Masters 1.000 París-Bercy
Lo de Rafa Nadal es una barbaridad
Nadal alcanzó ayer esta cifra asombrosa de victorias al imponerse a Feliciano López en París, dónde si no. Toni Nadal, entrenador en 874 de esos triunfos, recuerda este viaje, que empezó el 29 de abril de 2002 en Mallorca
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El título de esta pieza no es una licencia del autor, si bien todo el mundo lo comparte. El título de esta pieza son las primeras palabras que le salieron a Toni Nadal cuando se le consultó desde ABC sobre la última gesta de su ... sobrino, desde ayer un miembro más del selectísimo club de las 1.000 victorias -solo son socios Jimmy Connors (1.274), Roger Federer (1.242) e Ivan Lendl (1.068)-, impulsado hasta la eternidad después de derrotar a Feliciano López en su estreno en el Masters 1.000 de París-Bercy con cierta dosis de sufrimiento (4-6, 7-6 (5) y 6-4). En realidad, tío Toni dijo «lo de Rafel es una barbaridad», pronunciado su nombre así, Rafel, pero aquí se escribe Rafa porque se ha hecho un hueco en la casa de todos los españoles siendo Rafa, ya es uno más en nuestras vidas. De barbaridad en barbaridad, el mallorquín descubre límites imposibles y da la sensación de que habrá más en este larguísimo camino de alegrías.
Tuvo que ser en París, dónde si no, siempre París. El otoñal siempre era un París maldito, plaza todavía por conquistar, pero siempre quedará como el lugar donde abrazó los 1.000 triunfos en la ATP , confirmando que es muy bueno y que se hace mayor. Para llegar a este registro, tan simbólico y asombroso, Nadal ha viajado a un ritmo frenético, pues son más de 18 años desde la primera vez. El 29 de abril de 2002, en el ATP de Mallorca , se impuso al paraguayo Ramón Delgado por un doble 6-4 y 6.764 días después destrozó la lógica al derrotar a su buen amigo Feliciano. Hasta eso parece preparado.
En el trayecto, también empinado porque ha sido un jugador muy castigado por las lesiones, hay victorias de todos los colores, siendo la tierra, cómo no, la superficie que más felicidad le ha dado. En Mallorca, en ese bautismo, se jugaba sobre arcilla y Toni Nadal recupera los mejores momentos de ese duelo tan desigual sobre el papel, pues Delgado era el 81 del mundo y Nadal, el 762. «Rafael tenía 15 años y, claro, imagínate. Una barbaridad . Me acuerdo perfectamente de aquel día. Recuerdo que a Rafael le dieron una invitación para jugar el Open de Mallorca, cerca de Palma. Vimos el sorteo y le tocó con este jugador paraguayo, que hacía cosas bien. Mi sobrino ganó 6-4 y 6-2, creo... ¡No! Fue 6-4 y 6-4, es verdad. Luego perdió con Rochus, pero esa victoria me dejó muy sorprendido».
Consejos de Tío Toni
El ya exentrenador del protagonista, que compartió 874 partidos ganados hasta que se apartó a finales de 2017, habla ahora con un entusiasmo y una reverencia que no exhibía cuando estaba al mando, exigente como nadie con su sobrino. «No es lo mismo jugar Futures que enfrentarte a un tipo que es el 80 del mundo, son palabras mayores. Hizo un gran partido, fue capaz de desbordar en todo momento a su contrincante. Y ganó bien, ganó merecidamente y a un nivel alto». Carlos Moyà, precisamente ahora técnico del actual número dos del mundo, ya había deslizado en el circuito que había un muchacho con una pinta estupenda, así que la expectación estaba justificada. «Antes le dije lo de siempre: lucha a tope que siempre habrá opciones. Es 80 del mundo, pero seguro que para él es un partido incómodo. Jugar contra un niño de 15 años no le hace nada de gracia a nadie . Tienes una gran oportunidad. Al acabar, le di la enhorabuena», resume Toni.
Benito Pérez-Barbadillo, en el presente director de comunicación de Nadal y uno de sus hombres de máxima confianza, también estuvo ese día en Mallorca, pero no conocía de nada a aquel chico: «Yo trabajaba para la ATP y fui a ese torneo a trabajar. Me acuerdo que reaparecía Kuerten después de una operación de cadera y le dieron una invitación a Rafa. Casi sin saque, ganó en su debut. Había oído hablar de él y tuve que presentarme después de su partido, claro, porque le dije que tenía que hacer prensa. Imagínate el niño, se quedó impresionado, tenía solo 15 años... Ya luego le fui conociendo más y hasta aquí hemos llegado, también gracias a su padre, a Carlos Costa y a Moyà, que habló de mí por mi función en ATP», comparte con este diario.
El niño ha crecido tanto que, con 34 años ya, es evidente pensar en que el adiós está cerca, aunque viéndole competir de esa manera no parece que tanto. Acaba de ganar Roland Garros por decimotercera vez y tiene un listado de retos por cumplir, el primero morder al fin en París-Bercy. De momento, ya mira a los ojos a Connors, Federer y Lendl, los únicos que superaron los 1.000 días de gloria en el tenis. «Insisto, es brutal», repite tío Toni, «y más teniendo en cuenta que, desgraciadamente, se ha perdido muchísimos torneos. Ha tenido muchos problemas . Esta lista de victorias podría ser mucho más numerosa». Irá a más, seguro, y llama la atención que el balear nunca afloje. «Lo que sí puede ser sorprendente es que mantenga estas ganas de querer más, ese afán inquebrantable incluso en momentos complicados. Él siempre ha salido adelante, eso sí que es admirable. Tiene mucho mérito. Es que son 1.000 victorias, ¿eh?», recuerda Toni. Sí, son 1.000 victorias, lo de Rafel es una barbaridad.
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