fórmula 1
Espectáculo de Alonso en su regreso al podio
gran premio de países bajos
El asturiano, segundo en Zandvoort después de una carrera trepidante y salvaje. Victoria de Verstappen. Sainz, quinto
Clasificación del GP Países Bajos
Entrevista a Carlos Sainz: «No me falta instinto asesino»

Una carrera trepidante y de corte salvaje entrega un podio con espectáculo para Fernando Alonso. De nuevo la lluvia, otra vez lo imprevisto, muestran la mejor versión del piloto español, que saborea la 33 en Zandvoort ante los miles de neerlandeses que aclaman a Verstappen. Suda esta vez el líder del Mundial porque el agua y los vaivenes de la tarde tremenda le obligan a ofrecer el máximo, todo el potencial de su Red Bull, sus virtudes al volante. Alonso se lo pone difícil ante su gente, muerde al holandés en el último tramo, la 33 no llega en este domingo de perros frente al Mar del Norte. «Algún día ganaremos», pronostica Alonso. Carlos Sainz logró un magnífico quinto.
El nivel de estrés alcanza límites salvajes en el inicio de la carrera. Se viven los mejores momentos del curso, salida en seco y diluvio después de la primera vuelta.
En ese periodo de condiciones cambiantes, Alonso exhibe una de sus principales virtudes como deportista. Se adapta a lo que hay, una de las máximas que exige cualquier empresa, departamento de recursos humanos o buscador de talentos.
Luce el sol y montan ruedas rojas de entrada casi todos los coches. Alonso se la juega a Russell y Albon en un primer giro estelar, marca de la casa, siempre al acecho, cazador de presa mayor. Entre la inteligencia táctica y el conocimiento de su deporte, pone su experiencia y arrojo al servicio de sí mismo. También supera a Norris, el McLaren de moda.
El asturiano aprovecha todos los elementos a su favor, no se deja nada. Tiene coche, Aston Martin lo ha evolucionado, y tiene ganas, ese hambre por la competición que nunca le abandonó.
El diluvio efímero genera una tensión que alcanza a Verstappen. El lío del cambio de neumáticos, una vuelta antes o después, depara una situación inédita. Manda su compañero 'Checo' Pérez, seguido por el chino Zhou y, siempre vigilante, Alonso.
Magnífico igualmente es el rendimiento en el callejón oscuro de Carlos Sainz. Se mantiene firme, aguanta el empuje de sus rivales, evita polémicas al adelantar a su compañero Leclerc (con el Ferrari 16 dañado) y rueda sólido, sin fallos, en persecución de Gasly.
Cambios y accidentes
Para entonces, sin haberse cumplido un tercio del gran premio, Russell ha perdido catorce posiciones y Norris 11, Magnussen ha ganado 13 plazas y Hamilton sigue combatiendo por la zona media, en tierra de nadie.
Durante el regreso a la normalidad, pista seca, cielo sin nubes, estrategias sin fisuras, Alonso aún sueña y pugna por ir a más en la vida. Quiere adelantar a Sergio Pérez, el Red Bull pata negra ubicado en segunda posición mientras Verstappen, como todos los domingos, se escapa.
Unos cuantos giros de calma, sin radares amenazantes, sin vendaval procedente del mar, establecen un orden: Verstappen, Pérez y Alonso ruedan veloces hacia el podio. El coche de seguridad por el accidente de Sargeant y la retirada de Leclerc no alteran el panorama.
Lo hace un error humano en el garaje. Cuando para Alonso por tercera vez, se atasca la pistola de la rueda delantera izquierda. Cinco segundos de retraso extra muestran una pugna previsible en algún momento del campeonato: Sainz está por delante, en el podio, y Alonso tiene que remontar.
Radical como es, no espera. Se lanza sin contemplaciones, aprieta al máximo y en una vuelta ha rebasado a Sainz, su compatriota que se dedica a esto por la estela de campeón que dejó el asturiano.
Vuela Alonso
En el último tercio del gran premio, Alonso vuela en Zandvoort, circuito de piloto, a la vieja usanza. Una vuelta rápida detrás de otra con neumáticos nuevos, más rápido que Verstappen y Pérez. Es zorro viejo, le han comentado que vuelve el diluvio y él apura las ruedas rojas hasta el límite.
Cuando asoma la segunda tormenta, Checo Pérez pierde pie y se va de la pista. Tiene la habilidad para evitar el golpe letal contra las vallas. La playa de Zandvoort, las nubes y el viento procedente del mar decretan una carrera de supervivencia, Alonso está segundo antes de que otro accidente (Zhou) provoque la bandera roja, carrera detenida, sin ventaja extra para Verstappen, a siete vueltas de la 33.
Un carrusel de carpas protegiendo los coches, normas de la dirección de la carrera para usar solo neumáticos intermedios de agua, y dos vueltas del pelotón detrás del coche de seguridad. Alonso, emparedado entre los dos Red Bull, y un sueño en la cabeza.
La misión es imposible, Verstappen no deja un hueco en el primer contacto. Logra un pequeño hueco y se marcha, tres segundos en cinco vueltas. «No ha sido fácil», admite el neerlandés por la radio.
«Estamos cerca, algún día ganaremos», anima Alonso a su equipo en caliente. La 33 debe esperar, el espectáculo queda ahí, sello personal e intransferible del asturiano genial.
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