Las empresas de espectáculos hacen su 'agosto' desbordadas por la demanda
Las fiestas de los pueblos reclaman orquestas, hinchables o discomovidas con poca anticipación a un sector muy «tocado» tras dos años de crisis
Dicen que a la tercera va la vencida, y después de los dos años más duros en mucho tiempo, las empresas de espectáculos de Castilla y León empiezan este verano a ver la luz de un nuevo día. Muchos profesionales y artistas se han quedado ... por el camino, reconvirtiéndose a otros oficios para ganarse la vida; mientras, los propietarios han tenido que hacer frente a pérdidas de miles de euros. Endeudadas, muchas compañías siguen en 'stand-by' o han tenido que renunciar a parte de su negocio. Sin embargo, algunas apostaron por la temporada, comenzaron los ensayos el pasado invierno y ahora giran sin parar con sus orquestas, como antes, pero en un panorama de contratación tardía en el que todos los pueblos quieren reconquistar las fiestas perdidas.
«Hay recuperación, sí, pero no nos han ayudado del todo, a pesar de ser los más afectados, y ahora esa mochila pesa», resume Esteban Piñero, presidente de la Asociación Española de Agencias y Profesionales del Espectáculo (Acople), que agrupa al grueso del sector dedicado a verbenas, discomovidas y ocio. «Eso sí, la gente agradece mucho los eventos, que están a un nivel de público que no recuerdo, llenos como nunca», contrapone. En la actualidad, Acople cuenta con más de un centenar de socios en toda España, lo que implica alrededor de 300 formaciones entre orquestas y otros despliegues. La Comunidad acumula más de cincuenta socios.
«En Castilla y León ha habido bastantes bajas», reconoce Miguel Ángel Hernáez, como representante de la junta directiva regional de Acople. En parte, lo achaca a una vuelta al individualismo y a que «cada uno haga su guerra en solitario», pero en la asociación saben también que muchos miembros quizás no han acabado 'hundidos', pero sí gravemente «tocados». Los préstamos ICO no perdonan. «Es un año raro. Queda mucho por recorrer y el nivel de endeudamiento es muy grande, necesitamos este trabajo para ir pagando», explica Piñero.
Y es que estos negocios estacionales trabajan todo el año para facturar durante los meses más cálidos, y para ello invierten en potentes equipos de sonido o en flotas de camiones, así como en contratar monitores, bailarines o músicos. «Durante el tiempo en el que no pudimos salir, se me estaban yendo unos 7.000 euros mensuales en pérdidas», ejemplifica Hernáez, también dueño de Espectáculos Miguel.
Así, un verano de parón absoluto y otro de tributos y pequeños formatos ha provocado daños irreversibles y todo tipo de soluciones. «Yo en concreto hablé con mi personal, compré 2.000 sillas y unas vallas y he tenido a cantantes pendientes de un 'escape room' o a saxofonistas trabajando en una pista de hielo», cuenta Hernáez. Su compañero de profesión Gustavo Calvo, al frente de la burgalesa Artistas y Orquestas S.L, inventó una aplicación móvil para controlar los accesos al aire libre y mantener los aforos durante la temporada pasada.
«Este año en el que muchos deshacían formaciones, me lancé a montar una nueva orquesta profesional, arriesgué mucho y ha salido bien», celebra, aliviado. Algunos de los trabajadores de su recién nacida La Reina del Show llegaron de orquestas agonizantes. Hernáez cuenta que Espectáculos Miguel ha tenido que renunciar este año a su orquesta Génesis y se ha asociado con San Millán Espectáculos (Palencia) para comprar al grupo Versus.
Ejemplos de alianzas y cambios no son tan insólitos en un momento que pide aunar fuerzas. Todos coinciden, una gran cantidad de empresas no tenía opciones para proponer ni jornadas reducidas, y ahora la cantidad de profesionales en activo 'no da' para todos. No en vano, en octubre comienzan las llamadas y en febrero suelen estar la mayor parte de fechas cerradas y este año no ha sido así, con «una ola de Covid tremenda», recuerda Piñero, que hizo que muchos asumieran «que todavía no era el año» o que se encontrasen «con la formación incompleta».
«Esta temporada está siendo un poco dura porque hay mucho trabajo y obviamente estamos muy contentos, pero la pérdida de personal ha sido enorme y nos está costando reorganizarnos», pone de relieve Calvo, que habla de contratantes «mucho más impacientes» y que «se enfadan», y de carpas, escenarios o hinchables que no tienen quién los ponga a punto. «Antes, el material no salía del almacén porque no había trabajo y ahora no podemos usar todo porque no hay personal para montarlo», lamenta.
Festejos «de vermutazo»
Eso sí, la pandemia también definió nuevas costumbres, y algunas llegaron para quedarse. A mayores de ese rasgo de inmediatez que llevó a que en marzo y abril la contratación se desatara y se volviese «una locura», Hernáez diría que se ve a «menos gente mayor» en las verbenas, ya sea por miedo o por costumbre. Sin embargo, sí que se observa a público de todas las edades que se anima con actividades diurnas y la «alegría» con la que se recibe cada una charanga «te llena como artista», defiende.
«Haber perdido las fiestas hace que saboreemos más cada momento, y también horas como 'la del vermut'. Se nota en que muchos pueblos reservan a una gran orquesta para el fin de semana y llenan mañanas y tardes con unas fiestas muy 'de vermutazo'», acuña el empresario vallisoletano, en alusión a eventos familiares, ferias de día, parques de agua o conciertos. Hasta octubre, cuando los últimos festejos se apaguen, les queda carretera y música para rato.
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