Fútbol / Mundial femenino
Esther González: «Salir de casa con 16 años ahora no lo haría, pero fue lo mejor que me podía pasar»
La goleadora granadina, a la que Vilda conservó la confianza pese a que el Madrid la defenestró, atiende a ABC para analizar su primer Mundial
El (mal) trato del Real Madrid a sus jugadoras
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Después de unos meses convulsos en la Liga, defenestrada en el Real Madrid, Esther González (Huéscar, 1992) está limpia, fresca, centrada y disfrutando del Mundial de Australia y Nueva Zelanda. El primero para esta granadina con hambre de gol que ha madurado por convicción ... y por obstáculos. En su charla con ABC habla con la tranquilidad de quien no tiene nada que reprocharse. Al contrario, marcó ante Costa Rica y quiere más, pues todavía, dice, queda mucho Esther que ver. Este miércoles, segundo asalto, ante Zambia.
—¿A qué sabe un primer Mundial?
—Para mí es una ilusión, una satisfacción, un orgullo. Representar la camiseta de tu país como deportista de élite es lo máximo. He trabajado mucho para estar hoy aquí. Esa satisfacción que a veces el deportista lo valora muy poco. Lo que has hecho hoy ya no vale mañana. Siempre quieres más. Esa dosis nunca es suficiente. Pero sí me he parado a reflexionar y valorarlo. Estoy muy feliz. Soy una privilegiada de dónde estoy. Disfruto, trabajo y aprendo de mis compañeras. Lo estoy viviendo mucho.
—¿El objetivo es el máximo?
—No tenemos presión, vamos paso a paso, pero si se consigue llegar a esa final, esa semifinal, pasar a cuartos, y no lo has disfrutado, no habrá merecido la pena. Dentro del campo la exigencia es máxima, y también fuera: quiero disfrutar de cada momento. Son muy importantes los mensajes que le das a tu mente, en el fútbol y en la vida. Creo mucho en la energía positiva, en lo que proyectas y visualizas. Yo soy superpositiva y superoptimista y fuerte mentalmente. Lo vivo como 'y si no se vuelve a repetir'. Vivo en el ahora.
—Salió de casa con 16 años, al Levante, ¿cómo fue aquello?
—Si tuviera que tomar esa decisión de irme de casa con 16 ahora no lo habría hecho. Era demasiado joven, somos cuatro hermanas, soy la pequeña, en mi casa siempre hubo muchísima gente. Fueron los dos años más difíciles de toda mi carrera deportiva. Pero también fue lo mejor que me podía pasar. Aprendí tanto tan rápida, me hizo madurar muy deprisa. Me hizo tener una mente muy centrada desde siempre. Tenía el objetivo clarísimo, sabía dónde quería llegar y que no iba a ser fácil. Era superjoven con jugadoras que tenían mucha experiencia y eran un espejo. Quería ser como ellas. Eso me hizo tener el objetivo muy claro, trabajar mucho en lo físico, la mente, cómo eran ellas y qué tenía que hacer yo. Me enseñó mucho. No lo volvería a hacer, pero fue lo mejor que me pasó.
—Marca ante Costa Rica. ¿Tienen algo los goles de ahora con los de aquella niña que jugaba en Huéscar?
—Sí, sí. Esa Esther nunca se ha ido. Cuando jugaba con la liga con los chicos ya era delantera. Mi foco era delantera y gol. Fui la máxima goleadora. Sigue esa esencia de una jugadora de área. Una de mis mayores virtudes es cómo me muevo en el área, cómo intuyo, dónde soy capaz de rematar y en qué momento. Ya en Huéscar era algo que llamaba la atención: era capaz de rematar de cualquier manera.
—¿Se enfadaba si no marcaba?
—Sí, sí. Tengo el gen competitivo demasiado arraigado en mi personalidad. El trabajo y el esfuerzo van de la mano con ello. Hago todo lo posible para ganar. Si no lo consigo no me frustro, pero sí que me enfado. Tengo una manera muy sutil de afrontar las cosas, desde el optimismo y la tranquilidad y sabiendo que con constancia y trabajo todo llega.
—Para una delantera ¿genera ansiedad no llegar al gol?
—No. No va a haber grandes goleadas en este Mundial. Lo que hicimos ante Costa Rica hay que verlo desde el otro lado: qué equipo ha sido capaz de generar 48 ocasiones de gol. Nunca hubo un remate limpio, sola, siempre había muchas piernas. Costa Rica lo hizo eso muy bien y la portera. Dentro de saber que nos vamos a exigir más en eso, también tenemos que entender qué había enfrente. Tenemos el foco en eso porque sabemos que generamos mucho, pero no nos crea ansiedad. Nos ponemos en la parte positiva de que estas ocasiones son las que tenemos que seguir generando en el Mundial y así acabarán entrando.
—¿Nota la diferencia generacional?
—Yo tengo 30 años, pero tengo espíritu joven (risas). Me encanta estar rodeada de esta gente, porque son las que les apetece hacer de todo. Una dice una tontería, otra, otra, quiero estar en ese ambiente. Sí que se nota al diferencia, pero a mí me transmite mucha alegría, positividad. Quiero tenerlas cerca.
—¿Dejó el tema del Real Madrid fuera de la maleta?
—No me preocupa hablar de ello. Gran parte de cómo he llegado aquí ha sido gracias al Real Madrid. Para mí ha sido un éxito mi paso por el Madrid. No tengo ningún problema de hablar de todo lo que hemos conseguido juntos. Cuando un jugador se va con la conciencia tranquila y con las cosas que he hecho, uno solo puede estar feliz. He estado muy feliz, le he dado muchos puntos y cosas que necesitaba en ese momento y por eso para mí ha sido un gran éxito.
—Cuando un entrenador no te pone, ¿genera dudas sobre uno mismo?
—Uno tiene que ser realista. A ver cómo digo esto sin que suene mal: si el entrenador no me ponía era porque no quería. Yo estaba al nivel y durante todo el tiempo que he jugado he sido la delantera del Real Madrid. En el momento en que una persona decide no ponerte porque no vas a continuar, esa decisión es suya, pero no va a cambiar el cómo yo me siento, lo que yo hacía en los entrenamientos y lo que había hecho durante todo el año. Si haces mi media de gol por partido en los pocos minutos que he jugado... Imposible camuflar lo que yo he hecho. Es una decisión de él, que yo siempre he respetado. Porque mis compañeras era lo que se merecían. Un jugador tiene que dar lo mejor de sí, también cuando no toca jugar. Me quedo con lo buena compañera que era para ellas cuando no jugaba, que realmente era porque no dependía de mí.
—¿Cómo fueron esos últimos días?
—Cuando pasa lo de la Copa, no juego, mi siguiente partido era Panamá con la selección. No me pusieron porque no iba a seguir en el club, pero mi nivel, después de dos meses sin competir, fueron dos goles en 45 minutos. El mensaje que muestra es que yo estaba para jugar, pero no querían que jugase.
—¿Volvería al Real Madrid?
—La vida son etapas. Esta fue en un momento perfecto de mi vida. La que me espera es mucho mejor que estar pensando en volver. Lo que viene ahora es el Mundial, con todo el foco, y con lo que viene no puedo pensar en el Real Madrid. Sería retroceder. Voy a ir a un sitio en el que realmente he sentido el 'feeling' de que puedo dar lo mejor de mí. Y estoy muy feliz. No, no volvería al Real Madrid en esta etapa en la que estoy.
—¿En el fútbol femenino no es tanta traición pasar del Atlético al Madrid?
—Sí, sí, claro que es traición, pero tuve la escala del Levante, así que no se considera tanta traición. Pero sí que lo es.
—¿Las relaciones personales en el vestuario complican o benefician?
—Es importante tener un vestuario alegre, que tenga el mismo objetivo. Ayuda la convivencia, porque pasamos muchas horas juntas. Cuanta mejor sea la sinergia se va a reflejar en el campo.
—¿Y si son más íntimas y chocan?
—Ahí entra la parte que tienes que ser profesional y pensar en el equipo. Todo lo que hagas tiene que sumar para el grupo, sobre todo en la selección porque el tiempo es más reducido que en tu club, es más difícil que choques con gente porque pasas menos tiempo. Y además el objetivo es a corto plazo y superatractivo.
—¿Cómo ha evolucionado?
—Lo más reciente es el mes y medio del Real Madrid sin jugar nada y me creó cero frustración. Este es nuestro trabajo, por suerte o desgracia, hay cosas que no dependen de mí. Quien tiene la conciencia tranquila, no tiene por qué frustrarse. Llevo 45 minutos, marco dos goles y me cambian. Qué hago yo si ya he hecho todo. En este último tramo no vivo en la frustración, sino en la oportunidad: tengo 45 minutos para hacer uno o dos goles. Afronto todo como oportunidades. España ha generado mucho y no ha metido; no, lo afronto como que ha sido capaz de generar todo eso. Desde que me fui de casa, mi madre me dio esa visión de encontrar oportunidades en las adversidades.
—¿Cómo se prepara mentalmente?
—Leo mucho libros de autoayuda, de motivación. Con mi familia siempre digo que tengo una mente privilegiada. Me dicen que no todo el mundo puede tener mi mente. Desde que salí de casa lo he trabajado.
—¿Qué más ha evolucionado?
—He trabajado mucho la parte física y de fuerza, pero también la táctica, a nivel de vídeo estudio cómo me muevo. Pequeñas correcciones que me funcionan para el siguiente día. Jugué de media punta y te da otros movimientos que mejoran tu versión de solo delantera. Cosas específicas y estudiar al rival.
—¿Está satisfecha con su carrera?
—Si echo la vista atrás justo antes de salir de casa, este era mi sueño: jugar en primera, ir a la selección andaluza, a la selección, que te reconozcan. He conseguido mucho más de lo que me he imaginado. La oportunidad de viajar, conocer culturas y gente diferente, poder mejorar tu personalidad gracias a ello. Me ha curtido. He superado con creces todo lo que imaginé. Si creo que he llegado a mi máximo nivel, te diría que no. Espero y deseo que este sea el comienzo de una nueva versión de lo que puede llegar a venir de Esther.
—¿Se siente valorada?
—Por supuesto. Conmigo misma. En la vida nadie te regala nada. Hay que trabajar; hay muchas cosas que dependen de mí y no puedo reprocharme nada. Cada decisión de cambio de club ha sido muy medido, con mi familia. Siempre hemos meditado cuál era el sitio idóneo. He cambiado mucho y no es fácil. Tienes que adaptarte y ahí está la dificultad; en esa adversidad siempre he visto una oportunidad. Siento que mejor no podía ir. Estoy en el mejor escenario del mundo.
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