Luis Francisco Martín, alcalde de Béjar: «Que me den dos tiros y ya»
El primer edil del municipio salmantino habla en ABC sobre un rosario de «ataques personales» que vive y el ambiente «horrible» de los plenos
Rajan tres ruedas del coche del alcalde de Béjar (Salamanca): «En días como hoy me dan ganas de irme a mi casa»

Luis Francisco Martín (Béjar, 1970) es alcalde de su ciudad desde 2023. Cuenta que siempre soñó con abordar los problemas de esta urbe salmantina de 13.000 habitantes –despoblación, envejecimiento...– que se lo dió «todo» para así «intentar devolvérselo», pero el cargo no está siendo ... liviano, según él mismo reconoce. Con «trabas desde el minuto uno», habla sobre «ataques personales», clavos para hacerle pinchar en carretera y un ambiente «horrible» en los plenos, con estación de esquí de La Covatilla y otros temas como «armas arrojadizas». Admite que es «muy complicado», pero se muestra decidido: «Hasta con bajones estoy más fuerte que el primer día que tomé el bastón de mano».
—A raíz de las ruedas de su coche rajadas, dijo que había ocasiones en las que piensa en dejarlo. ¿Sigue dándole vueltas?
—Hay mucha presión. Es complicado vivir así y también gobernar con subvenciones que tienen que pasar por acuerdo plenario para las que te votan que no. Queremos poner orden pero hay muchas resistencias. Lo primero, estoy desatendiendo a mi familia. Mi madre vive un auténtico calvario porque hasta que la llamo no sabe si hoy son las ruedas o mañana soy yo. Hace poco el portavoz socialista, José Luis Celador, se levantó y me llamó 'payaso de los cojones', otro hizo el amago de tirarme una botella... En Facebook se ha publicado lo de las ruedas y mucha gente comenta «Poco le han hecho». No sé, que me den dos tiros ya. Es un grupo reducido que vive para inyectar de odio las redes, pero hay mucho descerebrado. Con el rajado de ruedas también he recibido cientos de WhatsApp, llamadas de consejeros, alcaldes y compañeros de Diputación. Gente muy humilde me decía «Le dejo mi coche hasta que arregle el suyo.» Hay momentos de bajón en los que pienso en irme, porque estoy perdiendo dinero y salud, no descanso suficiente y estoy en tensión constante. Pero veo gente que me pide que no me vaya, pregunto a mis compañeros y responden que están conmigo hasta el final y me decido a seguir. El arreglo del coche me ha costado lo que no gano en un mes, pero ahí está. Si quieren que me vuelvan a rajar las ruedas, que no me voy a ir. Me ha dado valor el cariño de la gente.
—¿Diría que estos ataques se originan en rencores personales o políticos?
—A raíz de esto último el PSOE ha lanzado un comunicado, y se lo agradezco, pero que sean sinceros. Que no lleguen a los plenos y metan a gente de público para que calienten el ambiente, que no movilicen a sindicatos de izquierdas para que hagan concentraciones en mi contra, que no vendan que por mi culpa esto se está arruinando. Llevo un año y medio: la ruina viene del declive de los últimos 20 años. Este odio se está generando de una forma muy maquiavélica, con un cinismo impresionante, y hay mucha gente que se deja arrastrar por sus ideales políticos. Esta es una población que ha sido siempre muy de izquierdas: hasta La Pasionaria decía que para hablar de política y de comunismo hay que venir aquí. Era el único feudo importante que le quedaba al PSOE en toda la provincia de Salamanca. Jamás pensaron perder Béjar, jamás. Así que esto huele a política pura y dura. No digo que ellos hayan rajado las ruedas, por Dios. Pero sí fomentan esa incitación a la rabia, y luego llega el que lo escucha y me ve como si fuera el culpable de todas la desgracias de la población.
—Efectivamente el PSOE ha condenado públicamente este último episodio vandálico, pero en los últimos meses en el consistorio han vivido varias situaciones de tensión. ¿Cómo cree que podría rebajarse toda esta crispación?
—¿Bajar la tensión? No va a pasar, porque ellos quieren este pueblo al precio que sea. Fíjate si es importante que el nuevo secretario general del PSOE de Castilla León, Carlos Martínez, ha hecho aquí su primera visita oficial. Cuanto peor para la ciudad, mejor para ellos de cara a 2027. No quieren que aquí salga nada adelante ni que recupere una mayoría absoluta porque significaría que ya no nos iban a parar en muchas legislaturas. Pero claro, todo se paraliza. La tensión va a incrementarse porque se la juegan y el candidato a la alcaldía del PSOE ni vive en Béjar. Yo puedo dejar de ser alcalde, pero seguiré siempre siendo un bejarano, y ahí quedará lo que haga, bien o mal, la gente me lo felicitará o me lo criticará toda la vida. Él prepara su trampolín, pero yo no quiero ser procurador ni eurodiputado, sólo alcalde de Béjar. Esa es la diferencia entre él y yo. Saben que la moción de censura por la ley antitransfuguismo sólo les sirve si me voy, porque ahora tienen más votos que nosotros y tomarían el poder, así que el acoso es hacia mi persona.
—Ser alcalde de Béjar era un sueño de infancia...
—Sí. Yo al presentarme como candidato hice un vídeo que mandé a los vecinos muy tierno, y en él contaba cómo desde pequeño tenía ilusión de ser alcalde. Y era verdad, no estaba mintiendo, hablaba con el corazón. Siempre recuerdo un San Juan cuando era niño en el que apareció un coche con el alcalde, Juan Belén Cela, el primero de la democracia y yo le vi como un gran hombre que podía sacar las cosas adelante. Era un gran socialista y una gran persona. Y de ahí ya lo tuve claro, a lo mejor con 14 años ya me conocía todos los diputados nacionales, siempre he leído sobre la historia y la política de España. Bueno, pues todos los días en los plenos se ríen de mí, de esos sentimientos, diciendo que el sueño de un niño va a llevar a la desgracia a una ciudad. Intentan menospreciar, intentan ridiculizar, intentan manipular.
—Entonces, ¿las amenazas son más públicas y los mensajes y gestos de apoyo, privados?
—La gente de derecha es gente educada. Es más discreta, no quiere problemas, no se quiere involucrar, no entra a las redes sociales para insultar a nadie. Esa gente puede comentar en el bar, en la calle, pero no en redes sociales con odio, no con comunicados de prensa. Entonces sí, el apoyo lo recibo por WhatsApp, a través de gente que me cruzo por la calle, de una forma más privada. Los insultos son más públicos, pero tampoco son cientos de personas: en el autobús municipal entrarían todos. Pero 25 personas metiendo ruido todos los días generan esa confusión social y esa radicalización, parece que en Béjar estamos a palos todos los días, y eso es sólo en los plenos. He decidido no entrar en las comisiones informativas porque es una cosa horrible: como hay no hay público ni cámara, ahí se insulta bestialmente.
—En junio la concejala socialista Ana Vicente Peralejo le acusó de agresión, algo que ya entonces negó y que acabó archivándose. ¿Cómo lo vivió?
—Cierto. También utilizaron leyes para intentar quitarme del medio. Menos mal que en aquella comisión no sólo estaban políticos, sino también unos técnicos. Aquel día, cuando empezaron las negociaciones y vi que no sacaba nada en claro, me levanté y me marché. Al pasar por detrás de ella, escuché un «Si no se entera, está bobo». Y solamente me di la vuelta para responderle «¿Estás diciendo algo?» Cuando salió que la había querido agredir fui a la policía y puse una denuncia yo el primero para desmentirlo. Quedó en nada, pero si no llego a reaccionar puedo aparecer detenido. Habrían tenido el titular que no consiguieron. Me han buscado las vueltas por violencia, diciendo que soy amigo de narcotraficantes, que tengo negocios oscuros, antecedentes penales. La psicóloga me ha reconocido que trata muchos casos de bullying y que yo estoy sufriendo todos los acosos que una persona puede soportar: laboral, social, mediático, psicológico.
— Expulsó a dos concejales en sendos plenos (a José Luis Rodríguez Celador, del PSOE, y Javier Garrido, de Tú Aportas Béjar) por no respetar el turno de palabra o por insultos. ¿Es este un momento de mayor enfrentamiento?
—No miran por la ciudad, traman cómo derrocarnos. Tengo muchísima paciencia, les llamé la atención hasta que les expulsé y tuvo que subir la policía local para sacarles. El concejal socialista salió de muy malas maneras, porque ha sido el concejal de la policía, así que ésta entraba con el reparo de sacar al que fue su jefe. Los trabajadores les tienen como miedo, porque no les ha temblado el pulso para cargarse a gente que no es de los 'suyos' en la anterior legislatura. Ahora mismo con lo de las ruedas se quedarán tranquilos un tiempo, porque saben que fue alguien con su ideología y les perjudica: me transforma en víctima, en vez de ser el malo. Tardarán uno o dos meses y a ver ahora por dónde atacamos.
— Si hace examen de conciencia, ¿cree que ha cometido algún error?
—Si yo supiera que la ciudad de Béjar iba a funcionar sin que estuviera, era el primero que me iba. Pero funcionar en unas condiciones. No quítate tú para ponerme yo, cobrar un sueldazo, contratar asesores amiguetes. También me iría si me aseguran que uno de mi equipo es alcalde y el programa del PP y Vox se lleva adelante, que creo que era un programa de futuro para esta ciudad. No es cuestión de errores, les importa un pimiento esta ciudad. Hay concejales que son de aquí y votarían muchas cosas a favor si no fuera por la disciplina de partido.
—Casos como el suyo, ¿diría que invitan a la reflexión sobre una polarización o violencia excesivas en la política o la sociedad actuales?
—La verdad es que lo que se ve en el panorama nacional también invita a reflexionar. Vemos el Congreso de Diputados con su insultos, descalificaciones, el presidente que se une a cualquiera por no perder el poder, un país que se está bolivarizando…y mucho agarrarse de culpar a la derecha, a la extrema derecha. Pues un poco eso se está viviendo en Béjar. El ejemplo más cercano a Madrid, yo creo que pasa por Béjar. Aquí salimos en los papeles para mal. Se están haciendo muchas cosas buenas, pero vende más lo malo.
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