La Reina conoce las trágicas historias de las víctimas de violencia de género de Cabo Verde
Doña Letizia visita el centro de acogida Casa Manuela y un taller de costura, promovidos por la Cooperación Española
La Reina reconoce la labor de la Cruz Roja en la guerra con unas palabras en ucraniano
En Cabo Verde el color amarillo es un signo de unidad. De ahí que las diez estrellas que simbolizan en su bandera cada una de las islas de este archipiélago africano lleven este color. El amarillo refleja también la libertad de vivir frente al mar y el esfuerzo de este país por salir adelante y el empeño de los caboverdianos por progresar, algo a lo que España contribuye activamente desde 1979, cuando la Cooperación Española comenzó a desarrollar aquí sus primeros proyectos de ayuda para el desarrollo. Desde entonces han pasado 42 años y, precisamente cuando se cumplen diez desde que la Reina comenzó a viajar con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Doña Letizia inició esta mañana la primera jornada de su viaje a Cabo Verde en una casa de color amarillo que se encuentran en el municipio de Santa Cruz, al este de la isla de Santiago y a unos 45 minutos en coche desde Praia, la capital del archipiélago.
En el patio de esta construcción típica africana, seis mujeres de 17 años esperaban junto a sus hijos la llegada de la Reina. Acompañadas por representantes de la Fundación Religiosos para la Salud, Hermanos Capuchinos de Cabo Verde y Cáritas Porto Novo, las jóvenes dieron la bienvenida a Doña Letizia a La Casa Manuela Irgher, que abrió sus puertas en 2008 en Santa Cruz y busca ser un refugio para todas las mujeres menores de 18 años que son víctimas de violencia de género en la zona.
Aunque las cifras oficiales en Cabo Verde arrojan unos datos de violencia de género del 1,9 por ciento, lo cierto es que no existe concienciación sobre este tipo de maltrato, que se estima que podría alcanzar a una de cada dos mujeres en el conjunto de islas del país. Esta lacra está tan normalizada en la sociedad que son muchas las instituciones que desde 2011, cuando el Gobierno de Cabo Verde puso en vigor su ley contra la violencia de género, que se interesan por dar apoyo a las mujeres.
La Reina se interesó por las historias de todas ellas. Para protegerlas, no hay imágenes de este encuentro y, aunque este periódico pudo hacerse eco de sus tragedias, los nombres de Fátima y Francisca son ficticios. La primera comenzó a tener una relación sentimental cuando solo tenía 13 años con su padrastro. Se quedó embarazada hace cuatro años y su madre –que por las mismas fechas también estaba embarazada del mismo hombre– la echó de su casa. Lejos de denunciar a su padrastro, las autoridades locales encontraron a Fátima en la calle y la derivaron a Casa Manuela, donde dio a luz a su hija. «Ha pasado un proceso muy complicado porque en su cabeza ese padrastro es el amor de su vida y es la persona con la que quiere estar», explicó a ABC Victoria Seoane, coordinadora expatriada de la Fundación Religiosos para la Salud. Y añadió: «Su proceso psicológico ha sido complejo para poder quitarle de la cabeza que eso no es una relación de amor ni es algo saludable».

Junto a Fátima, haciendo una pulsera de color amarillo flúor, se encontraba Francisca, quien se quedó embarazada mientras jugaba con su primo también a los 13 años. Ahora su hijo Joao tiene cuatro años. Está muy feliz porque en Casa Manuela ha encontrado un sitio donde poder salir adelante mientras acaba su formación escolar. Gran seguidora del Benfica, sueña con ser futbolista o médico en un futuro. Su hijo no paró de jugar con Doña Letizia durante su visita a la casa. Le regaló una vela, un póster que había hecho su madre y una bolsa con un retrato de la famosa cantante Cesaría Evora.
«Que venga la Reina ha sido una motivación para ellas porque es verdad que están en el rol de víctimas, pero el poder sentir que el Estado de Cabo Verde las está protegiendo, les está dando recursos es muy importante para ellas, que saben además que el dinero para esta iniciativa sale de la Cooperación Española», afirmó Victoria Seoane, al tiempo que reiteró el valor que tenía la visita de la Reina porque es «su máxima representante».
La Casa Manuela Irgher es el tercer centro de acogida de estas características que abre sus puertas en Cabo Verde. Las otras dos se encuentran en las islas de Fogo y Santo Antao. Este proyecto de la Aecid comenzó en 2022 bajo el título «Mejorar el acceso a recursos y a una atención de calidad para mujeres y niñas víctimas de violencia de género». Desde entonces un total de 45 mujeres han sido acogidas en estas casas y unos 440 profesionales se han formado para poder ayudarlas, desde personal sanitario, profesorado, fuerzas de seguridad y emergencia y funcionarios del Ministerio de Justicia.
A escasos metros de Casa Manuela se encontraba otra casa amarilla, algo más pequeña, que comenzó a funcionar el pasado mes de febrero y que da cobijo a mujeres víctimas de violencia de género que atraviesan situaciones de emergencia en las que su vida depende de que consigan huir de sus hogares. Hace pocos días llegó una joven estudiante universitaria, cuyo compañero sentimental ejerció durante años violencia de género patrimonial sobre ella. Le quitó el pasaporte y los documentos de identidad y la privó de cualquier medio económico. La dejó encerrada en su casa sin ninguna red de apoyo mientras ejercía sobre ella abusos sexuales. La Reina visitó las instalaciones en las que se encuentra junto a la primera dama de Cabo Verde, Débora Katisa Carvalho.
La esposa del presidente de la nación, José Maria Neves, se incorporó a la visita después de que Doña Letizia hubiera visitado la Cooperativa de Corte y Costura, que también se encuentra en Santa Cruz. Allí, nada más llegar, la Reina se encontró a ocho mujeres en una sala donde había 14 máquinas de coser. En ese momento estaban cosiendo los patrones de pantalones, faldas y camisas que el diseñador caboverdiano Cinzo Gamboa les enseña a confeccionar. Él, que viste con asiduidad a la primera dama de Cabo Verde y que aprendió a coser porque siguió la tradición familiar que se remonta tres generaciones atrás, está «feliz» de poder ayudar a las mujeres se su país «para que tengan alas para volar». De este proyecto de la Cooperación Española, «Educando a través de la moda», ya se han beneficiado un total de 500 mujeres en Santa Cruz. De este taller salen con un certificado profesional y con la impronta de haberse formado junto a un diseñador famoso y, gracias a las ayudas que siguen recibiendo del Gobierno, pueden crear sus propios proyectos para ganarse la vida.
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