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ESPECIAL EMPRESA / ABC 120 ANIVERSARIO

Un tratamiento de disrupción para alumbrar la medicina personalizada

El desembarco de la IA y conceptos como la nanomedicina, la edición genética o la microbiota son la respuesta al reto de una población creciente y envejecida

La fórmula matemática que predice el fin de la vida útil del organismo

Los avances en la investigación están poniendo el foco en el aspecto preventivo de la medicina ABC
Laura Montero Carretero

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La investigación médica revalidó su condición de indispensable durante la pandemia con el desarrollo, en tiempo récord, de las vacunas de ARN mensajero y, superado el traspié del coronavirus, continúa dando pasos de gigante para progresar hacia un nuevo paradigma cuyo alcance es difícil de pronosticar. La era de los tratamientos personalizados, la consolidación de la cirugía robótica o la revolucionaria edición genética CRISPR son solo algunas de las líneas de trabajo que marcarán el futuro de un sector inmerso en una profunda transformación. El objetivo, en última instancia, es conseguir que vivamos más y mejor, algo para lo que la comunidad científica cuenta con el apoyo de tecnologías tan en boga como la inteligencia artificial

Asistimos a un punto de inflexión en la forma de afrontar los problemas de salud, que comprende desde la atención al paciente hasta la prevención, diagnóstico y seguimiento de enfermedades. Es en este entorno donde emergen conceptos como la nanomedicina –rama de la nanotecnología que permite la modificación de moléculas a un nivel atómico–, que lleva años de rodaje y está llamada a jugar un rol esencial en los próximos años. «Facilita diagnósticos y tratamientos específicos de enfermedades de tipo canceroso, por ejemplo, utilizando marcadores biológicos más precisos que una biopsia, o administrando fármacos directamente sin afectar a células sanas», explica Manel Peiró, profesor de Esade y director del Institute for Healthcare Management de EsadeGov.

La edición genética, que se refiere a las tecnologías que permiten agregar, quitar o alterar material genético en ciertos lugares del genoma mediante las 'tijeras moleculares', también tiene recorrido por delante. El experto recuerda que el pasado mes de octubre la agencia del medicamento estadounidense cerró la última fase del análisis para la posible aprobación del primer tratamiento basado en edición genética para la anemia de células falciformes, la enfermedad genética más frecuente del mundo.

El estudio en torno al microbioma intestinal será otra de las áreas a las que virará su mirada una investigación médica en continua evolución. «Tiene una enorme relevancia para el desarrollo de inmunoterapias, que posiblemente es el ámbito en el que se van a producir mayores progresos en el tratamiento de enfermedades para las que hasta hace poco no lo había», indica Peiró. No hay tiempo que perder.

Todos estos logros, indican desde la Alianza de la Sanidad Privada Española (Aspe), representan la vanguardia de la medicina, abriendo la puerta a tratamientos más efectivos al adaptarse específicamente a la genética y características únicas de cada paciente. No obstante, Carlos Rus, su presidente, habla del importante papel de la medicina preventiva: «El avance de la tecnología, así como la inteligencia artificial, el análisis de 'big data' y la telemedicina permitirán una monitorización continua y una toma de decisiones más rápida y precisa en la prevención de enfermedades. No solo buscará prevenir enfermedades, sino mejorar la calidad de vida, reducir la carga sobre los sistemas de salud y avanzar hacia un enfoque más integral y personalizado en la atención médica. Mientras que la cultura de la prevención va calando, dinámicas adoptadas a marchas forzadas debido al Covid, como las videoconsultas, entran ahora en otra dimensión.

Telemedicina

Aquí es inevitable detenerse en el devenir que experimentarán las consultas en remoto, un fenómeno que eclosionó en lo peor de la pandemia y que presenta tantas oportunidades como incógnitas. Los expertos abrazan las posibilidades que ofrece la telemedicina, pero también se muestran cautos en cuanto a su utilización. «Las nuevas tecnologías pueden ser una ayuda parcial, pero el paciente se resiste a aceptar que se le diagnostique a través de una pantalla y hay que tomar las decisiones teniéndole en cuenta. Además, la consulta virtual nos puede llevar a la banalización del acto médico. Asimismo, la telemedicina debe regularse para asegurar que el médico que realiza la consulta cumple todos los criterios y requerimientos necesarios para ejercer la asistencia en nuestro sistema de salud», advierte el presidente de la patronal de la sanidad privada española. Un horizonte delicado que no es óbice para que esta fórmula eche raíces en nuestro país.

«En la medida que se vayan superando las barreras existentes, su uso se generalizará», considera Manel Peiró, de Esade. «En la actualidad –continúa– se limita su utilización a pacientes previamente tratados por los profesionales sanitarios, pero debe integrarse en la organización del trabajo de estos profesionales y ser financiada adecuadamente, además de garantizar la seguridad y protección de datos del paciente, entre otras medidas».

El carácter disruptivo del sector se manifiesta también en el empleo de modelos de aprendizaje automático para analizar datos médicos a partir de los que obtener patrones. «Estamos en condiciones de prestar una medicina personalizada de precisión, es decir, proponer una solución individualizada partiendo de un conjunto masivo de datos y esto solo será posible de la mano de la inteligencia artificial», subraya Jaime del Barrio, senior advisor de EY para el sector Salud y Healthcare, quien reconoce que, a pesar de que quedan por delante retos éticos, legales, de ciberseguridad, regulatorios, etc., su potencial para dar respuesta a problemas de salud «es incuestionable y no se lo podemos negar ni a los pacientes, ni a los profesionales, ni a la sociedad en general».

Aclara el experto que es fundamental entender que el cambio no pasa por poner tecnología a lo que se hacía hasta ahora, sino por «formular las preguntas adecuadas sobre las que basar un algoritmo que tendrá que ser validado en su momento, además de demostrar su evidencia científica antes de que la respuesta que nos propone la incorporemos para su aplicación de la mano de los profesionales sanitarios». En ningún caso, recalca, reemplazará a los profesionales de carne y hueso, solo será una ayuda en la búsqueda de soluciones.

En la actualidad, de hecho, estos algoritmos de IA ya se utilizan para analizar imágenes médicas (radiografías, resonancias magnéticas y tomografías computarizadas) para identificar patrones y anomalías de manera más rápida y precisa que los métodos tradicionales. «También puede ser de gran utilidad en la medicina preventiva, analizando por ejemplo datos genómicos para identificar patrones genéticos asociados con enfermedades, permitiendo la predicción de riesgos y la personalización de tratamientos; o analizando datos epidemiológicos para prever brotes de enfermedades y ayudar en la planificación de medidas preventivas», completa Carlos Rus, que destaca que si bien la IA ofrece numerosos beneficios, también plantea desafíos éticos y de seguridad que deben abordarse de manera cuidadosa. «La colaboración entre profesionales médicos, especialistas en bioética y expertos en IA será esencial para garantizar el desarrollo y la implementación responsables de estas tecnologías en el campo de la medicina», justifica.

Fortalezas españolas

En el escenario que se dibuja a futuro, España cuenta con puntos fuertes que deberá potenciar y con debilidades para las que tendrá que establecer planes de acción. «Seguimos siendo muy buenos a nivel mundial en investigación básica y clínica, pero cuando hablamos de transferencia de la una a la otra existe un diferencial que habría que corregir desde las organizaciones privadas y las instituciones públicas, favoreciendo el emprendimiento y traslación del conocimiento a la solución de problemas», dice Del Barrio, que cree que hemos de mejorar mucho en la inversión pública y privada en I+D+i. «La privada tiene sus propios mecanismos de corrección, pero los recursos públicos son limitados y hemos de ser eficaces y eficientes no solamente por una búsqueda permanente de la sostenibilidad de los sistemas sanitarios y sociales sino también por justicia social», ahonda en ese sentido.

Hay una situación que el socio de EY no pasa por alto: cada vez somos más población a atender durante más tiempo con recursos humanos menguantes, algo que solo será posible si evolucionamos a modelos de atención apoyados en las nuevas tecnologías. «Aunque nuestro objetivo sea la IA, tiene pasos previos, como la automatización y robotización, que contribuirán a que la equidad en el acceso, principio irrenunciable, no esté en peligro como ya lo está ahora», concluye, al tiempo que recalca la necesaria formación entre los profesionales sanitarios para hacer frente a todo lo anterior, así como la información a los pacientes y la ciudadanía para contar con su colaboración.

En el caso del sector público, Manel Peiró (Esade) afirma que tiene una tarea para garantizar su sostenibilidad: «La notable cantidad de informes y recomendaciones que se vienen publicando por instituciones académicas, grupos de expertos y empresas de consultoría coinciden en la necesidad de desburocratizar el sistema sanitario, de dotar a las instituciones sanitarias de una real autonomía de gestión, de apartarlas de los ciclos electorales y aislarlas de los cambios políticos».

Asimismo, ha de ganar flexibilidad, agilidad y una mayor capacidad económica para afrontar «los enormes retos que supone atender a una población envejecida, con predominio de enfermedades crónicas, incorporar nuevas tecnologías diagnósticas y terapéuticas, específicamente la transformación digital del sistema, mientras se augura una creciente escasez de profesionales sanitarios en los próximos años». Estos retos, recuerda, también los afronta el sistema sanitario privado, que «deberá abordar una revisión de las tarifas que satisface por los servicios que contrata y que en últimos términos afectará a las primas que satisfacen los asegurados, conduciendo posiblemente a una mayor concentración del sector asegurador». Vientos de cambio que requerirán suficiente talento y es precisamente en este punto sobre el que ponen el foco en Aspe.

El reto del talento

Carlos Rus, presidente de la patronal, advierte de que la escasez de profesionales sanitarios es uno de los principales problemas que adolece el Sistema Nacional de Salud en su conjunto. «Según Eurostat, España es el segundo país de la UE que más ha envejecido en la última década», apunta. Este envejecimiento «conlleva un incremento de las dolencias crónicas que, además de requerir de una gran parte del gasto sanitario, precisa de profesionales que las puedan atender adecuadamente. «Y todo ello –prosigue– en un sistema que también tiene que trabajar por reducir la tensión de unas listas de espera que registran cifras históricas».

Propone medidas como la reespecialización médica, en la que los especialistas en un área puedan especializarse en otra sin volver a pasar por un MIR completo; la reducción progresiva de las incompatibilidades en el ejercicio entre el sector público y privado; así como la homogeneización de criterios en todas las comunidades autónomas o la consolidación del rol del profesional de enfermería, desarrollando sus ámbitos competenciales a la vez que se refuerzan también los de los TCAES. «Será esencial la colaboración entre la sanidad pública y la privada. Sin esta necesaria cooperación, será imposible dar solución a los retos que tenemos por delante», zanja. La medicina entra en un nueva era.

Industria farmacéutica

La evolución de la industria farmacéutica no se detiene y, de la mano de los avances tecnológicos, está logrando proezas inimaginables hace años. Nuestro país encara el futuro desde un buen punto de partida, teniendo en cuenta que en 2022 registró su máximo histórico en ventas al exterior, lo que ha convertido al medicamento en el tercer producto más exportado en España, solo por detrás del sector de los automóviles y los combustibles, gracias a las 103 plantas de producción de medicamentos de uso humano, once de ellas de medicamentos biológicos.

«Estamos en una auténtica biorrevolución gracias a la genómica, la inteligencia artificial y otras tecnologías digitales que pueden cambiar la vida de los pacientes», reconoce Juan Yermo, director general de Farmaindustria. Todo ello amplía el horizonte de la medicina de precisión, un área donde más del 70% de los ensayos clínicos en terapias génicas están siendo desarrollados por la industria farmacéutica. «No solo hablamos de nuevas terapias. El impacto de estos avances también se ve ya a través de la implantación de biomarcadores y el diagnóstico genómico para algunas enfermedades, que permiten tanto mejorar la diana terapéutica de los tratamientos como implementar nuevas políticas de prevención», indica Yermo. «Esta medicina de precisión o personalizada representa ya el presente y será el futuro de la innovación farmacéutica», dicen desde Farmaindustria.

Un término en el que se incluyen los tratamientos de carácter biológico de nueva generación, como anticuerpos monoclonales o, incluso más recientemente, las terapias génicas o celulares. «Con los medicamentos personalizados, cada paciente recibe el tratamiento más adecuado. Mediante la identificación de biomarcadores, por ejemplo, el enfermo se beneficia de un tratamiento ad hoc. Estas terapias, por tanto, están indicadas para poblaciones más reducidas, pero más adecuadas y receptivas a sus potenciales beneficios terapéuticos», mencionan en la patronal como grandes ventajas. El sector vive una etapa de efervescencia y para mantener su competitividad, nuestro país ha de fortalecerse. Por ejemplo, recuperando la fabricación de algunos principios activos y fármacos considerados estratégicos. «Esta producción nacional es una medida para resolver parte del problema de suministro, pero también supone una oportunidad para crear tejido productivo y empleo de calidad en España», subraya Yermo.

Farmaindustria lleva un tiempo trabajando con el Gobierno en un Plan Estratégico de la Industria Farmacéutica, que fija tres aspectos clave para el sector: asegurar el acceso a la innovación, mejorando los tiempos y la disponibilidad de fármacos innovadores gracias a un marco estable, claro, ágil y predecible; consolidar el liderazgo español en I+D biomédica y reforzar el tejido productivo, apostando por el empleo, el crecimiento y una menor dependencia exterior.

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