Un recuerdo a Català-Roca

Garci, madrileño doblemente madrileño, por madrileño y por asturiano , dedica un telegrama a Francesc Català-Roca, que es lo mismo que decir que hay un cine detenido en el que mejor tomó la temperatura de un tiempo y una ciudad. Escribe JL Garci que en sus « encuadres (en los de Català-Roca) late lo más sincero de nuestra filmografía«. Y tiene razón cuando se ve la Gran Vía que hizo tan suya viniendo desde Tarragona, al igual que la hizo suya Antonio López , desde su Tomelloso natal.

Català-Roca, y volvemos a dar la razón a Garci (en esta vida o se le da la razón a Garci o uno es un botarate) en que lo que subyace tras el disparo de la cámara es el relato de aquel Madrid que iba muy lentamente haciéndose metrópolis y que necesitaba un testigo de cargo y mirada. Qué decir de esas 'Señoritas paseando por la Gran Vía', en 1952, que pareciera el inicio de cualquier película no sólo del neorrealismo, también, por qué no, de una comedia romántica con algo neoyorquino por medio. De las felices y tranquilamente alocadas.

La ciudad vuelve a olvidar a sus retratistas. Català-Roca fue uno de ellos. Y ahora que Madrid intenta, de españolas maneras, cambiar el chamizo horizontal por el cristal vertical es conveniente un nueva mirada a Català-Roca y saber de dónde venimos.