Después del circo del plan fiscal, ahora toca el laboral

Aparte del debate fiscal, cerrado en falso por otro lado, porque se ha aprobado con el compromiso de recuperar el impuesto a las energéticas, que el Ejecutivo había ya descartado, y que veremos a ver si Junts y el PNV finalmente apoyan, esta semana ha sido noticia el acuerdo entre los populares y los socialistas europeos para elegir a los comisarios que formarán parte del nuevo Ejecutivo europeo. Un gobierno en el que los postulados de la derecha tendrán mucho más peso de lo que lo habían tenido hasta este momento, lo que hace pensar en una flexibilización de los plazos y los objetivos para avanzar hacia esa transición energética tan necesaria.

Incluso Teresa Ribera ha levantado el pie del acelerador sobre postulados que en España ha mantenido inamovibles, como la necesidad de cerrar nucleares, lo que hace pensar que en esta nueva legislatura se primará más la industria y la competitividad de las empresas europeas, sin dejar del todo a un lado los retos perseguidos hasta el momento.

De hecho, si la nueva Comisión hiciera caso a los recién presentados informes Draghi y Letta, lo que harían sería apostar por atraer inversión para financiar esa transición. Aunque en este escenario nuestras empresas estarían en desventaja. ¿De verdad que es el momento de subir los impuestos a las energéticas, o de fomentar que inviertan en ese proceso de descarbonización? Sinceramente, creo que lo segundo. Y los bancos, ¿no sería más razonable fomentar que den financiación para todas estas nuevas necesidades de inversión que freírlos a impuestos? Sobre todo porque o somos conscientes de que formamos parte de Europa, y que los impuestos que soportan nuestras entidades no deben ser mayores que los que pagan en nuestros países vecinos, o condenaremos a nuestras empresas y nuestras entidades financieras a competir en desventaja. Y no ya con el resto de empresas europeas, sino fundamentalmente con las americanas y asiáticas.

Pero mucho me temo que aquí lo que prima es la ideología y el populismo. Es muy fácil decir que paguen las empresas que ganan mucho sin analizar las consecuencias.

Y otra de las noticias de la semana se refiere al recorte de la jornada laboral que el Gobierno quiere aprobar sí o sí, y cueste lo que cueste aunque la CEOE se haya levantado de la mesa de negociación. La vicepresidenta Yolanda Díaz y su equipo se quejan de que la patronal no ha querido negociar y, además, como castigo, retiran las ayudas que había planteado para que la medida no sea tan costosa para las pequeñas empresas. Que la jornada irá poco a poco reduciéndose con el tiempo, a medida que avanza la productividad y cobra protagonismo la IA, seguro, que imponer eso ahora puede hacer daño y mucho, a muchas empresas, especialmente a las más pequeñas, también. Después del espectáculo del plan fiscal, veremos a ver cómo logran los apoyos parlamentarios para el laboral. Otro circo, me temo.