto Núñez Feijóo y busca la primera con Alfonso Rueda de candidato.
Los populares han identificado cuál es la principal amenaza a su hegemonía: un BNG que mantiene y alimenta de manera lenta pero constante una tendencia al alza, a costa de un PSOE que poco a poco se hunde y que impide la irrupción de Sumar. Tras un arranque de campaña en el que la defensa de la gestión realizada se mezclaba de una manera confusa con ataques a Pedro Sánchez y asuntos nacionales como la amnistía o el trato preferente a Cataluña, el PP ha dado un giro a su discurso. Ha optado por centrar su mensaje en desmontar la fachada amable del nacionalismo, edulcorada por su candidata, Ana Pontón, y que le estaría permitiendo gozar de transversalidad en la captación de voto de distintas ideologías.
Consciente de que el BNG se encuentra cómodo en la hipérbole y la caricatura, el PP ha optado por situar a Pontón frente al espejo de su programa electoral, uno de los momentos del debate del pasado lunes donde Rueda llevó la iniciativa y fijó sus propios mensajes. El jueves en un mitin, Feijóo ya se refirió a la moderación como «la gran mentira nacionalista» y acusó al BNG de ser «el de siempre», «los del 'no'». La hoja de ruta del PP pasa por sacar a la luz no ya declaraciones o posiciones políticas de estos últimos años -que abundan y son igualmente reveladoras-, sino el 'programa de gobierno' que el nacionalismo recoge en su web y con el que concurre a estas elecciones autonómicas. Una llamativa letra pequeña.
En ella se glosan algunas de las medidas ya avanzadas por ABC la semana pasada, como la exigencia del reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Galicia, una educación «íntegramente en gallego» y que conllevaría la erradicación del castellano, la eliminación de las provincias y la implantación del modelo comarcal, la recuperación de impuestos bonificados al 100% como Sucesiones y la asunción de toda la recaudación fiscal en una hacienda propia, la sustitución del actual modelo de financiación por el concierto económico, la creación de un Poder Judicial propio o la imposibilidad de que el Tribunal Constitucional tuviera jurisdicción sobre Galicia.
Los conservadores van a trabajar en hacer que cale la pregunta de qué Galicia resultaría de un gobierno multipartito controlado por los nacionalistas, los efectos en la convivencia y las consecuencias para el actual equilibrio territorial en España. Porque, si en algún momento los socialistas ejercieron de freno a las pulsiones más dogmáticas del BNG -como ocurrió con el bipartito entre 2005 y 2009, cuando el PSOE era la fuerza mayoritaria-, ese desde luego no es el actual. En el PP se tiene la convicción de que este PSOE es incapaz de poner un 'pero' a las formaciones nacionalistas, otra idea expresada por Feijóo en los últimos días y que ilustra con la dependencia de Pedro Sánchez de Junts, Bildu y ERC.
Este movimiento busca dirigirse al votante socialista desencantado, que se confiesa no nacionalista, que apoyó a Sánchez en julio y que, en el pasado, o bien se decantó por Feijóo o se fue a la abstención. El CIS recoge una transferencia muy escasa del PSOE hacia el PP en las encuestas de este 18F -alrededor de un 6%-, pero podría ser determinante en las cuatro provincias, principalmente las más urbanas (La Coruña y Pontevedra), donde los últimos escaños estarán en un puñado de papeletas. Si se repiten los 700.000 votos del 23J, «habrá absoluta», sostienen desde el PP, por más que la izquierda predica que repetir el resultado de las generales garantizará el cambio en la Xunta.
Dardo a Vox
El mensaje también pretende penetrar en el reducido caladero de votantes de Vox en Galicia, apenas 80.000 en las últimas generales. El partido derechista aspira, como mucho, a llegar a un estéril 3% de los votos, que no supondrá escaño alguno. El PP confía en que alrededor de un punto o un punto y medio de esa masa de votantes tome conciencia de lo que está en juego, se incorpore a la mayoría conservadora de Alfonso Rueda y no abra la puerta a la llegada del BNG. Todavía escuece en el PP gallego que las papeletas de Vox les impidieran el 28M alcanzar las diputaciones de Lugo y La Coruña, además de la capital lucense, sin que los de Santiago Abascal lograran un solo concejal en estas provincias.
El PSOE, por su parte, intenta recuperar algo de aliento. Ayer, en una entrevista en Onda Cero, el candidato José Ramón Gómez Besteiro mostró su abierto rechazo a la autodeterminación, la declaración de Galicia como nación o al monolingüísmo gallego en la educación. Es un intento desesperado por frenar la sangría que muestran algunas encuestas, que ya sitúan al PSOE más cerca de los 10 escaños que de los 14 actuales. La duda es si, con un resultado tan malo, Besteiro cumpliría su compromiso de renunciar al escaño en el Congreso y tomaría posesión de su acta en el Parlamento autonómico. La designación de la exalcaldesa lucense Lara Méndez como número dos por esa provincia se lee como un plan B si finalmente el candidato permanece en Madrid. Sobrevuela también la duda de si el PSOE entraría en un hipotético gobierno nacionalista como socio minoritario. No lo ha hecho en las ciudades donde se dio esta situación, como Pontevedra o Santiago de Compostela.
Desde las filas nacionalistas se interpretan los ataques del PP como una muestra de «nerviosismo», consecuencia de las encuestas que constatan el crecimiento del BNG, que estaría alrededor del 30% del voto, una cifra histórica para la formación. De confirmarse, podrían llegar a duplicar a los socialistas en escaños y porcentajes. Alientan la idea del «cambio posible», basado en una alta movilización del electorado de izquierdas. Aunque no creen que el PSOE vaya a retroceder tanto como vaticinan algunos sondeos, sí ven más difícil que Sumar consiga superar el umbral del 5% que permite entrar al reparto de escaños en la cámara regional.
Ese frente lo ha cegado el BNG, que ayer propinó a los de Yolanda Díaz un golpe de efecto al anunciar el apoyo a Pontón del expresidente uruguayo José Mujica. El exmandatario -cortejado por la vicepresidenta segunda en su última visita a Sudamérica- apareció en un vídeo difundido por el Bloque en sus redes respaldando a la candidata. Dos modelos en juego y apenas ocho días para resolver la incógnita.
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