Los 150 años de historia del Balneario de Mondariz

Un siglo y medio de vida da para albergar muchas historias: desde los años dorados de comienzos del XX, hasta el gran incendio del que se pudo recuperar años después

Su historia en imágenes

La plantilla del Balneario en 1920 CEDIDA

Queda algo más que el recuerdo de aquellos años dorados, antes de la Guerra Civil, del Balneario de Mondariz. Por supuesto, queda la esencia de uno de los retiros termales más importantes de Europa. Y, lo más importante, sus beneficiosas aguas. El éxito del Balneario, que dio nombre al concello en el que se encuentra (no hay más casos en los que el municipio nace a raíz de una empresa) en 1925, es poco cuestionado, pero su historia es desigual. Es algo inevitable en 150 años, que los cumple ahora. El revés más importante, un gran incendio que redujo el complejo a cenizas. Solo las fachadas quedaron en pie. Pero a eso ya llegaremos.

Hay que viajar siglo y medio atrás para conocer cómo y cuándo nació el Balneario. La familia Peinador hace un plan para desarrollar una villa termal, y el Gobierno declara las aguas de Mondariz de utilidad pública. O bueno, no. Para ser exactos, hay que retrotraerse mucho más atrás para encontrar los orígenes de esta villa termal: ya en época celta, cuenta Amalia Gallego —que además de ser directora de comunicación del Balenario es una enciclopedia viviente de esta empresa—, se utilizaba el agua con fines medicinales. De aquellos años quedan restos de canalizaciones que evidencian el uso regular de las aguas de Mondariz. Ya en el siglo XIX, los galenos «recomendaban estas aguas como insulina natural». Y regresando a esa época, cuando los Hermanos Peinador soñaron con la villa termal al estilo de la sulfatada Karlovy Vary (República Checa), se comenzó a crear una pequeña fonda de 24 habitaciones. Poco tenía que ver con el Gran Hotel que se erigió después y el resto de edificios que conforman actualmente el complejo.

La demanda de las aguas y la afluencia de gente era muy superior a la capacidad de aquel edificio, y se encarga al prestigioso arquitecto Jenaro de la Fuente la construcción del Gran Hotel, posteriormente reducido a cenizas. Durante medio siglo el Balneario fue un lugar de encuentro y relajación de la más destacada sociedad española de la Belle Époque. Por allí pasaron personalidades de la talla de John Rockefeller III, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, la infanta Isabel de Borbón o el sultán Mulay Hafid.

Pero estalló la Guerra Civil y el brillo del Balneario se apagó. El edificio del Gran Hotel se convirtió en un hospital de sangre, cuenta Gallego, y el deterioro se hizo evidente. Los hermanos fundadores fallecen, y los problemas económicos comienzan a florecer porque sus realmente su liquidez venía de la banca familiar de los Peinador, que llegaron a tener hasta su propia moneda, incluso aceptada en determinados comercios de la ciudad olívica.

Los años negros

El Balneario de Mondariz llegó a competir con otras villas termales europeas a comienzos del siglo pasado, como Baden-Baden, en Alemania, o el londinense de Bath. Pero finalmente los Peinador venden los edificios como «un pack». Y los nuevos propietarios mantienen el Gran Hotel y el movimiento termal durante una época, e incluso construyen hotelitos más familiares para complementar la oferta.

Las ruinas del Gran hotel tras el incendio CEDIDA

Y en abril de 1973 llegó el fuego. El incendio, recoge la prensa de la época, se levantaba como una «gran antorcha» alimentada por los suelos, ventanas y muebles de madera. Solo quedó el esqueleto, de piedra. La prominente fachada del Gran Hotel se mantuvo en equilibro décadas, pero detrás albergaba la nada. Restos, ruinas y recuerdos calcinados de lo que una vez había sido. Al otro lado de la carretera, la vista no era más esperanzadora, pues el edificio de lo que es el actual Hotel (y principal activo del Balneario) también estaba ruinoso. Se había encargado al arquitecto Antonio Palacios décadas atrás, pero la obra había quedado ya paralizada en aquella época. Durante años, el único balneario que había en el lugar era poco más que el del nombre del municipio.

Pero esta historia tiene un final feliz, como ahora sabemos. Tuvo que llegar el final de siglo para que las intentonas de devolver la alegría a Mondariz-Balneario se cristalizasen. Primero fue el edificio de Palacios, que se recuperó y se convirtió en el lujoso Hotel-Balneario que es hoy en día. En sus pasillos cuelgan antiguas fotografías (como las de la izquierda) que sirven como testigo de su historia. El Gran Hotel también pudo resurgir de sus cenizas, pero ahora no para acoger a turistas termales, sino que son apartamentos. Eso sí, mantiene la vieja esencia del antiguo hotel.

El nuevo Gran Hotel abrió en 2004, y el complejo termal, con el Palacio del Agua como principal aliciente (que ocupa el lugar de la antigua fábrica embotelladora), un año después. Ahora el Balneario de Mondariz sopla 150 velas con la seguridad de haber recuperado todo lo que en su momento llegó a perder.

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