Tribuna abierta
Referencial Holandés errante de Nicholas Brownlee
«La escena de Willy Decker que cuenta a sus espaldas con un cuarto de siglo, aguanta a la perfección»

Última ópera que, como director titular dirigirá el norteamericano James Gaffigan en el que ha sido su teatro desde septiembre de 2021. Una etapa en la que el teatro ha vuelto a reverdecer en calidad y en público, de eso no hay duda, tras unos años titubeantes. Esperamos con ganas la llegada del sucesor, el veterano Sir Mark Elder que tomará el relevo del director neoyorquino.
Van quedando menos obras del gran repertorio por programarse en el coliseo del antiguo lecho del Turia, y de las pocas que quedan hay que citar las del periodo romántico de Wagner además de los Maestros Cantores. Con este Holandés se inicia ese camino que espero que en próximos años se complete con Lohengrin y Tannhauser. Cada representación wagneriana representa un hito en Les Arts y lo ha sido también en esta ocasión puesto que el público valenciano ha tenido la fortuna de conocer quien será una de las grandes estrellas de este del universo wagneriano. Ese no es otro que el barítono norteamericano Nicholas Brownlee que compone un personaje protagonista, tanto dramática como vocalmente verdaderamente antológico. No hace falta ejercer de Rapel para vislumbrar que Brownlee, todavía joven y que debutó el rol del navegante hace apenas dos años, va a dar muchas noches de gloria.
Ya en la obertura pudimos comprobar que Gaffigan se iba a decantar más por la brillantez y por la claridad de texturas, que por la profundidad y la densidad, y esta obra también requiere indagar en lo más profundo. Eché en falta un sonido más denso, pero también más imaginación metronómica pues cuadró Gaffigan en demasía los tiempos, ligeros, y la partitura da para trabajar mucho más con el rubato y la aplitud en las dinámicas. Desconozco si fue por la elección del foso pequeño en lugar del más amplio, la acústica no funcionó como cabría de esperar en este sentido, quizás emplear tan sólo cinco contrabajos que situó al frente del podio no fueron suficientes y la cuerda no estuvo presente como cabría esperar en los pasajes más contrapuntísticos. En el desarrollo de la acción, especialmente en los pasajes de más tensión dramática, Gaffigan mostró sus sobradas cualidades.
Brownlee lleva a cabo un holandés de referencia en la actualidad. Vocalmente presume de reunir todas las cualidades; una voz fresca que se proyecta de forma ideal, además muy homogénea en todos los registros, un fraseo dramático y pero también matizado, y un arte del canto que se sitúa en ese punto de encuentro que representa esta ópera entre una tradición italiana que va quedando definitivamente atrás, y de la que Wagner se despide para siempre, para adentrarse en el nuevo universo. No irrumpió el público en aplausos al finalizar el famoso monólogo del primer acto, como sí que sucedió en el estreno, pero poco faltó para ello, pues Brownlee entró directamente con todo. Obviamente, fue el triunfador de la velada porque el resto, si bien cumplieron con nota, quedaron por detrás de este rutilante holandés. Veremos con expectación de lo que es capaz con otros roles wagnerianos propio de su tesitura.
En cuanto al resto del elenco vocal, la veteranía y el buen hacer de un histórico como Franz-Josef Selig no defraudaron en un personaje, el del padre de Senta, el noruego Daland, que debe haber cantado en infinidad de ocasiones. Posee el timbre idóneo para ello, además de una elegancia natural en el fraseo a la hora de afrontar las diversas situaciones que se dan en la trama. Stanislas de Barbeyrac no defrauda con un magnífico Erik tanto en su aspecto vocal con un timbre muy atractivo, aunque sin tanta proyección como los roles de tesitura más grave, y con una actuación creíble teatralmente del pobre enamorado de Senta, aunque perdedor desde el minuto uno de la obra. La Senta de Elisabet Strid cumpliendo con su exigente rol, estuvo luchando con valentía para estar a la altura de su holandés, si bien quedó un par de escalones por debajo al poseer una voz de menos medios que administró para llegar en buena forma a la parte final. En la parte alta tuvo algunos apuros que superó con arrojo.
La escena de Willy Decker que cuenta a sus espaldas con un cuarto de siglo, aguanta a la perfección. Llena de elipsis y sombras que tratan al espectador como un melómano inteligente pues interpelan a la imaginación de éste. Una gran puerta es el dintel que separa la realidad de lo intuido. Estremece la escena en la que aparece la sombra inmóvil del holandés antes de la escena con Senta sin que podamos verlo, aunque sabemos que se ha hecho presente. A la izquierda una gran marina que recuerda a las que pintara Constable y sobre la que en momentos puntuales se proyecta la imagen del navío. Correcta sin más Eva Kroon, y bien Moisés Marín.
Magnífico el Cor de la Generalitat en sus importantes intervenciones, que en esta ocasión estuvo reforzado por el Coro masculino de la Comunidad de Madrid que cantó fuera de escena en la gran escena del tercer acto. Éxito incontestable en una representación con un lleno prácticamente absoluto.
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11 de marzo de 2025
Palau de Les Arts
El Holandés errante, opera en tres actos de Richard Wagner
Nicholas Brownlee, Elisabet Strid, Stanislas de Barbeyrac, Franz-Josef Selig, Eva Kroon, Moisés Marín.
Coros de la Generalitat Valenciana y de la Comunidad de Madrid
Orquestra de la Comunitat Valenciana
James Gaffigan, director musical
Willy Decker, director de escena
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