Las orquestas vuelven a su ser con tirón en los pueblos y relevo generacional
La contratación recupera el pulso con mayores costes y presupuestos más ajustados que en un «eufórico» 2022
Las empresas de espectáculos hacen su 'agosto' desbordadas por la demanda

Ya sin la «euforia» de las primeras fiestas post-pandemia, las empresas del mundo del espectáculo han retomado este verano 2023 su negocio con los ensayos y las contrataciones a tiempo y sin tener que limitar aforos o reinventarse, una 'normalidad' que ha ... brillado por su ausencia estos últimos años, muy marcados por el Covid.
«La gente sigue teniendo ganas de fiestas, pero después del 'boom' de contratación del año pasado -en el que además había que 'repartir' entre menos orquestas en marcha- los costes están disparados y los cachés se han mantenido o incluso han bajado», valora Esteban Piñera, presidente de la Asociación Española de Agencias y Profesionales del Espectáculo (Acople), que agrupa a unas 120 empresas de todo el país. «Se nota menos dinero y menos 'alegría' a la hora de gastarlo», comenta.
Aun así, la contratación se mantiene «fuerte», indica Miguel Ángel Hernáez, representante de la Junta Directiva de Acople en Castilla y León (de donde proceden la mitad de los socios de la asociación). Con orquestas, castillos hinchables y flotas enteras dedicadas al entretenimiento y la animación, el sector aún se encuentra las heridas, pero se ha vuelto a poner en pie. «Ya no damos nada por hecho, hacemos inversiones a más corto plazo y empezamos a hacer cantera de nuevo», resume el empresario, al frente de Miguel Espectáculos, que el año pasado ya se asoció con la palentina San Millán para comprar juntos la orquesta 'Versus'.
Alianzas, pero no unidad
Ha habido cambios, pero no han sido «suficientes», indica Hernáez, que habría querido superar definitivamente estos años con «unidad en el sector», más allá de las alianzas. Se refiere, por ejemplo, a ponerse de acuerdo sobre los 'pases de tarde', un formato que les divide en «dos bandos», pues aún se solicita mucho en Burgos o Soria, pero aumenta el número de horas de sus jornadas «al límite de la legalidad».
No obstante, en la parte positiva de la balanza pondría que «está entrando gente joven y muy buena» para llenar los vacíos de personal que dejó una generación que durante el Covid tuvo que colgar el micro o la guitarra, o apartarse de la mesa de sonido para conseguir otro puesto que le diera de comer.
Piñera, también desde su experiencia personal llevando las orquestas 'La Misión' y 'Mandrágora', plasma cierta recuperación de ese «capital humano» gracias, en parte, a perfiles «muy vocacionales» que «han ido volviendo», si bien sigue habiendo algunos problemas para suplir ausencias.
«Hemos tenido que hacer esa cantera y formar a gente de la nada para preparar el relevo generacional», refleja Hernáez. «Se rompió la cadena y ahora no hay término medio, tenemos a gente de 60 ó de 19 años», contrapone, pues aclara que fueron los artistas y técnicos «de 30 ó 40», los que «tenían hijos o una hipoteca y se marcharon a profesiones con más seguridad».
Cambio de vida
Rodrigo Requejo, que iba para mecánico, es uno de los ejemplos de esa nueva generación que comienza a girar con los escenarios. Siendo más exactos, en su caso, empieza a girar para hacerlos posibles, pues este verano es responsable del camión grande que viaja con Grupo Cero y Disco Enjoys: monta, desmonta, pincha y se encarga de las luces. «Lo único que no hago es conducirlo», bromea, aunque sí que baraja la posibilidad de sacarse próximamente el carnet que le permitiría ponerse al volante de un vehículo de estas dimensiones, y eso que sólo lleva en esto en torno a un año.
«Empecé en la discomovida de un amigo porque necesitaba ayuda. A mí no me venía mal, me animé y me acabé enganchando muchísimo a este mundillo», cuenta el joven, de 22 años. Ahora deja el taller y su querido coche de circuito para sus ratos libres. Para él, lo más satisfactorio de su nuevo trabajo es «ver que la gente disfruta». Lo más difícil de asimilar, en cambio, está en los horarios. «Acabas llegando a casa a las ocho o las nueve de la mañana, y es diferente vivir la fiesta abajo que encima del escenario y trabajando», asegura.
«Esto conlleva una responsabilidad, tiene que salir todo bien y la gente tiene que pasar la mejor noche de sus vidas», completa. Como todos los que van a bordo de tantos trailers que recorren el verano de pueblo en pueblo, Rodrigo tiene por delante un mes muy exigente, pero también el empuje para hacer que se baile hasta la última noche.
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