ATLÉTICO DE MADRID
Un nuevo proyecto de Simeone a la deriva
La goleada en Lisboa desnuda las carencias de un Atlético cuyos resultados escondían su merma futbolística
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Son diez los partidos que lleva disputados el Atlético de Madrid en la presente temporada, lo que significa que le restan, como mínimo, 37 encuentros. A pesar de la mucha tela que queda por cortar, los síntomas que los de Simeone han ido presentando en ... casi todas sus actuaciones terminaron por convertirse en enfermedad, traducida en una dolorosa y sonrojante goleada a manos del Benfica.
Mes y medio atrás, la parroquia colchonera se las prometía muy felices. Después de una nueva campaña en blanco, muy lejos de la pelea por la Liga y apeado con dureza en Champions y Copa del Rey, las nuevas caras elevaron su ilusión como hacía años que no se recordaba. Por primera vez desde el mercado veraniego de 2019, la entidad madrileña sacó a relucir su cartera con un desembolso superior a los cien millones de euros, concretamente 185. Julián Álvarez, estrella del Manchester City y la Argentina campeona del mundo, llegó acompañado por Sorloth, Gallagher y Le Normand, además de Musso. Jugadores contrastados con el objetivo de elevar el nivel de la plantilla, en busca de volver a ubicarse en la pelea por los títulos.
Dos empates en los tres primeros encuentros ligueros pusieron freno a la euforia e invitaron a la paciencia. Con el paso de las fechas, aun dejándose algún punto de más por el camino, los resultados iban llegando. Pero las sensaciones que transmitía el equipo, en vez de mejorar con las semanas y los entrenamientos, empeoraban. Hasta que el pasado miércoles llegó la debacle. Un cuatro a cero, que pudo ser todavía más sangrante, para igualar la peor derrota en Champions de la historia del Atlético.
La goleada que sufrió en el Estadio Da Luz, más allá del doloroso resultado, resulta más preocupante porque no se trata de un accidente, sino de una consecuencia, el fruto de una tendencia negativa, acuciada cuando el conjunto rojiblanco abandona el Metropolitano. Menos el empate en Villarreal, una salida difícil para estrenar la campaña en la que los rojiblancos tuvieron buenos tramos, sus actuaciones como visitantes han sido deficientes, aunque los goles sobre la bocina han escondido lo que reflejaba su juego durante los noventa minutos.
Un postrero gol de Correa tumbó al Athletic en San Mamés en prácticamente la única ocasión del encuentro, Gallagher rescató un punto en Vallecas tras una primera mitad terrible y, en Vigo, Julián Álvarez en el 90 derrotó a un Celta dominador durante todo el partido. Asimismo, Correa salvó otro punto en el descuento del derbi, si bien es cierto que ninguno de los dos equipos mereció llevarse la victoria.
A nivel puramente resultadista, el momento de la temporada atlética no resulta alarmante. Cuarto clasificado en Liga, a cinco puntos del liderato y a dos del Real Madrid, y en el puesto 23 en Champions con un triunfo y una derrota, aunque el nuevo formato -con dos jornadas más- reduce las consecuencias de los traspiés. Pero la sensación es que, de nuevo, el proyecto del Atlético navega a la deriva.
Sin plan
Simeone tiene a su disposición una plantilla de muchos quilates. Pero, hasta la fecha, ni ha dado con la tecla para sacarle el máximo jugo ni se sabe a qué ni cómo quiere jugar el Atlético. Para muestra, un botón. En los diez partidos que ha disputado el conjunto rojiblanco, el técnico argentino ha dispuesto diez onces iniciales diferentes. Constantes cambios de jugadores en todas las líneas, salvo en la portería, y modificaciones de sistema, desde su habitual 5-3-2 al 5-2-3 o 4-4-2.
Además, sus propuestas iniciales se ven rápidamente alteradas, entre otros motivos por la mala costumbre que han adquirido los colchoneros de un tiempo a esta parte de tirar los primeros 45 minutos. En la mitad de los encuentros, Simeone ha introducido sustituciones tras el paso por vestuarios. Especialmente llamativa resultó su decisión en Lisboa, donde retiró a Koke, De Paul y Griezmann para dar entrada a Gallagher, Sorloth y Javi Serrano, redebutante tras militar en Segunda y la liga austríaca.
Pocos futbolistas han rendido al nivel esperado de ellos hasta la fecha. Sin restar su parte de elevada responsabilidad, la ausencia de un plan establecido dificulta su adaptación al estilo. Jugadores como Llorente, el ejemplo más claro, que ha ejercido de carrilero, interior y extremo, o Lino, que se mueve entre el carril y la banda. Aunque más lacerante resulta el caso de Julián Álvarez. Aun estando lejos de su mejor estado de forma, tener que jugar como extremo, delantero centro o segundo punta, en función del día, no es una circunstancia que ayude a que el argentino encuentre su sitio en el terreno de juego.
A pesar de los preocupantes síntomas que presenta su equipo, Simeone se mostró optimista y satisfecho por el trabajo realizado hasta la calamidad de Lisboa: «Siempre pienso en positivo. Es una buena oportunidad para seguir mejorando. Veníamos haciendo un muy buen trabajo y tuvimos un partido que no esperábamos». Un discurso que contrasta con la autocrítica que sí demostró Oblak, más necesaria que nunca para que el proyecto rojiblanco, en vez navegar a la deriva, encuentre buen puerto.
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