Brito y Picatoste se autoinculpan de todos los cargos excepto de la violación
BARCELONA. Fríos, altivos, desafiantes, seguros de sus palabras. Tanto Manuel Brito como Javier Picatoste declararon ayer ante el tribunal y relataron los hechos de que se declaran culpables sin pestañear. Incluso daban órdenes cuando se les interrogaba: «Ah, la carta, sí, continúe...».Por el cúmulo de delitos el ministerio fiscal solicita 93 años para Brito y 79 para Picatoste. No les tembló la voz ni tosieron.Cuando aprovecharon un traslado de Brito al hospital Arnau de Vilanova de Lleida para fugarse, a éste le custodiaban cuatro mossos. Era octubre del año 2001. Ayer, no eran menos de veinte los agentes que se distribuían por el Palacio de Justicia para custodiar a los dos acusados.
Brito se confesó autor de la muerte de un chico al que atravesó con seis disparos. Picatoste dijo ser culpable de haber planeado la fuga de Brito de la prisión de Ponent. Para ello, se hizo con un arma y disparó contra dos mossos d´Esquadra a menos de dos metros de distancia. Dejó a uno de ellos parapléjico. Se autoinculparon de todo lo que se les fue preguntando.
Aseguraron que lo habían hecho ellos solos y exculparon a los cinco acusados (entre ellos, David Brito) que se sientan en el banquillo por encubrirlos o por cometer algún acto de apoyo al plan.
Palabra de Picatoste
Picatoste llegó a decir que «había dado su palabra a Brito de que le sacaría de la prisión» como si de un pacto de sangre se tratara. No abrió boca sobre cuál era la parte que Brito incumplió. Fuera como fuere, ahora para él es un «Judas», que es como lo ha calificado en una carta. Ante el tribunal dijo que le llamaba así porque «me siento traicionado», aseguró Javier Picatoste. Se refería al momento en que supo, por la radio, que en su huida no sólo habían dejado al borde de la muerte a dos mossos (eso parecía no importarle) y habían acabado con la vida de un muchacho tan sólo para robar su coche sino que después Brito había violado a la novia de éste. Aquello no entraba en su proyecto de escapatoria juntos, ni en sus futuros atracos, ni en una posible huida a Suramérica: «Eso eran conjeturas y aquí estamos hablando de hechos», corrigió Picatoste a la fiscal.
Violación
La violación de la chica debió ocurrir en los quince minutos en que Picatoste se ausentó, después de haber emprendido la fuga con ella en el coche del novio y(a él lo habían dejado yaciendo en el suelo de la pista forestal). Fue al atarla a unos arbustos para abandonarla, según el relato fiscal. Sobre todos los episodios de la fuga hubo claridad en la declaración salvo en este: Brito niega haber violado a la que hoy es testigo de cargo contra ellos. Sabe que si lo reconociera, caería sobre él la implacable ley de los presidiarios, que tratan con saña a los violadores.
«La había tocado y olido»
Picatoste aseguró, en cambio, que su compañero le explicó que «la había tocado un poquito y olido». Al saberlo, rompió con él la que dijo ser una «relación de hermanos»,¿Por qué «hermanos»?, le preguntó uno de los abogados de la acusación. «Porque me levantó de una depresión», respondió el procesado.
Para Javier Picatoste, a partir del momento en que oyó lo de la muerte y la agresión sexual, le invadió un desdén tal que «ya no quise saber nada, bajé la guardia. Se rompió la amistad. Esperaba que me cogieran, esperaba que me mataran. No sé qué hago ya, pensaba».
En sus declaraciones se vio un plan urdido hasta el más mínimo detalle. Idearon la fuga de Brito en domingo «porque hay menos control en el servicio médico y los domingos se suele llevar a los presos que se lesionan al hospital Arnau de Vilanova», dijo Picatoste.
Manuel Brito se autolesionó en el codo para que le sacaran de la cárcel de Ponent y lo hizo en el codo y no en otra parte del cuerpo «para que no le esposaran».
Si Picatoste era la idea, Brito fue el arranque: descargó las seis balas sobre el cuerpo del muchacho, que trataba de huir con el coche porque «instintivamente disparé». «Sí, sí, disparé. Seis balas. La llevaba cargada. No se pensaba utilizar pero disparé, no sé por qué», dijo. Parecía un capítulo de «A sangre fría». Un personaje más de Truman Capote.
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