Fútbol / entrevista
Marko Dmitrovic: «A un portero solo lo entiende otro portero»
La guerra de los Balcanes, sus inicios en el fútbol, sus 11 años en España, la visión de su peculiar gremio... De todo y muy bien habla el portero del Leganés antes de medirse al Madrid en la Copa
«Mi madre es un ejemplo de mujer fuerte»

Mientras posa para nuestro fotógrafo, nos explica por qué el balón de la Copa le gusta menos que el de la Liga: «Es más plástico», dice. También desvela que, cuando lo deje, quiere seguir viviendo en España y dedicará tres o cuatro horas de su ... día a ponerse (aún) más cachas en el gimnasio. Marko Dmitrovic (24 de enero de 1992, Subótica, Serbia) es un tipo peculiar. Habla mucho, muy bien y muy rápido. Hoy lo hace en ABC, a las puertas de unos cuartos de final de Copa contra el Madrid.
-¿Cómo es Subótica?
-Es una ciudad muy tranquila y bonita, donde se vive con una marcha menos que en una gran metrópolis. Allí es donde siempre voy para alejarme del ruido del fútbol y de la vida, descansar y tener paz.
-¿A qué se dedicaban sus padres?
-Ambos estudiaron Economía y mi padre ejerció en una fábrica que se dedicaba a construir motores para productos domésticos. Mi madre no pudo ejercer su profesión, pero siempre se buscaba la vida para tener un trabajo y llevar dinero a casa. No éramos una familia rica ni tampoco muy muy pobre. Nos llegaba para vivir los cuatro.
-Tiene un hermano entonces...
-Sí, una hermana más pequeña que es dentista y vive en Bosnia con su marido. Yo también era buen estudiante y sacaba buenas notas, pero tenía claro que quería ser un profesional del fútbol. Nadie me lo garantizaba porque en aquella época no era fácil salir de Serbia, pero estaba convencido.
-¿Recuerda algo de la Guerra de los Balcanes?
-Era un bebé y no recuerdo mucho. Además, en el norte del país no hubo tantas agresiones como en otras zonas. Es verdad que todos los días teníamos unas horas determinadas de alerta que la recomendación era escondernos en los sótanos para resguardarnos de las bombas. Sobre todo durante el ataque de la OTAN en 1999, que duró casi tres meses. Yo tenía 7 años y mi hermana 4, y nos fuimos a vivir a casa de mi abuela. Sí recuerdo en esas semanas el miedo de ella cuando se escuchaban las sirenas, pero poco más. Los que sobre todo notaron las consecuencias fueron mis padres y mis abuelos. Para ellos fue lo peor de sus vidas.
-Han pasado treinta años y sigue habiendo rencillas.
-Sí es cierto que hay muchos conflictos entre algunos países, pero yo prefiero no opinar y, además, lo que yo diga no va a cambiar nada. Soy un hombre de paz y no miro de dónde son las personas o qué religión tienen. Lo que me importa es si son buenas o malas personas. Tengo amigos serbios, bosnios, croatas, montenegrinos, macedonios o eslovenos y solo les valoro la parte humana.
-¿En qué momento decidió que sería portero?
-En donde vivíamos, como era el más joven, siempre iba a la portería porque así eran las reglas, pero lo hacía encantado. Desde que empecé a jugar al fútbol siempre tuve una conexión especial con la portería
-¿Un portero tiene que estar algo tocado de la cabeza?
-Yo no diría eso. A nadie le gusta recibir un pelotazo en la cara. Simplemente, somos diferentes. Más atrevidos, más personalidad, más autoridad… Lo digo porque somos los únicos deportistas que estamos obligados a jugar sin error. Cada error nuestro es un gol encajado y, por lo tanto, cada error nuestro vale más que un error de otro jugador. Mire, un delantero falla diez ocasiones, pero mete una, ganamos 1-0, se convierte en el héroe y se olvidan sus errores. Pero si yo hago diez paradas y luego cometo se me escapa balón fácil en el último minuto, yo soy el culpable de la derrota aunque tu actuación haya sido buena. Tenemos mucho menos margen de error que cualquier otro jugador. Cualquiera no puede ser un portero de élite.
-Aparte de parar, ¿qué más tiene que hacer un portero?
-Muchas cosas. Lo más difícil ahora es que un portero no tenga trabajo. Mire, un portero tiene que comunicarse muy bien para ayudar, corregir o criticar a sus compañeros, sobre todo a los de la defensa. Hay que estar siempre bien posicionado para salir a despejar o a blocar un centro y así evitar un remate. O para salir a correr y despejar un pase al espacio. Y, luego, lo último es actuar. Actuar a tiros lejanos, cercanos, unos contra unos… Todo esto no se ve en la televisión, pero es fundamental. Hay que hacer muchas cosas antes que parar.
-Esto no lo va a entender mucha gente.
-Ya lo sé, pero es así. Un grito de un portero puede ser más importante que la parada del año. La gente va a decir que qué estoy diciendo, pero es que yo llevo horas y horas durante 25 años en el fútbol y sé de lo que hablo. Un grito vale igual o más que volar a la escuadra.
-¿El mejor Dmitrovic lo vimos en el Eibar, lo perdimos en el Sevilla y lo hemos recuperado en el Leganés?
-Sí y no. Voy a intentar explicarme. Mire, en el Eibar jugué casi todo durante cuatro temporadas, tenía los automatismos con compañeros y con el entrenador, rendía muy bien y hacía buenos partidos. Luego me fui al Sevilla y me encontré a un portero de nivel mundial, como Bono, y no tuve tantas oportunidades de jugar, pero en la época del Sevilla fue la que más mejoré gracias a José Luis Silva, el entrenador de porteros. Allí fui mucho mejor portero que en Eibar y nadie me creía porque apenas jugaba. Tenía mucho margen de crecimiento y allí mejoré posicionamiento, actitud, reacción, juego aéreo, juego de pies, juego dividido, aspectos técnicos, aspectos tácticos y aspectos mentales. Aunque en el Sevilla no jugara, y lo poco que jugaba la gente se creía que tenía que hacer diez milagros, todo eso lo mejoré. Y ahora la gente piensa que estoy al nivel de Eibar, pero porque es muy difícil entender lo que acabo de explicar. A un portero solo lo entiende otro portero.
-Le habéis ganado al Barça y al Atlético en Liga. ¿Pueden confundir estas victorias a la hora de enfrentarse al Madrid?
-Sí, claro. No creo que a los jugadores ni al club, pero quizás sí a los chicos jóvenes o a los aficionados. Como le has ganado al Barça o al Atlético, entonces tienes que pensar que le vas ganar al Rayo en casa y mira lo que pasó el viernes. El fútbol no es tan simple. Si no repites el nivel físico y mental que tuvimos ante el Barça o el Atlético, no te acercas a ganar puntos. El Madrid viene con la rabia de la derrota del sábado y va a ser muy difícil. Claro, nosotros tenemos mucho menos que perder que ellos, jugamos en casa, es un partido histórico y haremos todo lo posible para eliminarlos, pero nuestra película es la Liga. El pan del Leganés está en la Liga. Nuestro objetivo no es ganar la Copa, es salvarnos. Yo lo que firmo ahora es quedar decimoséptimo.
-Entiende que un partido tan importante lo pueda jugar el portero no habitual por el mero hecho de ser la Copa.
-Esto que hacéis en España de portero titular o suplente no me gusta nada.
-Pero lo que le acabo de decir es la realidad. Ahí están los datos. Los partidos que ha jugado usted y los que ha jugado Soriano.
-Yo no creo en las estadísticas. Eso no es el fútbol. Yo quiero jugar, como quiere jugar Juan, pero en el puesto de portero solo juega uno y, normalmente, uno lo hace en Liga y otro Copa. Si no me toca jugar le apoyaré al máximo como él hace conmigo en la Liga
-Los porteros de antes dicen que era imposible llevarse bien con el otro portero de la plantilla. ¿Esto sigue siendo así?
Yo siempre miro el lado humano. Se lo dije antes. Con todos los compañeros que he tenido ha habido buena relación. Dani Jiménez, Asier Riesgo, Joel, Bono, Nyland y, ahora, Juan. Mi obligación es llevarme bien y entrenar mejor que ellos. Y el domingo que sea el entrenador el que tome la decisión, sea justa o injusta. Claro, si no eres titular, puedes pensar que ojalá se equivoque tu compañero para que el entrenador te elija a ti el siguiente partido, pero lo que tienes que pensar es en entrenar mejor que él para que te ponga porque cree que eres mejor que el otro, no porque el otro portero se ha equivocado.
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