Después del Banquillo

Carcelén: de una vida con Camacho al golf

Lo intentó como futbolista, pero la vida le llevó al banquillo, la mayor parte del tiempo junto a José Antonio Camacho. Ahora vive de sus negocios y disfruta con el deporte al aire libre y el golf

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Camacho y Carcelén, en el banquillo de la selección española Miguel Berrocal

Hay personas a las que se las recuerda unidas entre sí. Eso sucede con Pepe Carcelén y José Antonio Camacho. Ambos comenzaron a jugar a la pelota en el colegio y sus carreras siguieron ligadas hasta su jubilación en los últimos años. Primero como futbolistas (hasta que una rotura de rodilla frustró la carrera del albaceteño a los 21 años) y después como entrenadores en los distintos destinos a los que acudió el murciano tras su paso por el lateral izquierdo del Real Madrid.

Lo que ocurre es que Carcelén (68) tuvo que especializarse desde muy joven en los banquillos por obligación y entendió que una buena preparación era la mejor manera de conseguirlo. Así, después de tres años en La Roda, se tomó un año sabático para sacarse el título de entrenador nacional en Gecho. A partir de ahí, sus éxitos como director deportivo en modo de cinco ascensos consecutivos le dieron gran caché en ese equipo, en el filial del Albacete Balompié y después en el primer equipo, al que llevó a la Primera División. En esa primera campaña acabaron séptimos y estuvieron a punto de jugar la UEFA (la Liga perdida por el Real Madrid en Tenerife se lo impidió). «Fue un palo, pero eso sirvió para que Ramón Mendoza se hiciera eco del trabajo de Benito Floro, que le fichase para el club blanco y que yo fuera con él de la mano como segundo entrenador. Así comenzó la primera de mis tres etapas en el Santiago Bernabéu», comenta. Y desde ahí hasta un año antes de la pandemia, cuando cumplió su último contrato con la selección de Gabón, no dejó de trabajar. «Pensé que ya era momento de dedicarme a la familia, a mis nietos y a hacer lo que me gusta: bicicleta, porque me mantiene a raya las articulaciones, y golf, porque lo disfruto al máximo», reconoce.

Aunque individualmente entrenó al Albacete y al Español, a Carcelén siempre se le recordará por ser la mano derecha del Camacho. «Estuve cuatro años con él en Barcelona y cuando se marchó al Sevilla (1996) yo me quedé en el Español como primer técnico para, dos años después, volvernos a juntar en la selección española hasta 2002, una etapa en la que disputamos el Europeo de Bélgica y Holanda y el Mundial de Corea y Japón». Su salida de la roja les llevó a Portugal a entrenar al Benfica tres años para, después de otra etapa en el Madrid, regresar a Lisboa, pasar por Osasuna y recalar en los equipos nacionales de China en 2012 y de Gabón en 2016.

«En La Roda yo lo era todo»

Curiosamente, de esa vasta experiencia en la banda lo que más destaca al echar la vista atrás fue «mi primer año como entrenador en La Roda, porque yo lo era todo. Cuando sueñas con ser entrenador piensas que vas a tener tres ayudantes, dos preparadores físicos, un informador y mil cosas más. Pero cuando yo llegué no tenía a nadie y tenía que hacer el físico, la recuperación, la preparación de los partidos, los informes de los otros equipos... fue muy gratificante», rememora con orgullo.

Entrenó en Primera y, junto a Camacho, por el mundo, pero ahora sólo piensa en la familia y disfrutar

En cuanto a estar en un club o una selección, la principal diferencia es que en el primero «desde primera hora hasta que te vas a la cama estás pensando en corregir defectos y sacar conclusiones positivas, mas el día a día te come. Sin embargo, en las selecciones tienes más margen para pensar cosas, pero menos tiempo para llevarlo cabo; cada jugador viene de un sitio, con su estilo, y has de intentar que en cuatro días plasmen en el campo tu idea del fútbol».

Inquieto y emprendedor, Carcelén siempre quiso tener una alternativa al deporte, así que estudió Magisterio y luego Fisioterapia. Y tuvo una clínica de rehabilitación junto a su alter ego en Albacete durante 25 años. Pero le llegó el momento de descansar y disfrutar.

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