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El Sevilla de los centrocampistas

García Pimienta apostó por Agoumé como pivote defensivo, dando vuelo a Saúl, y cerró el choque con Sambi Lokonga como poseedor de la pelota

El Sevilla anota casi el doble de goles como visitante que en el Sánchez-Pizjuán

Los jugadores del Sevilla Saúl, Pedrosa y Sow celebran el gol de Ejuke en San Sebastián. efe
Alberto Fernández

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El Sevilla mostró su mejor cara lejos del Sánchez-Pizjuán, situación habitual en este 2025. No una apabullante, sino la seria y trabajada que a veces no es capaz de enseñar por esos problemas que suele tener con los despistes defensivos, especialmente a balón parado, por los que se pone por detrás en el marcador si su portero, muy criticado hace dos semanas por un error ante el Mallorca, no le salva antes de que pegue la primera puñalada. No es de extrañar que este Sevilla se sienta mejor como visitante, donde no se siente obligado a proponer, jugando partidos ásperos, de superar los duelos individuales, buscando siempre hacer daño con sus veloces extremos. Un juego de equipo que se basa en darle ventaja a quien tiene el duro, ya sea Lukebakio, Ejuke o Vargas, mientras que con Isaac apenas se puede contar para desequilibrar los encuentros. Y para mantener ese orden que todo equipo necesita, García Pimienta va encontrando por fin la colaboración de sus centrocampistas, la zona del campo que, por un motivo u otro (sobre todo lesiones) no ha podido fortificar y que ofrezca la continuidad que tanto necesitaba el Sevilla.

Porque el entrenador ha tenido que disponer centros del campo inverosímiles. Desde adelantar a Gudelj y colocar a Peque como una especie de mediapunta, hasta hacer que Juanlu sea su inesperado goleador de segunda línea. Todo ello en un curso donde han caído por problemas físicos desde Saúl, pasando por Sow y ahora Lokonga. También el capitán Gudelj, quien ahora se deberá hacer un hueco en la medular o quedar como primer central en el banquillo. Porque Pimienta, quien incluso solicitó un nuevo centrocampista en el mercado invernal, según sus propias palabras, posee un grupo de jugadores que se complementa bien porque cada uno cumple una función. Un rol específico que todo conjunto que juegue con tres en el medio necesita. Otro gran problema es que muchos de los jugadores han tenido que cumplir funciones para las que no están siempre preparados.

El mediocentro posicional

Para García Pimienta, su hombre brújula debía ser Sambi Lokonga, quien tiene criterio con la pelota, pero se siente más cómodo unos pasos por delante, jugando la pelota en el campo rival, como se pudo comprobar en los minutos que salió ante la Real Sociedad. Entonces, el futbolista que mejor encaja en ese perfil que propone el técnico catalán es Lucien Agoumé. El francés lleva un mes más tranquilo. Jugando con la soltura que su equipo necesita, sobre todo fuera de casa, puesto que en Nervión sigue acusando esa presión de la grada sobre su persona, como si no se le perdonase aquel error en Butarque que costó una dura derrota. Su crecimiento, a sus 23 años recién cumplidos, debe ayudar a que el Sevilla sea tan consistente como se está viendo en este 2025. Tiene físico, zancada y buen posicionamiento.

El motor del equipo

También encajaría aquí el belga Lokonga. Probablemente, sea su mejor ubicación. Ahí debe pelear con Djibril Sow, quien da más garantías al entrenador por el hecho de que su dinamismo permite que las transiciones se hagan a una velocidad mayor, pudiendo enlazar con los hombres de ataque a toda velocidad. Quien no encaja en este rol, y menos en el de mediocentro posicional, es Saúl. El alicantino enfría demasiado el ritmo del equipo. Necesita libertad de actuación. Poder ir al choque, a esos duelos que siempre repite que deben ganar, como en la celebración del tanto de Ejuke. Dependiendo del contexto del encuentro, Pimienta puede optar por Sow o Sambi Lokonga. Juntos encajan, pero les falta algo. Van a lugares comunes queriendo imponer cada uno su ritmo. El rival y su posicionamiento responderá siempre a la elección.

El llegador

Juanlu ha sido el futbolista del Sevilla que mejor ha realizado la función de enlace con la delantera, ejerciendo la presión como si fuese pareja de Isaac en punta del ataque, para caer a banda y generar superioridades cerca de los extremos. Su energía ha sido contagiosa, además de sus goles, aunque le sigue faltando experiencia en ese campo de minas entre el pivote defensivo y los centrales rivales. Ahí encaja a la perfección un Saúl que tiene más bagaje en la élite, sabiendo que con su sola presencia atrae a los defensores, pudiendo liberar al tridente ofensivo, al que busca con ahínco. Se echan de menos sus goles de segunda línea. Ya se va animando a disparar. Su recta final de curso se espera como lo mejor que pueda ofrecer este curso. Un Sevilla que va creciendo conforme sus jugadores se van liberando de la tensión de jugar con ese escudo en el pecho, además de estar más sueltos por haber olvidado sus problemas físicos. Una zona del campo que ha provocado un fútbol más práctico que vistoso, demostrando cuál es el camino del crecimiento sevillista. Desde su medular. La madre del cordero de este deporte.

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