CINCO AÑOS DEL COVID EN CASTILLA Y LEÓN
La pandemia de la «incertidumbre», el «miedo» y las lecciones
Profesionales sanitarios, de residencias y del ámbito educativo recuerdan la epidemia de coronavirus como «un antes y un después» y reclaman que «todo lo vivido» hace un lustro sirva para «aprender» de cara al futuro

Marzo de 2020. Hace ahora cinco años el Gobierno decretó el Estado de Alarma y el confinamiento de la población durante más de dos meses como consecuencia de la llegada de un virus, el Covid-19, que supuso la peor pandemia de los últimos ... tiempos.
Iniciada en China, pocos esperaban que el coronavirus terminase impactando de forma brutal en todo el mundo. A lo largo de sus siete olas, el SARS-CoV-2 , que llegó a anotar en los peores momentos mil contagios y casi un centenar de decesos diarios, se ha llevado por delante la vida de casi 21.000 personas, principalmente mayores de 60 años, en Castilla y León en el último lustro, según la estadística de la Junta.
El sistema sanitario tuvo que batallar a contrarreloj frente a un enemigo totalmente desconocido que puso, también lo social y lo laboral, patas arriba. Quienes tuvieron que plantar cara día a día a la pandemia de la «incertidumbre» y el «miedo» que ha dejado muchas lecciones cuentan a ABC cómo vivieron aquellos días y qué mella ha marcado en la población cinco años después. En una cosa coindicen, como subraya Goyo, conductor de ambulancia en Valladolid: «Ha sido lo más duro que he visto en mi trayectoria profesional de más de treinta años».
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Carlos Dueñas (Coordinado regional de Covid)
«Lo peor fue el desconocimiento y el sufrimiento»
Desde la primera ola de la pandemia fue nombrado coordinador regional de Medicina Interna para el Covid -un puesto que ya ha desaparecido- y lo «peor» que recuerda de ese marzo es el «desconocimiento» de a qué se enfrentaban y el «sufrimiento» por la situación. Carlos Dueñas, jefe de la unidad de enfermedades infecciosas en el Hospital Clínico de Valladolid, explica que pacientes que llegaban con un «cuadro gripal» o «insuficiencias respiratorias» tenían un «empeoramiento muy rápido».
«Venían con mucho miedo y sin sus familiares al lado», relata sobre la «soledad» de los enfermos durante estos días. La comunicación con los familiares era vía telefónica y aunque pueda parecer que los médicos están «acostumbrados», en cierto modo, a dar malas noticias en ese tiempo esa labor «era muy frecuente». «En dos horas tuvimos que comunicar a un hijo que había fallecido su padre y, después, su madre», rememora como uno de los momentos más duros que vivió el personal del Clínico.
Y es que la «carga emocional» en los sanitarios fue mucha. «Llegabas a casa destrozado», comenta sobre una labor que fue «compleja», de «adaptarnos a la situación como podíamos». «Cuando no estabas asistiendo pacientes, estabas intentando buscar evidencias de lo que funcionaba», apunta.
Pero el impacto «fue mucho más de lo esperado», por encima de lo que hacían prever las primeras informaciones, dice. Es más, en su hospital se había programado planta y media para los positivos en Covid y acabaron siendo «seis con hasta dos alas cada una».
Hubo que montar todo como un «puzzle» en el que los especialistas de primera línea formaron al resto para plantar cara al coronavirus, mientras se atendían otras patologías habituales que seguían existiendo. Los puestos de UCI «se multiplicaron por cinco» y se dispusieron camas en los gimnasios «por si hicieran falta». Además, en «tiempo récord» se habilitó el Hospital Rondilla -llegó a tener ingresados 200 pacientes - para dar soporte a otras provincias que se habían «quedado sin espacio». Por todo ello, Dueñas pide que «sirva de aprendizaje todo lo sufrido» y que «periódicamente» haya formación al respecto para los profesionales que se vayan incorporando de manera que, cuando haya que enfrentarse a algo similar, «exista ya un recorrido».
2

Gonzalo Ibáñez (Jefe del Servicio de Urgencias del Hospital de Palencia)
«Nadie podía imaginar lo que al final fue»
Al frente del servicio de Urgencias del Hospital Río Carrión de Palencia se encontraba -aún lo hace- Gonzalo Ibáñez en aquel marzo de 2020. «Nadie podía imaginar lo que al final hemos vivido», expresa sobre una pandemia que ha supuesto «un antes y un después» para la sociedad y que ha tenido una «influencia brutal». Contagiado en la primera ola, recuerda como lo «más duro» la «incertidumbre» inicial.
«No estaban las cosas claras» y «cada dos por tres teníamos un protocolo», relata, para después hablar de la «preocupación» de los profesionales porque desconocían cómo actuar. No obstante, valora el «gran esfuerzo» del servicio palentino, que hizo un «trabajo extraordinario y muy laborioso» con una gran «carga mental».
«Muy duro; hasta que llegaron las vacunas fue una época muy mala», pero poco a poco vimos evidencias de lo que funcionaba y aprendiendo a tratar a los pacientes. El papel de los sanitarios ha salido «reforzado», cree, pero pide que «si surge algo similar de nuevo, estemos todos preparados para asumirlo con confianza y seguridad».
3

Celia Díaz (Enfermera de la UCI en el Hospital de Burgos)
«Intentamos cuidar también a las familias»
Los puestos de UCI se multiplicaron en el Hospital de Burgos (HUBU). «Se instalaron camas de críticos en lugares que no existían; con la tecnología, tomas de oxígeno y todo lo que conlleva», manifiesta Celia Díaz, supervisora de Enfermería en ese espacio en el centro burgalés. De 150 profesionales pasaron a 270 en un momento que fue «complicado».
«Durísimo», resume. «Había que entender que había mucha más carga para el personal y el impacto emocional que les suponía la situación y también pensar en las familias», recuerda, pero destaca a la vez que fueron un «equipo» que trabajó «muy unido».
«Se cambiaron protocolos en tiempo récord» y el personal supo estar a la altura, dice. Y es que, insiste, en una UCI «no se improvisa». Llevan «muchos años» con ese trabajo de «veinticuatro horas a pie de cama». Lo que sí ocurrió fue que «no eran pacientes críticos» como los que venían tratando hasta el momento, sino «personas con problemas respiratorios con otras complicaciones». Tuvieron las enfermeras un papel clave -aunque hubo «implicación de todos»- en la asistencia a esos enfermos que ingresaban en las unidades de intensivos, preocupadas también por «cuidar de las familias».
El contacto, inicialmente, era por teléfono y cuando consiguieron tablets «se humanizó un poco y nos servía a nosotros desde el punto de vista emocional», incide. Duro era perder a pacientes, pero también «reconfortaba» ver cómo muchos salían adelante, dice. En la UCI de Burgos «la superviviencia llegó al 86 por ciento».
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Mari Bilbao (Residencia de mayores)
«Fue una guerra silenciosa»
«De la noche a la mañana nos cortaron las alas. Había mucho miedo». Así recuerda Mari Bilbao, gerente de la residencia de ancianos Santa Eugenia de Cevico de la Torre (Palencia) el día en que se anunció el confinamiento y frenaron en seco las visitas y las actividades colectivas para los usuarios. Como responsable del centro, decidió permanecer esos meses con los mayores sin acudir a su casa.
«Alguien tenía que quedarse dentro por si alguno tenía fiebre y decidimos seguir ese protocolo para evitar contagios», dice sobre una pandemia que considera que fue una «guerra silenciosa» en la que falleció mucha gente. Consiguieron bindar así la residencia. «Aquí no entró el Covid», mantiene, y fallecieron tres personas «por sus patologías». Precisamente entre esas muertes recuerda el momento más duro, cuando un mayor tuvo que despedirse de su familia por videollamada.
«Eso es horrible», cuenta. Su residencia fue la la elegida para recibir las primeras vacunas. «Saltamos de alegría al enterarnos. Vimos la luz», expresa la trabajadora sobre ese primer pinchazo. A partir de ahí regresaron las visitas e intentaron pasar página. «Pero esto no se olvida nunca», concluye.
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David Cortejoso (Colegio de psicólogos)
«Sacó a la luz la importancia de la salud mental»
Entre las lecciones que trajo el Covid-19, el presidente del Colegio de Psicólogos de Castilla y León, David Cortejoso, considera que «sacó a la luz la importancia de la salud mental». Ha provocado, además, que se «naturalice» hablar de ello, algo que quizá se deba a que los jóvenes han «perdido el miedo a lo que antes era un tabú» y a acudir a los profesionales.
Cinco años después, cree que el Covid supuso «un antes y un después» porque «no estábamos preparados» para un confinamiento que tuvo efectos «psicológicos», pero tampoco para el «impacto emocional tan grande y en tan poco espacio de tiempo» que conllevó «toda la desgracia y tantas muertes».
Por ello, pide que se aprenda de lo vivido y que desde las administraciones se dé «el paso valiente» de incorporar psicólogos en Atención Primaria. «Nos ayudaría a estar más preparados», afirma.
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Pilar Fuentes (Profesora)
«De la noche a la mañana pasamos a las clases online»
Confinamiento de la población y cierre de colegios. Pero las clases no se interrumpieron, sino que cambiaron de escenario. «Hubo que adaptarse a impartirlas online a través de plataformas que aprendimos a usar con tutoriales o ayundándonos unos a otros», cuenta Pilar Fuentes, entonces profesora de bachillerato nocturno en un instituto de Salamanca. Incorporando en muchas ocasiones sus «propios medios técnicos» estaban «disponibles» los «siete días a la semana y 24 horas al día» porque tuvieron también que encajar horarios. También los exámanes pasaron a hacerse a distancia.
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