Fútbol
El rastro de Ultras Sur diez años después
Florentino Pérez los echó en 2013, pero siguen ahí. Reducidos en número y dinero, sin presencia casi dentro del estadio y montándola aún fuera. Cómo se las apaña el violento grupo ultra del Real Madrid para hacerse notar desde su expulsión
Florentino Pérez: «Nadie dijo que poner fin a un monopolio después de tantas décadas fuera sencillo»

Veintiséis de diciembre de 2013. No es la fecha de un título, pero como si lo fuera. Hace justo diez años, Florentino Pérez cerraba para siempre las puertas del Santiago Bernabéu a los Ultras Sur, los hinchas blancos más radicales. «El Real Madrid ... C.F. procederá a la reorganización completa de la grada de animación del Fondo Sur del Santiago Bernabéu, por lo que abrirá para los socios un periodo en el cual se podrá solicitar la pertenencia a dicha grada. El plazo concluirá el 15 de enero de 2014», anunciaba la entidad en un comunicado que saciaba uno de los objetivos de Pérez en su retorno a la presidencia.
Para llegar a este punto hay que retroceder al 9 de noviembre de ese mismo año en el Santiago Bernabéu, casi 50 días antes. Ese sábado, el Real Madrid aplastaba a la Real Sociedad (5-1), con un triplete de Cristiano. Horas antes del encuentro, las dos facciones enfrentadas de Ultras Sur protagonizaron una violenta pelea en el bar Drakkar de la calle Marceliano Santa María, ubicado junto al fondo sur del Santiago Bernabéu, lugar habitual de los radicales. El saldo, dos heridos y la ruptura interna del grupo, dividida por la entrada de jóvenes integrantes de extrema derecha que no casaban con las ideas de los más veteranos. Una peligrosa lucha por el poder que podía estallarle en la cara al Real Madrid, algo que impidió de raíz el presidente.
Florentino decidió poner un punto final, alertado por este repunte de la violencia que en cualquier momento podía trasladarse al propio estadio. También tras comprobar que a esa zona del fondo sur del Bernabéu acudían personas que no eran propietarias de los abonos, de ideología de extrema derecha y que se habían dejado ver también en el Vicente Calderón por donde se sentaban los radicales.
El camino que Florentino llevaba años asfaltando, con la retirada paulatina de las muchas prebendas que durante años habían acompañado a este grupo ultra, que en su apogeo llegó a contar hasta con una oficina y un almacén en el propio estadio, se remató con su expulsión del Santiago Bernabéu para dar paso a la Grada Fans, el actual grupo de animación del Real Madrid.
Ese nuevo concepto de hinchada de animación tuvo como referente el 'Muro Amarillo' del Signal Iduna Park, que siempre cautivó a Florentino. De ahí que subiera el aforo de 800 a 2.000 localidades, todos ellos ataviados de blanco y con claras directrices por parte del club, hasta con octavillas de la letra a cantar. Animar, respetar, no insultar y cero violencia. Y así ha sido desde entonces, a pesar de la batalla legal con la que Ultras Sur intentó revertir la medida de la entidad merengue.
Cuarto anfiteatro, sector 613
En 2017, la Audiencia Provincial de Madrid desestimó las peticiones del grupo radical, que solicitaba volver a su ubicación tras la portería del Fondo Sur y asegurarse un abono vitalicio. Ultras Sur llevaba cuatro años litigando por recuperar su estatus, a la vez que intentaban amedrentar a Pérez con acciones intimidatorias, como colgar pancartas en los puentes de la M-30 para pedir su dimisión e, incluso, profanando la tumba de Pitina, su difunta esposa.
Tras aquella sentencia, quedaron sepultadas sus esperanzas de volver a ser los dueños de la grada baja del Fondo Sur del Bernabéu, y sólo les queda hacerse escuchar desde el sector 613 de cuarto anfiteatro del Fondo Norte, en la zona más alta del estadio, donde se han agrupado una veintena de ellos, Madrid 1902, sin antecedentes penales, lo que imposibilita al Madrid vetar su acceso. Desde allí, batallan verbalmente contra los miembros de la Grada de Animación. Pero donde realmente Ultras Sur intenta hace ruido es en partidos que el Madrid juega de visitante, como sucedió en Braga en esta última fase de grupos de la Champions.
Entradas a domicilio
Allí, un centenar de miembros de Ultras Sur acudieron, sin entrada, y se hicieron notar en las afueras del estadio. También hubo violentos que sí tenían entrada, gracias a la ayuda de algunos peñistas, lo que provocó un enfado importante en el club. Aquello acabó con todos los 'hooligans', con o sin entradas, dentro de la zona del estadio acotada a los aficionados del Madrid, medida que la policía portuguesa justificó para evitar altercados. Seis días después, los hinchas blancos 'normales' desplazados a Braga mostraron su queja en un comunicado oficial.
En Berlín, en el último partido de Champions, el control del reparto de entradas y la pulserita de color azul, que el club da a cada aficionado, fue exhausto y la historia no se repitió, pero es cierto que Ultras Sur aprovecha la mínima grieta cuando el Madrid juega de visitante. Ahí, poco puede hacer el club, más allá de controlar su cupo propio de tickets.
Fuera del estadio, la película es diferente. Aunque a nadie se le escapa que Ultras Sur atraviesa sus horas más bajas, con un evidente desgaste en cuanto a número de miembros y capacidad financiera, en la calle siguen vivos por un simple, pero lógico razonamiento. A mayor masa social más potenciales adeptos, y eso, en un club como el Real Madrid, supone el principal obstáculo para extirpar al grupo radical definitivamente de sus entrañas.
Fuentes policiales expertas en la lucha contra este tipo de peñas, lo tienen claro: su expulsión del Santiago Bernabéu los ha debilitado, hasta el punto de que sean los Bukaneros (ultras del Rayo Vallecano) y las dos facciones enfrentadas del Atlético (Frente Atlético y Suburbios) los elementos que más preocupen a los agentes. Pero ni mucho menos bajan la guardia con los aún dueños de la calle Marceliano Santamaría.

Dueños de la calle
Su salida del foco mediático no les ha impedido protagonizar sonados incidentes en las últimas temporadas. En abril del año pasado, más de cien personas se desplazaron a Vigo en coches particulares. Llegaron sin hacer ruido, avanzaron esquivando a la Policía por la calle Eugenio Kraft y atacaron un bar donde suele juntarse la peña de animación Tropas de Breogán. El resultado, varios hinchas vigueses heridos y un viejo conocido al frente de los incidentes: Antonio Menéndez, 'El Niño', el mismo que lideró el golpe de estado en Ultras Sur hace ahora una década, horas antes del citado encuentro frente a la Real Sociedad.
Tanto a este sujeto, como al resto de su guardia pretoriana, integrantes primero de Madrid City Firm y fundadores después de Outlaw Madrid (fuera de la ley), hace tiempo que los agentes dejaron de considerarlos exclusivamente ultras. «Son animales, individuos muy peligrosos», resumen las mismas fuentes, conscientes del historial delictivo que atesoran a la espalda. 'El Niño' fue detenido tras los altercados de Vigo acusado de propinar un botellazo en la frente a un aficionado celtista, por el que tuvo que recibir ocho puntos de sutura. Así, quedaba demostrado que nueve años después de forzar a golpes la salida de los históricos dirigentes José Luis Ochaíta y Álvaro Cadenas su violenta figura sigue ligada a Ultras Sur.
En marzo de 2020, días antes de quedar decretado el estado de alarma por el coronavirus, más de medio centenar de radicales blancos viajaron a Sevilla, en el marco de un partido entre el Betis y el Real Madrid. Los madrileños tuvieron un domingo movido. Por la mañana, hicieron retroceder a United Family (una escisión de Supporters Gol Sur hermanada con el Frente Atlético) tras un rápido enfrentamiento. Por la noche, no tardaron en ser expulsados del Benito Villamarín. Los merengues habían adquirido localidades por internet en diversas zonas del Gol Norte y la Policía Nacional se vio obligada a agruparlos por seguridad en las primeras filas del mismo fondo. La negación a permanecer sentados y el riesgo evidente de nuevos choques terminó con estos fuera del estadio al filo del minuto 12. Aquella imagen, detrás de la portería y mezclados con la afición local, copó entonces todos los informativos.

Peleas organizadas
Por si fuera poco, en el último lustro Ultras Sur ha protagonizado al menos dos 'drakas', peleas al estilo ruso en lugares apartados y con un número de contrincantes pactado de antemano. La primera tuvo lugar en 2018, cuando los merengues quedaron a las afueras de Málaga con la ya extinta Costa Nostra. Diez contra diez, sin armas, y la primera 'victoria' al zurrón para el grupo capitalino. La segunda fue en marzo de 2021, también diez contra diez, pero en esta ocasión contra sus acérrimos enemigos del Frente Atlético. El resultado volvía a caer del lado de Ultras Sur. Una actividad, la de intentar encontrarse con los radicales colchoneros, que ha crecido exponencialmente en paralelo a su destierro del feudo blanco.
En diciembre de 2020, y tras rechazar el día anterior una quedada a propuesta de los rojiblancos, una veintena de Ultras Sur atacaba por sorpresa el bar La Exagerá (ubicado en el Barrio del Pilar), donde estaban reunidos varios integrantes de este grupo. Precisamente, la relación de 'El Niño' y sus secuaces con varios miembros destacados de Suburbios Firm (una sección 'hooligan' expulsada por este motivo del Frente Atlético) ha agudizado, más si cabe, el odio entre ambas hinchadas. Tanto, que en el fondo sur del antiguo Vicente Calderón se llegó a desplegar una pancarta de 'Antinarconazis', en alusión a la ideología de los implicados en tan extraña alianza y sus presuntos trapicheos de droga en la noche madrileña.
Un vaivén de movimientos, en definitiva, que mantiene a Ultras Sur con el respirador artificial en una mano y la espada de Damocles en la otra. Pero que nadie se lleve a engaños, «Ultras Sur siempre será Ultras Sur», advierten en los mentideros ultras. Y si no, basta recordar lo que pasó en la última final de Copa del Rey, donde una turba de violentos persiguió por las calles de Sevilla a los seguidores de Osasuna al grito de 'Sieg Heil'.
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