con permiso
La 'locomotora checa' del Gobierno para Talgo descarrila a las primeras de cambio
El mercado duda de las capacidades de Skoda no ya para hacerse con Talgo, que se dan por imposibles, sino para la autosupervivencia en un juego perverso fomentado desde Moncloa para situar a la empresa ferroviaria española bajo un paraguas de accionistas afines. Es la política económica del perro del hortelano: ni dejar hacer ni hacer
Los húngaros de Magyar Vagon, abiertos a «hacer hueco» a la SEPI en su opa sobre Talgo
Skoda le comunica a Talgo que su intención no es lanzar una contraopa y obtener su control

El hacer de los fines medios y de los medios hacer fines está llevando al Gobierno de Pedro Sánchez a comenzar por donde hay que acabar y a acabar por el principio. La testarudez demostrada por frenar la compra de Talgo y espantar a ... los húngaros de Magyar Vagon tiene al ministro Óscar Puente en un sinvivir para servirle a su amado líder en bandeja la cabeza de la operación y sumar puntos en una aritmética sanchista, con los que después canjearlos por premios en el economato del Gabinete a razón de tanto muro levantas, tanto vales.
El 'caballero blanco' traído de las lejanas tierras checas para tomar los mandos de Talgo –Skoda Transportation– siembra más dudas que certezas, no ya por su capacidad para presentar la obligada contraopa, sino para seguir en pie en el mercado. Los húngaros han olido la sangre y meten el dedo donde más duele, para dejar en evidencia a la vez a su rival y al Gobierno español, mostrando que aquí no hay guerra de ofertas ni competidores a la gresca, sino una estratagema del sanchismo para embarrar el terreno y frenar la lógica empresarial según la cual el pez grande se come al chico.
Porque en lo que verdaderamente debía estar ocupado Puente 'et alii' es en garantizar la rentabilidad de Talgo, en afianzar que la compañía da un buen servicio y que los intereses de los ciudadanos se vean correspondidos con la marcha de una empresa puntera en un mundo global... Nada de eso hay. Aquí lo que cuenta es el politiqueo y la acción erosiva.
Magyar estaba abierto a casi todo: desde compartir gestión y consejo en Talgo con el propio Estado español –con la SEPI, vaya–, o escuchar si así lo quisieran y se acercaran a ellos los chicos de Criteria o los de Escribano, para acabar con lo que centra el recelo de Sánchez por Magyar Vagon y su supuesta conexión con el Gobierno de Orban. El consorcio magiar, eso sí, tiene un capital privado del 55% mientras que el resto, el 45%, es público. Pues... de todo esto tampoco nada de nada.
La cerrazón de nuestro Ejecutivo ha comprometido hasta a los tan de naturaleza discreta de Criteria Caixa, que ya no saben cómo repetir que sin un socio industrial estable y fiable no se ponen la gorra y el silbato de maquinista, que lo suyo no es ser locomotora de industrias que no conocen. Que, a lo sumo, echarán unas paletadas de carbón en la caldera para que no se diga en el entorno de Manuel de la Rocha.
Óscar Puente creyó tener la solución al mandato sanchista en los checos de Skoda y, como suele ser habitual con esta gente, empeoró un problema con otro y ahora tiene dos. Skoda no quiere lanzar la obligada contraopa que mejore la oferta de Magyar, y tampoco quiere retirarse de la partida, porque estando gana visibilidad en su principal foco de interés: ganarse el respaldo de la banca para mantenerse a flote. Por ahora no hay oferta ni plan industrial ni se les espera. Y la CNMV se supone que sigue atareada en otros asuntos que igual algún día nos cuentan.
Aunque lo mismo, de llegar a ser lo de Skoda a pesar de todo, sería peor el remedio que la enfermedad. Lean: hace tres años, Skoda sufrió un trágico episodio. Petr Kellner, propietario del 99% de PPF (matriz de Skoda Transportation), murió junto con otras cuatro personas en un accidente de helicóptero en Alaska. Tras este suceso, su esposa y sus hijos asumieron el poder de la compañía. En septiembre de 2023 se hicieron con el 100% de la empresa.
Desde entonces sus herederos y accionistas están considerando la venta de la compañía. JP Morgan tiene el mandato de hacerlo. Solo un grupo indio ha mostrado interés y eso que Skoda ha sido ofrecida a numerosas compañías del sector ferroviario en Europa y Estados Unidos, sin que haya habido interés de nadie más... incluso ¡se la han ofrecido a Magyar! hace mes y medio, lanzada ya su opa a Talgo.
Fuentes del propio grupo húngaro que manejan un estudio sobre la situación de los checos, cuentan que estos están en peor situación que Talgo, que no cumplen con los pedidos y que llevan años con rentabilidades bajísimas y con un flujo de caja operativo negativo de 237 millones en 2022. Ya en 2023, tuvieron ebitda negativo de 17 millones y un resultado bruto también negativo de 78 millones.
Y mientras Talgo sigue sin ver la luz al fin del túnel en que la han metido interesadamente –lo que desprende peligrosamente el aroma de operaciones zapateriles de final dramático como Endesa–, el Gobierno se aplaude a sí mismo por los datos de la EPA, obviando que el objetivo de la creación de un puesto de trabajo no es un fin en sí mismo, sino que debe procurar mayor prosperidad para el empleado y riqueza para la sociedad donde se desempeña. Ni lo uno ni lo otro: España se aleja de los países europeos en creación de riqueza y, tal vez, aumenta el volumen de puestos de trabajo pero no el de trabajadores, porque estos necesitan ya más de uno para tirar hacia delante.
En lo que no solo vamos en tren, sino en cohete es en la planificación de proyectos sin más propósito que la glorificación sanchista y en los movimientos telúricos en torno a nuestras grandes compañías estratégicas. Puede que el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones despeje ambas incógnitas abriendo el camino al nuevo canal de TV con cobertura nacional y se dé luz verde a que los árabes de STC puedan alcanzar el 9,9% de Telefónica. El convoy de Moncloa va a toda máquina y sin frenos. ¡Viajeros al tren!
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