Real Madrid 1 - Milán 3
Este Real Madrid es un caos
Champions League
El Milan, séptimo en la Serie A, le endosa tres goles y hace de Lunin el mejor. Hubo pitos contra el equipo, sobre todo a Tchouaméni. El Madrid se complica mucho quedar entre los ocho primeros
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El Bernabéu mostró su furia y su bonhomía antes de comenzar el partido. Histórica pitada al himno de la Champions por lo sucedido con el Balón de Oro, en el que la UEFA tiene su cuota de protagonismo desde esta edición, y emocionante minuto ... de silencio en memoria de las víctimas de la DANA. Lo que nadie vio es que esa furia acabaría volviéndose contra el propio equipo.
Derrota contundente, y justa, de un Madrid que, ahora mismo, es un descalzaperros. Ni sabe atacar, ni sabe defender, ni sabe presionar, ni tiene gol y por no tener, no tiene ni alma. Lo peor que te puede cantar el Bernabéu es que le eches huevos, lo que nunca le ha faltado al equipo. Porque cuando no llegaba el fútbol, siempre han sobrado huevos, pero ahora no hay ni fútbol ni huevos. El único que corre por él, y por el resto de sus compañeros, es Bellingham, pero esto es fútbol, no una carrera de 100 metros.
Era un partido con olor a orejona. 22 Champions en el Bernabéu, y aunque el Milan lleva 17 años sin levantarla y ya no es un pez gordo de su país, el Madrid es un caos que convierte a todos los rivales en el Milan de Sacchi. Ayer, con más razón.
El equipo italiano, que deambula séptimo en la Serie A, provocó la ira del Bernabéu, con Tchouaméni en el epicentro del enfado. No tiene carnet para conducir al Madrid. El francés salió señalado en el 0-1 y el 1-2 y eso mosqueó a la parroquia, que lleva tiempo diseccionándolo desde su mesa camilla. En el tanto de Thiaw se quedó mirando como el defensa rojinegro remataba de cabeza un córner sin ni siquiera tener que levantar los pies del suelo.
Una desidia que se une a una preocupante falta de talento con el balón en los pies. Un regalo suyo en campo propio generó una combinación entre Pulisic y Leao que finalizó el portugués con un giro y disparo, repelido abajo por una buena mano de Lunin. Esfuerzo en balde. Al rechace llegó Morata para empujar a la red el segundo, mientras Aurélien, Militao y Rudiger hacían la estatua. Ver la tele en el hospital es de ricos.
Entre medias, Vinicius se inventó un penalti y lo anotó a lo Panenka, pero poco más. Mucha voluntad de Mbappé, como ante el Barça, y nula puntería. Es una escopeta de feria ahora mismo. Demasiado tiro al muñeco y toneladas de frustración en su lenguaje gestual. Como en el resto de compañeros.
Mientras, el Milan era cuchillo en mantequilla en esa banda izquierda de doble correcaminos, con Leao y Theo, y se presentaba en la frontal del área con una alfombra roja que le ponía el Madrid, los jugadores blancos se observaban con miradas acusatorias de 'si tú no corres, no lo voy a hacer yo por ti'. Entender a qué juega este Madrid, desde que Nacho levantara la Copa de Europa en Wembley, es más complicado que desenredar las luces de Navidad
Así que, como ante el Borussia hace dos semanas, el Madrid salía del entretiempo obligado a remontar y, esta vez, Ancelotti no hizo prisioneros. Tchouaméni y Valverde, a la ducha. Camavinga y Brahim, a jugar. Pero por muy deficiente que sea el rendimiento del Aurélien, no es el único problema de este equipo. Ayer, el mejor fue Lunin. El termómetro marca fiebre. Y alta.
El ucraniano salvó el 1-3 en el 52. Remate de cabeza de Leao con destino a la escuadra y vuelo de Andry. Mano imposible para seguir con vida en el partido, pero solo sirvió para alargar la agonía.
El tercero llegó en el 73, justo después de que Morata rematara al larguero con la espuela y se fuera al banquillo saboreando la rabia del Bernabéu. Reinjders remató con la izquierda una internada de Leao, pesadilla para Lucas.
Pudo reengancharse al partido el Madrid en el 81, y soñar con otra de esas remontadas épicas en Europa, pero el VAR anuló el gol de Rüdiger. No era la noche, como no lo fue ante el Barça, pero el problema no son un 0-4 y un 1-3 en apenas diez días. O sufrir tres derrotas en los seis últimos partidos, tras diez meses sin perder. El problema es mucho más profundo y, de momento, no parece tener solución. Este Madrid es un caos.
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